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Diciembre 2022

ITINERARIO DEL POETA ORLANDO ROSSARDI: UNA PESQUISA COMPARTIDA. PARTE II

Estoy absolutamente de acuerdo: la accesibilidad que garantiza la libertad de pensamiento y acción, fuera del contorno isleño, produce cambios radicales en el comportamiento dentro de las sociedades depuradas de imposiciones, particularmente las ideológicas. La siguiente pregunta se la he hecho a otros entrevistados y me parece que mi proyecto será más abarcador con su respuesta. Algunos historiadores y sociólogos afirman que, en más de un sentido, la coexistencia de elementos disímiles: costumbrismo, carácter, cotidianeidad, lengua, música, más las orientaciones tanto éticas como estéticas, aún las filosóficas, le dan al cubano una constitución cultural diversa muy peculiar. Elaborando en su experiencia en el campo literario, ¿Qué opinión aportaría usted a estas afirmaciones?

Creo que en la pregunta anterior respondo un poco lo que ahora quieres que te aclare. Mencionas lengua y música, claro, elementos que se hacen presentes en la poesía de nuestros poetas, así como en la obra de muchos poetas del mundo. Te acabo de mencionar al colombiano León de Greiff, donde la música y varios aspectos lingüísticos peculiares salen a proscenio con frecuencia. Veamos la poesía de un Nicolás Guillén, por ejemplo; o las notables contribuciones de un Emilio Ballagas. La poesía del exilio no cuenta con muchos de esos “elementos culturales disímiles” que mencionas, quizás por encontrarse alejados de la “nación”, de esa “tierra firme” que quedó atrás y que, en cierta manera, “imprime carácter” producto de esa “cotidianidad” a la que aludes. Todo esto, desde luego, es discutible y, claro, se debe tratar a fondo en su momento para llegar a un conocimiento más amplio de la poesía cubana, la de adentro y la de afuera, que, en su universo total, desde luego debe de ser y es una solamente, lograda con la gran vitalidad que presentan los poetas cubanos en general.

Hasta cierto punto coincido con usted. De mi parte diría que las influencias que nos brinda el hecho de no estar subyugados en términos sociopsicológicos, puede que también afecte la idiosincrasia cubana en forma y contenido. Sin embargo, me parece que el contacto con voces foráneas también la enriquecen. De hecho, se está escribiendo mucho en lugares cercanos o alejados de la isla, con un marcado y obvio propósito de añorar, evocar y aún soñar en una Cuba que sería ya una nación futura, diferente y en camino al desarrollo. Mientras tanto, apoyado en las lecturas de escritores y poetas de Cuba y demás naciones, en su criterio, ¿Qué autores le llamaron la atención en su trayectoria como autor? ¿Hubo entre ellos algunos que le impactaron? ¿Siente que por lo menos uno de ellos ha dejado una huella en su imaginario? Sea por coherencia y comunidad con los problemas contemporáneos que abordan las artes en general y la poesía en particular, o simplemente por gustos compartidos, desde su perspectiva, ¿qué autor o autores nunca pasa o pasan de moda?

Aquí van dos preguntas en una. De un lado quieres saber qué autores me han llamado más la atención durante este largo proceso de ser poeta y exhibir mi poesía, y la otra pregunta: ¿qué autor o autores nunca pasan de moda? Bien, pues te diría de una manera un tanto egoísta, que aquellos autores que a mí me gustan son los mejores y, desde luego, serían aquellos que no pasan de moda. Para empezar ya te dije que desde muy pronto los místicos españoles fueron una luz de guía en mi primera juventud, luego los poetas de la generación del 27 en España y junto a éstos los cubanos y los hispanoamericanos en general. Nombremos –saltando los notorios místicos que todos apreciamos— en España los nombres que siempre traigo en los bolsillos: Lorca, Guillén, Salinas,

Machado y en la cúspide Juan Ramón Jiménez. Entre los nuestros de Sur y Centro América: Rubén Darío, que puso en bandeja de plata, para muchos, el buen quehacer de la poesía, pésele a quien le pese. Y luego otros como los mexicanos Oliverio Girondo, José Gorostiza y Octavio Paz; el colombiano León de Greiff; el peruano César Vallejo, los chilenos, Gabriela Mistral y Pablo Neruda y los argentinos Leopoldo Lugones y por encima, para mi gran deleite, mi maestro que lo fue en la Universidad de Texas, Borges, Jorge Luis Borges de quien he bebido mucho en las múltiples lecturas que he hecho, y sigo haciendo, de sus libros. Puerto Rico tiene a Palés Matos y la isla nuestra puede exhibir a José Martí que engancha en sus “modernas” redes poéticas al nicaragüense Darío, y los más cercanos en oficio y tiempo José Lezama Lima, Eugenio Florit, Gastón Baquero, cada cual en su lugar y ofreciendo una cosecha muy de cada uno, y aquellos compatriotas al doblar de la esquina Manuel Díaz Martínez, Ángel Cuadra y Armando Álvarez Bravo, entre otros más jóvenes que se van destacando.

