
Perdí el juego que el jugador mayor me forzó a recordar. Mi abuelo irrumpió borracho en el patio. Suplicaba auxilio porque, según él, le estallaba el hígado. Mi prima me arrebató su trenza. Se asomó por el canto de la pileta forrada con cenefas rotas. Dijo que el viejo estaba arrodillado, presionándose el abdomen. … Continuado