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Diciembre 2016

RECUPERAR A LAS AUTORAS PERDIDAS, UNA VOLUNTAD NARRATIVA DIFERENTE. CONVERSACIÓN CON CARMEN BOULLOSA.

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Carmen Boullosa es poeta, novelista y dramaturga. Sus novelas han sido traducidas a varios idiomas. Ha dictado conferencias y participado en lecturas de su obra en diversas partes del mundo. En 1989 recibió el Premio Xavier Villaurrutia por Antes (novela). La salvaja (poesía) y Papeles irresponsables (varia invención) fueron publicados durante ese año. Asimismo, ha sido becaria de la Fundación Guggenheim y del Centro Mexicano de Escritores. Forma parte del Sistema Nacional de Creadores. Fue visitante distinguida de la Universidad Estatal de San Diego, y en la actualidad imparte cursos en la Universidad de Georgetown, en Washington D.C. También ha publicado Duerme (1994) Cielos de la tierra (1997), Treinta años(2003) y Texas (2013).

En el marco de la Miami Book Fair International que se celebró del 13 al 20 de Noviembre del presente año tuvimos la oportunidad de conversar con la escritora mexicana sobre su obra, su novela más reciente El libro de Ana y el papel de las revistas literarias.

 

¿Cómo nace esa intención de ficcionar la historia o referentes literarios?

Carmen Boullosa: Quiero contar historias escondidas, que aparentemente están muy digeridas por la gente. Por ejemplo, cuando escribí La otra mano de Lepanto, tomé la gitanilla de Cervantes, pero me imaginé el relato en un contexto histórico. Hice un viaje con Cervantes, imaginé la historia no contada, el entretelón a manera de homenaje a un autor que adoro, que todos queremos y a sus contemporáneos. También hablar de la expulsión de los moriscos, la esclavitud de los gitanos. Pero era para subrayar una historia en un contexto que no estaba allí de guerra, violencia y social de esa época. Era una forma de ver el encuentro en el mundo árabe y occidental, que en el momento que comencé la novela había alcanzado un nivel de violencia espeluznante, estaba yo en Nueva York cuando cayeron las torres gemelas, vi la declaratoria de guerra del Señor Bush y era como una guerra religiosa, como en tiempos de Cervantes. De ese material, de ese estado de ánimo colectivo puntual, desde allí vi un presente puntual donde había sido creada la obra cervantina, ese fue mi viaje en esa novela.

En el caso del libro de Ana, releyendo Ana Karenina, topo con un pasaje del que se habla de que ella ha escrito un libro y Tolstoi no lo vuelve a mencionar. El libro de Ana desaparece y es un libro bueno, lo dice un personaje de la novela que es editor, escritor y opina que debe ser publicado, Ana le contesta que no, que es un borrador con el cual seguirá trabajando. Después Tolstoi no vuelve hablar del manuscrito. Lo que me interesaba era ese proceso de destrucción por parte de Tolstoi de un personaje del cual se enamora que es Ana Karenina, con esa trama que ha creado en la cual morirá y antes de que ella muera, muere su libro, entonces yo rescaté su libro.

El juego metaliterario, está muy marcado con esos diálogo de Tolstoi con sus personajes ficticios, tu libro es un juego de matrushkas un libro dentro de otro libro y un personaje dentro de otro personaje.

CB: Sí, le regresé a Ana no solamente su libro, sino la mirada de sus hijos adultos, porque Ana muere joven y ella no ve a su hijo, su adoración, al que había sacrificado por irse con Vronsky ya no lo vió adulto, lo perdió para siempre.

Mi mamá murió joven, ella dejó de ver a su hija menor cuando tenía dos años, mi hermana Mercedes, a mí no me volvió a ver desde mis catorce, entonces yo le regresé a Ana lo que yo sé que a mi mamá o a Ana les hubiese gustado, la mirada de sus hijos adultos. Sergio ya de la edad en que muere su madre y Annie un poco menor, le regreso su libro y le regreso sus hijos.

Eso me obligó hacer un juego de matrushkas, ese juego de la novela de Tolstoi, donde tomo un pasaje del cual no vuelve a hablar.  E imaginé ese mundo de Ana Karenina, para escribir que tipo de libro, que ya no tendría la misma textura del libro que había seducido al editor, sino una textura que correspondiera con ese estado de ánimo que la llevó a su muerte, un estado de ánimo erotizado, insatisfecho, enloquecido, con altibajos y el láudano (opio que tomaba todas la noches para poder dormir). Estamos ante una sensibilidad enfebrecida alimentada con un psicoactivo y con una gran pasión que le ha resultado insatisfecha. Y así imagino que ella escribe su libro y ese libro está en mi novela donde uso las piezas de la novela de Tolstoi y del momento histórico, como el Domingo Sangriento y el Padre Gapón. Y en la casa de Ana y Sergio, coloqué todas las clases sociales, la alta y la baja, visito estos dos mundos, quería este juego de piezas quedara ensamblado pero no revuelto.