Ubiquémonos entonces en los lugares que, en sus andares fuera de Cuba tuvo la suerte de residir, laborar y crear: Madrid y finalmente Miami. Háblenos por favor de sus contactos habituales en el ambiente literario en la capital española, luego en la capital del exilio: amistades y conexiones, tertulias, presentaciones, ferias, entrevistas y otros encuentros culturalmente enriquecedores; en fin, regálenos un poco de su experiencia en el mundo de las letras en estas dos grandes ciudades tan iguales y tan distintas.

Vaya, pues. Es una respuesta con la que podría escribir todo un libro. Dije antes que dejé la querida isla un septiembre de 1960, rumbo a España. Allí me encontré personalmente con poetas que ya conocía por lecturas previas, claro, entre ellos y en Madrid, el poeta sevillano Manuel Mantero que acababa de publicar su libro Tiempo de hombre, y nos hicimos muy amigos. Fue Manolo quien me presentó en la tertulia poética del Ateneo madrileño que dirigía el conocido poeta José (Pepe) Hierro. De allí data también la amistad con el poeta Félix Grande. Entre lecturas y “chatos” de vino, con amigos madrileños que formábamos parte del “club de la meada” (así llamado porque teníamos que orinarnos en cualquier esquina del famoso edificio que en aquellos días ocupaba la Seguridad del Estado y que se encuentra en la conocida plaza de la Puerta del Sol, ahora ocupado por el gobierno de la Comunidad de Madrid) nos propusimos darnos un viajecito de recitales por Sevilla, Cádiz y San Fernando que se hizo entre muchas copas de jerez y singulares juergas, a las que nos acompañaba el entrañable Humberto López Morales. En Cádiz Humberto sacó a la luz su primer libro Poesía cubana contemporánea, en la colección Arrecife (1963) bajo el patrocinio del amigo poeta gaditano Leonardo Rosa Hita y el entusiasmo de los poetas amigos Rafael Melero y Juan Cervera Sanchís.

En Madrid, mientras asistía a clases en la Universidad Complutense, pude intimar con Gastón Baquero, nuestro gran poeta. Para mi fortuna nos hicimos buenos amigos y con él ambulábamos esas calles, acompañados por otros amigos que por las noches acudíamos a las tertulias del café Gijón, donde nos reuníamos a disfrutar de una “larga y extendida” tónica y de la mágica conversación del maestro que ese año de 1960 acababa de sacar sus Poemas escritos en España. Aquí y llegada esta anécdota, no puedo evitar la mención de un autor famoso, Francisco Umbral, que en su libro La noche que llegué al Café Gijón dice (acudo ahora al libro en cuestión) en su página 99: “Empezaban a llegar los primeros cubanitos o gusanos, y entre ellos…la bonhomía hispanista, pensante, ilustrada, reaccionaria y equivocada del cultísimo Gastón Baquero, mulato elegante y grande, solitario, erudito, enigmático y obsesivamente aferrado a la reacción.” Fue también en Madrid donde participé en un seminario en el por entonces Instituto de Cultura Hispánico junto a escritores españoles e hispanoamericanos; también fue en el teatro del mismo instituto donde estrené mi pieza La Visita, publicada más tarde en Virginia, Estados Unidos. La editorial Aguilar, que por entonces publicaba cada año su Antología de Poesía Española me publica unos poemas en su edición de 1964-1965 y antes, recuerdo que, en su edición 99 de 1961, la revista Poesía Española saca unos poemas míos. Fue por entonces, en 1965, cuando asistí a un congreso de hispanistas en Nimega (Holanda), al que también asistía Humberto y Eugenio Florit y donde pude intimar con grandes filólogos como Marcel Batallón, Ana María Barrenechea y Ángel Rosenblat.

