
Nada era predecible y nadie podía haberlo evitado. Me gustaban los juegos de rol, las consolas, los cómics, las novelas de misterio y las pelis de terror, entre gore y psicothrillers. Era fan de La condesa sangrienta de Alejandra Pizarnik. Y nunca me pregunté por qué. ¿Para qué? No hubiera tenido ningún sentido hacerlo. Las … Continuado