En el contexto histórico que señalas mencionas una fecha específica, 8 de enero de 1905, en la lectura que yo hice del libro veo un paralelismo entre la Revolución Rusa y la Mexicana, me pareció que había un guiño para hacernos ver lo que sucedía en ambos lados del mundo.

CB: Bueno, por un lado es el ojo de una mexicana, es un ojo tricolor, viendo un clásico que no fue escrito en nuestra lengua ni pertenece a nuestra cultura, pero sí el momento de las grandes revoluciones, los mismos personajes hablan de la lucha de clases, los trabajadores unidos en Europa y el caso de México es un poco más conflictivo y en efecto se parece más a Rusia que a Europa, los personajes están menos alertas. Aunque también hay muchas diferencias y la comparación no puede ser total.

Más que querer hacer el guiño, yo deseaba tocar el tema de la autora perdida, es un tema que me obsesiona. Llevo años dando cursos de las autoras perdidas del canon latinoamericano. Eso preparó mi enganche con Ana Karenina, a quien veo como una de estas autoras, claro aunque es una autora de ficción.

En mi obsesión y búsqueda de autoras perdidas (creo que será el próximo libro que publique), he estado haciendo retratos de autoras latinoamericanas, no de ficción, ellas son reales. esta labor, es de curiosidad literaria y de reivindicación de estas mujeres.

He ido tras escritoras como Marietta de Veintemilla, autora ecuatoriana del siglo XIX que fue primera dama, quien escribió un libro extraordinario que se llama Páginas de Ecuador, el cual no tiene desperdicio, de la primera página hasta la 406 y  no ha sido publicado de nuevo. Está borrado del canon latinoamericano aunque sea un libro capital, un libro que es una memoria, una reflexión histórica, de aventuras, de la historia de Ecuador, que es la historia de la caída del sueño de Bolívar. También como la argentina Juana Manuela Gorriti, que son autoras muy importantes y no forman parte de nuestra historia literaria, hay muchas más. Yo no diría que es un hobby es una pasión.

Si claro, una pasión, yo por hobby entiendo armar un rompecabezas, por ejemplo, y hay gente que se apasiona armándolos.

CB: Yo tengo una pasión por los rompecabezas cuando estoy terminando una novela, ahora no lo he hecho. Cada que termino una novela comienzo un rompecabezas grande, digamos de dos mil piezas y eso me ayuda a darle coherencia al mundo.

Pero, bueno, una novela es un rompecabezas, tiene uno las diferentes partes del texto y llega el momento en que toca sentarse y acomodar las piezas.

CB: Si, tiene un pedazo de rompecabezas y lo que este hace es que le trae orden a un mundo roto.

Creo que mi pasión por las autoras latinoamericanas tiene ese sentido.

Retomando el tema de la reivindicación de la mujer no solamente está el personaje de Ana Karenina, sino el personaje de Clementine como luchadora social, siempre la parte histórica se habla del caudillo, pero en realidad la mujer ha estado al frente, a veces en un contexto que nos parece obvio, la mujer que ve a su hijo morir de hambre, es la primera que sale a luchar. Pero es evidente que no hemos prestado la debida atención a las mujeres que han sido siempre motores de cambio.

CB: Sí en el caso de México y es una de mis autoras, quien tal vez no pueda entrar en mi libro porque no hay suficiente material sobre ella, está Dolores Jiménez y Muro, que era la ghostwriter de Zapata, le escribía sus discursos, la frase “La tierra es de quien la trabaja” la hizo ella. José Revueltas le rinde un homenaje muy hermoso, en un guión que escribió sobre Zapata donde la hace en su amada. Cosa que no creo que sea verdad, ella no era una mujer de pasiones amorosas, era un periodista muy conocida en su tiempo, muy aguerrida, una activista, formaba parte de un grupo llamada las águilas de Moctezuma, trabajaban juntas, hacían reuniones, planeaban publicaciones, folletos, se enroló en el ejército de Zapata, era coronela del mismo, en la mítica y maravillosa fotografía de Zapata y Villa sentado en la silla presidencial la única mujer que está presente en ese cuadro es Dolores Jiménez y Muro, está entre ellos dos, ella estuvo con ellos en todo.

En el caso del movimiento que hace Vasconcelos en la educación forzosamente había mujeres muy involucradas.

CB: Bueno, Vasconcelos trae a Gabriela Mistral, que era una maestra rural y escritora. La llevó por todo México, para que estudiara el caso y ella junto con el equipo de Vasconcelos, ideó las normales rurales mexicanas. Me llama la atención que con todo lo que se ha hablado de Ayotzinapa, no se haya hecho el nexo entre Gabriela Mistral y Ayotzinapa, y claro también tengo mi retarto de esta autora en mi libro, porque es otra de las grandes.