Salto a Nueva York, después de un tiempo en Madrid y allí tengo la suerte de trabajar, primero en la Revista M.D., revista médica, dirigida por el español Félix Martí Ibáñez, quien fuera Ministro de Salud Pública de la República Española. También allí pude leer Surco, su bello libro de ensayos que me obsequiara, sobre literatura, historia de la medicina, arte y psicología, publicada por Aguilar. Al trabajar luego en una editorial norteamericana conocí a los escritores Lionel Trylling y Langston Hughes; a este último dediqué un poema a su muerte que aparece en mi libro Los espacios llenos de 1991. Durante mi estancia en la ciudad de Nueva York trabajo y publico mi libro La última poesía cubana. Asisto a dos universidades, la de Nueva Hampshire y luego a la de Texas, donde concluyo mi maestría y doctorado bajo la tutela de Ricardo Gullón, que pasa más tarde a académico de la Real. Es en esta universidad donde cierro el círculo académico y donde tengo el inmenso placer de tener magníficos profesores, entre los que se encuentra Jorge Luis Borges, ya mencionado. De Austin me queda también la dicha de haber hecho una buena amistad con una profesora visitante de la que guardo buena actividad epistolar, Ana María Matute.

Con mi doctorado comienzo mi ciclo profesoral y la suerte de caer con buen pie en la excelente Universidad de Wisconsin de gran prestigio, aunque situada en uno de los lugares más fríos de los Estados Unidos. Un buen día me nombran director de los programas extranjeros en la Universidad de Madrid y regreso al lugar adonde llegué de Cuba en el año 1960 ya mencionado.

A partir de este momento se suman otras publicaciones como las que me propone Antonio Quiles, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, una Historia de la Literatura Hispanoamericana, publicada en 1976, de la que se publicaron seis tomos, una gran empresa en la que colaboraron mis amigos los profesores Armando González Pérez y José A. Escarpanter. Otra extensa empresa fue la edición de tres tomos de Teatro Selecto Hispanoamericano Contemporáneo de la editorial Escelicer, de 1971 con la colaboración de mi buen amigo el escritor y gran teatrista ya fallecido Carlos Miguel Suárez Radillo. Vendrían luego otras publicaciones más, sobre todo de poesía con las editoriales regentadas por magníficos editores y escritores de calibre como lo son Carlos Alberto Montaner, Felipe Lázaro, Pío Serrano y mi editor constante, inmejorable y fino Fabio Murrieta Rodríguez. Aquí debo mencionar a mi querido y magnífico escritor, también editor de un estupendo Dossier Orlando Rossardi y al constante y esforzado amigo Luis de la Paz que ha editado, aquí y allá, muchos de mis poemas en sus publicaciones El Ateje y el PEN de Escritores Cubanos en el Exilio.

No me es posible dejar de contar el más que interesante encuentro Jornadas de Poesía Cubana La Isla Entera, de finales de noviembre de 1994, organizado por la Secretaría de Cooperación Iberoamericana del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, al que fui invitado y que reunía a poetas cubanos residentes en la isla y también a poetas cubanos residentes fuera de ella, es decir, en el exilio. Allí participan, de Cuba: Reina María Rodríguez, Delfín Prats, Enrique Sainz, Jorge Luis Arcos, César López, Efraín Rodriguez Santana, Rafael Alcides, Cleva Solís, Pablo Armando Fernández Guillermo Rodríguez Rivera, José Prats Sariol, Bladimir Zamora y León de la Hoz. Residentes fuera de la Isla: José Kozer, Heberto Padilla, José Triana, Nivaria Tejera, Manuel Díaz Martínez, Alberto Lauro, Mario Parajón y yo, Orlando Rossardi; además Gastón Baquero, a quien se le dedicaba el encuentro y que funcionó estupendamente bien. Muchos recuerdos y jugosos artículos de la prensa española y de los Estados Unidos en español guardo en ricos archivos. Debo de agregar aquí que en esos momentos yo me encontraba en Washington D.C., trabajaba en Radio Martí desde su fundación y me desempeñaba como Director de Programación de la estación de radio del gobierno norteamericano que, como es sabido, transmitía programas nada del agrado del gobierno revolucionario de Cuba. Pero varios y variados han sido los congresos sobre Cuba, su literatura y sus problemas políticos y sociales a los que he asistido como ponente. En Nueva York, por ejemplo el que se celebró en la catedral neoyorkina de Saint John the Divine, el que se llevó a cabo en la Université Sorbonne de París con la presencia de Eugene Ionesco; el de Cádiz  Con Cuba en la Distancia, en la Universidad de esa ciudad patrocinado por Fabio Murrieta y su editorial Aduana Vieja, y el llevado a cabo en la Universidad Rutgers, situada en New Brunswick, New Jersey, con la escritora y profesora Ileana Fuentes a la cabeza y al que asistió, entre muchos escritores y artistas del exilio, Reinaldo Arenas. De ese encuentro “de las dos orillas”, poseo una bella foto en la que estamos con Reinaldo, Rita Geada, José Ignacio Rasco y Uva de Aragón.

