Hace veinte años lo conocí. En un abrir y cerrar de puertas a mi soledad. Me había atrapado, y mi juventud ya no estaba. Me encontraba vestida con un saco y pantalón, parecía una oficinista; mi maquillaje ocultaba un par de surcos hechos, no por sus manos si no por esa levedad del tiempo trascurrido. … Continuado