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Junio 2024

CYRIL CONNOLLY, EL ÚLTIMO DE LOS GENIOS. Xalbador García

Algunos libros te cambian la vida, algunos otros te engrosan la sangre. Los dos tipos de libros son imprescindibles. La diferencia radica en que los segundos son tan reveladores que, cuando finalizas la lectura, ves al mundo con ojos recién nacidos, con arena en la garganta, con ese sutil dolor naufragando en las palabras. La tumba sin sosiego, de Cyril Conolly, es uno de esos libros.

En su sección editorial el periódico virtual Con-fabulación (http://confabulacion41-60.blogspot.mx) señala que La tumba sin sosiego es “un libro que debería ser leído por todos los aspirantes a escritores y, mejor aún, por todos los aspirantes a seres humanos”. Mi gran amigo David Ortiz Celestino me dijo algo similar cuando me lo dio. En mi último viaje me entregó el ejemplar publicado por la UNAM en 1995, con traducción de Ricardo Baeza.

“Te va a engrosar la sangre”, señaló David con la certeza de haber encontrado a un genio, a un verdadero héroe, de esos que saben nombrar la misericordia de la podredumbre: “Yo soy uno de esos seres a los que el sufrimiento hizo frívolos y vacuos: cada noche, en mis sueños, me arranco la costra de una llaga; cada día, consuetudinario y vacío, la dejo formar de nuevo”.

Desde las primeras líneas Connolly traza su poética: “cuanto más libros leemos, mejor advertimos que la función genuina de un escritor es producir una obra maestra y que ninguna otra finalidad tiene la mayor importancia”. Y agrega: “Los poetas discutiendo sobre poesía moderna: chacales gruñendo en torno de un manantial seco”.

Así como habla de literatura el escritor inglés, nacido en Coventry el 10 de septiembre de 1903 y fallecido el 26 de noviembre de 1974, aborda el amor, la religión, la escritura, la filosofía, mediante un texto que hace lucir de manera deslumbrante los paradigmas del género ensayístico. En cada una de sus líneas nos brinda una reflexión del mundo. Ha vivido y hace arte con la amargura de los años:

“No hay sufrimiento en la vida como el que pueden infligirse mutuamente dos amantes. Ésta es cosa que deberían aprender quienes aspiran a una unión semejante. El evitar este sufrimiento es el comienzo de la sabiduría”. Si el amor es el ateísmo por antonomasia: sólo quienes aman saben que no hay más dios que el poseedor de los labios contiguos. Connolly traza los andamiajes de su propia religión:

“En mi religión todos los creyentes dejarían el trabajo al ponerse el sol y tomarían juntos un trago pour chasser la honte du jour. Esto se haría en remembranza del primer ocaso, cuando el hombre debió pensar que la noche entrante iba a ser eterna”.

En La tumba sin sosiego también nos enfrentamos a nuestros propios temores, los más íntimos, aquellos que llegan cuando el silencio entra en comunión con las tinieblas, justo cuando el día ha muerto y pretendemos entrar a la región de la inconsciencia: “El temor a la soledad puede vencerse, pues proviene de la debilidad; los seres humanos han sido hechos para vivir libres, y ser libre es estar solo, pero el temor a la servidumbre es el temor a un peligro real, y aun me parece más patético cuando se trata de hombres jóvenes que temen a la soledad y se casan, y de muchachas bonitas que se preocupan por quedarse solteronas”.

Los grandes libros, aquellos que intentan responder las preguntas que se van germinando a lo largo de los años en todos los hombres, iluminan nuestro camino hacia el abismo. Cyril Conolly escribió grandes libros, obras maestras. La tumba sin sosiego es un agreste consuelo para todos aquellos que compartimos el oscuro privilegio de poseer un corazón melancólico.

 

 

 

 

© All rights reserved Xalbador Garcia

XALBADOR GARCÍA (Cuernavaca, México, 1982) es Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) y Maestro y Doctor en Literatura Hispanoamericana por El Colegio de San Luis (Colsan).
Es autor de Paredón Nocturno (UAEM, 2004) y La isla de Ulises (Porrúa, 2014), y coautor de El complot anticanónico. Ensayos sobre Rafael Bernal (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2015). Ha publicado las ediciones críticas de El campeón, de Antonio M. Abad (Instituto Cervantes, 2013); Los raros. 1896, de Rubén Darío (Colsan, 2013) y La bohemia de la muerte, de Julio Sesto (Colsan, 2015).

Realizó estancias de investigación en la Universidad de Texas, en Austin, Estados Unidos, y en la Universidad del Ateneo, en Manila, Filipinas, en la que también se desempeñó como catedrático. En 2009 fue becado por el Fondo Estatal pJara la CulturPoesía, ensayo y narrativa suya han aparecido en diversas revistas del mundo, como Letras Libres (México), La estafeta del viento (España), Cuaderno Rojo Estelar (Estados Unidos), Conseup (Ecuador) y Perro Berde (Filipinas). Fue editor de la revista generacional Los perros del alba y su columna cultural “Vientre de Cabra”, apareció en el diario La Jornada Morelos por diez años. 
Actualmente es colaborador del Instituto Cervantes de España, en su filial de Manila y mantiene el blog: vientre de cabra.

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