Ya establecido en Miami he participado varias veces en la Feria Internacional del Libro que lleva a cabo durante años el Miami Dade College, colaboro con organizaciones locales como NACAE, Asociación Nacional de Educadores Cubanoamericanos de la que he sido presidente, y llevo años colaborando con el ya mencionado PEN de Escritores Cubanos en el Exilio, siendo en alguna ocasión Secretario General y, en la actualidad funcionando como vicepresidente. Para añadir algo más y “que no se me quede algo en el tintero” debo poner en justo lugar, que soy desde ya hace muchos años, miembro Numerario de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y miembro Correspondiente de la Academia Panameña y de la Real Academia Española en la que he colaborado en varias de sus publicaciones, como en el Diccionario de Americanismos de 2010 y también la Enciclopedia del Español en los Estados Unidos publicación del Instituto Cervantes de 2008, en el que colaboran una buena cantidad de escritores cubanos residentes en Miami entre los que se encuentran Maricel Mayor Marsans, Joaquín Badajoz, Marcos y Norma Miranda, Matías Montes Huidobro, José Abreu Felippe, Luis de la Paz, Uva de Aragón, Leonel de la Cuesta, Olga Connor, bajo la coordinación de Humberto López Morales.

Y finalmente, ya que ambos nos encontramos en el otoño de nuestras respectivas líneas existenciales, me consta que estamos conectados a un cierto número de afinidades. Entre ellas cuento la poesía, la lectura, la escritura y el amor por la lengua castellana. Precisamente estuve presente en el homenaje póstumo al poeta Ángel Cuadra y en la presentación de la antología/homenaje a Armando Álvarez Bravo, sesiones en las que usted jugó un papel protagónico. Impresionado con la obra de ambos escritores y el merecido reconocimiento que se les otorgó, me aventuro a preguntarle: ¿qué tipo de reflexiones le invaden en sus momentos de inmersión por esos mundos metafísicos a que aluden mis palabras? ¿Cómo desearía usted que lo recordaran las futuras generaciones?

Esta pregunta pide algo así como un “destape” del cuerpo y del alma de mi obra. Al avanzar por ese camino debo alertar que a lo mejor cometo algún que otro error de situación o de circunstancia; digamos que me meto en unos predios un tanto oscuros al analizar mi va y me viene de la poesía, digamos vaivenes de mi trabajo literario. Por ello es mejor que me limite a decirlo todo en unos poemas míos, dos poemas que llevan en su título, precisamente de lo que empezamos a hablar y se titulan uno Entrada del poema y el otro Salida del poema, que habría que leer para entender, si eso fuera posible, lo que se “cocina” en ese horno de mi conciencia literaria. La salida, en su primer verso, lleva un destino: “Salir al aire. Entrar por el borde del suicidio.” El aire supone vida que se esparce en el espacio etéreo para llegar al poema que se cuela (que se forma) por ese suicidio que va a dar en las letras que lo componen, que permanecerán allí fijos, terminados, en el poema cumplido. Y concluye en versos que lo definen: El poema/ exacto tirado por la borda con su cara reposada/ en la sabia, tierna y colorida, desnudez del vuelo., Desde luego, ese aire del primer verso del poema sale para cumplir su vuelo, su destino que es el poema mismo que nace como una criatura de cara reposada y tierna. La entrada del siguiente poema es casi como una salida: ha nacido para el lector, los lectores que “cabalgan, como un dios que se ha aprendido/ con panes, peces, agua y vino a hacer milagros/ en la página vacía, a mirar cómo se filtra y cuela/ con el padre, un hijo, una cruz, el verbo entero.

Esta cita de un par de poemas muestra un poco por dónde van los tiros. Mis reflexiones van recorriendo o pretenden recorrer, porque tocan a mi puerta anímica y se van convirtiendo luego en poemas, por un lado, todo aquello que es eterno: Dios y la muerte, y luego también, todo aquello que es finito: el ser humano y su vida, y en esa vida todo lo que le acontece: amor, dolor, felicidad y dentro de esa vida lo que le ocupa al ser humano como puede ser su deseo de crear, de producir arte y quizás por qué lo hace y cómo lo hace. De todo esto se ocupaban los buenos poetas a que se refiere en la pregunta. Buenos amigos y excelentes creadores que mantuvieron un trabajo constante. Ellos, como yo, se han ocupado en sus poemas de uno de los asuntos que atraen a muchos poetas contemporáneos, la obra misma y el proceso de creación, a que nos referimos antes.

