
La mujer y el hombre eran voces, en ocasiones carnales, en otras melancólicas, detrás de la puerta escamada. Había un rosario de palabras que se volvía un sonido más avecindado a la angustia que al gozo. Desde el balcón que daba a la Calle Siete, donde por las noches intentaba fumar habanos, escuchaba la peregrinación … Continuado