Volviendo al libro de Ana en el momento, muy al inicio, cuando nos pones de frente que estamos leyendo personajes de ficción, me causó impacto, porque generalmente cuando estamos inmersos en una novela les damos vida a los personajes ¿cuál era tu intención a este respecto?

CB: Es un juego antinovelístico que he hecho en muchas de mis obras, La milagrosa, Son vacas, somos puercos, La otra mano de Lepanto.

Es un juego de ficción, que no busca hacer una novela realista, aunque tenga puntualmente un contexto real, invito a participar a otro tipo de acercamiento a la creación de un personaje.

No son personajes de carne y hueso, se parecen más a personajes dibujados, estos pueden conmovernos mucho, cuando uno ve una película animada uno siempre sabe que no son personajes de carne y hueso, así son mis novelas.

Lo han hecho también nuestros clásicos, como Cervantes con el Quijote. Kafka hizo novelas pintadas, no son novelas fantásticas, es otra cosa, es literatura pintada, lo que no significa que sean de cartón ni caricaturas.

Pero es otra voluntad, una voluntad narrativa diferente. Lo he hecho casi en todas mis novelas.

En mi libro La novela perfecta, estamos ante personajes de carne y hueso, uno de ellos inventa una fórmula para ahorrar la comunicación imaginaria entre un ser humano y otro sin pasar por medios como el escrito o el celuloide. Él usa un sensor y su máquina enseña a todos los demás lo que acabas de imaginar. La novela comienza con personajes de carne y hueso y ellos entran a este mundo que es pintado. Adentro hago un juego, imagino lo que está imaginando el personaje que es escritor.

El desea imaginar una novela de carne y hueso y que sea un bestseller, y la empieza a contar y no sigue, porque le aburre o no vende, por lo que sea, pero juego a la diferencia entre lo que es una novela pintada y una realista.

De hecho en el libro de Ana haces referencia al retrato de Ana Karenina.

CB: Sí de una belleza, que es más bella que la propia Ana y más viva. Es a prueba de todo y es un retrato.

Me gustó mucho cuando dices que Tolstoi olvidó la risa de la Karenina.

CB: Si que Ana reía y él nunca lo dijo, y claro eso lo digo yo, cuando la vi, la pude ver porque la pintó Tolstoi. También al autor cuánto se le escapa, el mismo Tolstoi lo dice, cuánto de mis personajes se me escapa, porque ya existían. Es esa maravillosa relación entre el mundo literario y el real, se alimentan mutuamente y se escapan mutuamente. No hay novela superrealista que no sea como el aparato que yo me imagino inventaba mi personaje, que intenta mostrar un mundo exacto.

En este juego de mostrarnos que el personaje es una ficción a partir del sufrimiento que le impone el autor, está la rebelión del personaje que lo humaniza al intentar quitarse este yugo, la imposición de otros sobre lo que es su ser y querer salir de ese espacio que la tinta le ha dejado.

CB: Que lo hace prisionero. Como a nosotros nos hace prisioneros la naturaleza, nos hemos pasado toda la vida tratando de escapar de las leyes de la naturaleza. Y lo hemos conseguido, quizás…

Gracias a la tecnología.

CB: Bueno claro, desde que Colón llegó a América, consiguió romper con límites humanos, no lo hizo nadando, llegó con tecnología. Ha sido una aspiración, mayor velocidad, ligereza, movilidad y la otra aspiración suprema es no morir…

Transformar el cuerpo

CB: Eso ya se hizo hace mucho porque en 1981 se hizo la primera operación transexual. Dicen las revistas científicas que ya nació la primera generación de inmortales. Esa gente que no morirá claro si es que tienen suficiente dinero. Porque se conjetura, que para cuando sean adultos ya se habrá descubierto la manera de que el cuerpo no envejezca. Los primeros inmortales son apenas unos niños.

Incluso algunas publicaciones argumentan que la muerte es una enfermedad. La inmortalidad ha sido el sueño y la pesadilla de la humanidad.

CB: Claro, también de eso hice una novela que se llama Cielos de la Tierra.

La novela consta de tres partes. Una es en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco en el siglo XVI, sobre la primera generación de indios conquistados. Al Vaticano le interesaba demostrar que los indios tenían alma para continuar con su negocio de esclavitud, tenían intereses en la importación de esclavos. Al demostrar que los indios podían aprender latín y teología eso confirmaba que poseían alma y por lo tanto no podían ser esclavizados.

