
Decir que, durante mis horas de recreo escolar, no quise ser príncipe azul ante las féminas, sería no poner en la realidad mis derechos como niño cuando lo fui. Enlazar mis dedos junto a Rosa, mi primer amor en el parvulario, y decirle como un aprendiz de noble : “Si quiero…mi princesa”, hizo subir mi … Continuado