A veces escribir es desescribirse. Asumir las formas y romperlas en rebeldías tiernas. No se trata de un futurismo trasnochado, sino más bien de el desmantelamiento del porvenir ante la pulsión del desastre. Agotados los modelos, la unidad falsea, engaña, y entonces solo nos quedan pedazos de lo contenido. El fragor vacuo. Seguimos siendo tan … Continuado