En lo concerniente a ese supuesto deseo al que se refiere de cómo quiero que me recuerden las futuras generaciones. Nunca, créame, me he detenido en pensarlo. Solo me gustaría que una mano cualquiera me sacara “vestido de libro” y leyera un poema mío que le agrade y luego escriba, con esa misma mano, algo parecido a lo que yo he escrito. O quizás ya no saque el libro de cualquier librero, sino que te lee en su ordenador o computadora unos versos, de cualquiera de mis textos, y se los muestre a alguien que comparta su admiración por ese extraordinario arte de crear, solo con palabras, en ese “trabajo gustoso” al que se refería Juan Ramón Jiménez, un maravilloso universo de letras que juntas y de una manera casi mágica, logren sacarnos una sonrisa de satisfacción.

De mi parte, le aseguro que así es y será. Gracias por su aporte a mi crecimiento en la alquería de la cultura, mi querido amigo y poeta Rossardi. Quod scripsi, scripsi.

 

ORLANDO ROSSARDI (La Habana, 1938). Escritor, periodista, investigador y profesor universitario. Miembro de número de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y correspondiente de la Academia Panameña y de la Real Academia Española. Pertenece al PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio y a la Asociación Nacional de Educadores Cubanoamericanos. Su obra ha sido publicada en España, Hispanoamérica y los Estados Unidos.

 

BIBLIOGRAFÍA

POESÍA:

Obra Selecta (Valencia, 2019)

Tras los rostros (Valencia, 2017)

Palabra afuera (Valencia, 2015)

Totalidad (Valencia, 2012)

Fundación del centro (Valencia, 2011)

Canto en la Florida (Valencia, 2010)

Casi la voz (Valencia, 2009)

Libro de las pérdidas (Valencia, 2008)

Los pies en la tierra (Madrid, 2006)

Memoria de mí (Madrid, 1996)

Los espacios llenos (Madrid, 1991)

La última poesía cubana (Madrid, 1973)

Que voy de vuelo (Madrid, 1970)

El diametro y lo estero (Madrid, 1964)

TEATRO

La visita (Virginia, 1997)

Teatro Selecto Hispanoamericano Contemporáneo, 3 volumes,(Madrid, 1973)

ENSAYÍSTICA

Gabriela Mistral y los Estados Unidos (New York, 2011)

Historia de la literatura hispanoamericana, 6 volumes, (Madrid, 1976)

León de Greiff: una poética de vanguardia (Madrid, 1973)

Cuadernos monográficos

Dossier Orlando Rossardi ,La Gota de Agua, Philadelphia, 2018)

 

 

 

FIN DE LA PARTE II. PARA UNA NOCIÓN MÁS COMPLETA, SÍRVANSE LEER LA PARTE I, PUBLICADA EN ESTA COLUMNA, EDICIÓN DEL PRIMERO DE NOVIEMBRE DEL 2022.

 

 

© All rights reserved Héctor Manuel Gutiérrez.

Héctor Manuel Gutiérrez ha realizado trabajos de investigación periodística y contribuido con poemas, ensayos, cuentos y prosa poética para Latin Beat Magazine, Latino Stuff Review, Nagari, Poetas y Escritores Miami, Signum Nous, Suburbano, Eka Magazine, Insularis Magazine y Nomenclatura, de la Universidad de Kentucky. Ha sido reportero independiente para los servicios de “Enfoque Nacional”, “Panorama Hispano,” “Latin American News Service” y “Latino USA” en la cadena difusora Radio Pública Nacional [NPR]. Cursó estudios de lenguas romances y música en City University of New York [CUNY]. Obtuvo su maestría en español y doctorado en filosofía y letras de la Universidad Internacional de la Florida [FIU]. Es miembro de National Collegiate Hispanic Honor Society [Sigma Delta Pi], Modern Language Association [MLA], y Florida Foreign Language Association [FFLA]. Creador de un sub-género literario que llama cuarentenas, es autor de los libros CUARENTENAS, Authorhouse, marzo de 2011, CUARENTENAS: SEGUNDA EDICIÓN, agosto de 2015, CUANDO EL VIENTO ES AMIGO, iUniverse, abril del 2019, DOSSIER HOMENAJE A LILLIAM MORO, Editorial Dos Islas, 2020 y DE AUTORÍA: ENSAYOS AL REVERSO, Editorial Dos Islas, 2022. Les da los toques finales a dos próximos libros, ENCUENTROS A LA CARTA: ENTREVISTAS EN CIERNESLA UTOPÍA INTERIOR, estudio analítico de la ensayística de Ernesto Sábato.

Me quito el sombrero y pienso en lo finito de mi conocimiento. Buena entrevista por parte del entrevistador y por supuesto del entrevistado.

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