Otra parte de la novela es en el futuro, un personaje que es mujer vive entre una generación de inmortales. Ellos desean borrar la última huella de la humanidad, pues ésta solo ha traído destrucción a la tierra y deciden eliminar la lengua. Ella se opone y es testigo de lo que sucede en una generación de inmortales donde ya no hay lengua.

Es una novela muy complicada que vendió muy poco, la parte del Colegio de Santa Cruz, lo que era el México de hoy (la escribí entre los 80 y los 90) y el futuro con la generación de inmortales.

Es increíble como las miradas del pasado nos devuelven al futuro, como en el caso que mencionabas de tu novela y los desplazamientos de personas porque la gente ya no quiere convivir con el otro, como lo estamos viendo ahora en Estados Unidos.

CB: Sí, como la suástica que pintaron en la esquina de mi casa y que no me recompongo.

También cuando escribí el libro de Ana como me pasó con La otra mano de Lepanto un poco capturar un ambiente de incomodidad social que ahora persiste en México.

Si cuando en el libro dices fue el Estado.

CB: Si lo digo en el libro y lo decían ellos. Y lo decía yo en el presente. Lo tomaba como una atmósfera que deseaba incorporar en el libro, pero a como se han puesto las cosas volteo a ver la novela y parece rosa, porque las cosas se han puesto terribles.

Ahora por eso creo que mi siguiente será sobre las autoras, porque voy interrumpir escribir otra novela. Para tratar de capturar este ambiente tan único y enrarecido. Nabokov se pasaba mucho tiempo capturando mariposas, eso para mí resulta la metáfora del escritor, capturar algo, en mi caso es capturar atmósferas, contarlas, contagiarlas, enseñarla, hacerla sentir, para tratar de comprenderla.

El libro de Ana fue una novela que escribí después de coescribir un libro con mi marido que se llama Narcohistoria, contando como México y Estados Unidos juntos han creado esa violencia en México.

Así es y debemos de ser autocríticos cuando somos cómplices de las estructuras de poder.

En este sentido el pasaje cuando Sergio se niega a vender el retrato de su madre, yo leo, que no es solamente el que será expuesto ante la sociedad, sino el arte que se está vendiendo a una estructura de poder que oprime al pueblo que muere de hambre.

CB: Por supuesto, por supuesto, y ahora siempre ocurre con el arte, es que el arte es bastardo. Velázquez pintó la expulsión de los moriscos no tomó ninguna distancia crítica, le pareció muy bien porque el rey se lo pagaba. El caso de Tolstoi es excepcional, no es único, pero él de verdad se volvió un activista en contra del poder, al margen de ser un gran escritor es un luchador social, a veces un poco perdido, porque es humano.

Para finalizar hablemos sobre el papel de las revistas literarias y en tu caso concreto el caso de Los suicidas.

CB: Cuando era joven escritora había revistas maravillosas en México, estaba Plural de Octavio Paz, el semanario cultural del periódico Excélsior, la gaceta del Fondo, para mi eran una manera de entender muchas como joven lectora.

Con los años me fui haciendo menos un animal de revistas, me he vuelto un animal de biblioteca.

La revista lo que tiene muy hermoso es que habla de lo que pasa hoy. Es la entrada para el joven escritor, para el lector inmediato.

Las revistas han sido para mí muy importantes, ya mencioné Plural, estuve cuando la fundación de Vuelta. Cuando los entonces muy jóvenes de Los suicidas me dijeron vamos a hacer una revista literaria ¿quieres escribirnos una columna? Me preguntaron, y no pagaban, y tú sabes la vida económica de un escritor es un verdadero malabarismo. Por supuesto dije que sí, porque para mí era revivir, vi la revista nacer y dije estamos vivos, es maravilloso. Cada que sale una nueva editorial de jóvenes independientes eso renueva mi fe. Me alegra y pienso que no todo está perdido. Y hay tan pocas razones para creer que no todo está perdido y pues lo celebro, por eso tuve la fortuna de participar con Los suicidas el tiempo que duraron.

 Yo los seguía me gustaba la revista y recuerdo la sección “caras vemos escritores no sabemos”. Era como salir de la burbuja del escritor.

CB: Claro, era entrar a una especie de sociabilización. Tuve una cereza de ese pastel, para mí Los suicidas fueron un pastel, estar en contacto con jóvenes escritores.

La cereza fue que el día que celebraron su aniversario, me invitaron a la fiesta. Eran muchísimos jóvenes que creían en la literatura. No todo estaba o está perdido.

Las revistas ya no tienen el papel de cuando era una joven lectora pero para mí es alimentar una alegría interior. Sabemos que son mucho trabajo, dinero y esfuerzo y lo hacen porque creen en la literatura, en la comunicación y sociabilización del arte.

Foto bio Omar VillasanaOmar Villasana. México (1972)

twitter @arboldetuolvido

Blog de Omar Villasana

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