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Octubre 2025

PHENOMENA. El mejor cine de Europa. Eduard Reboll

 

A los críticos y cinéfilos de Miami

 

¿Qué ha representado decidir este artículo como referencia para este mes?. Vayemos al origen actual. El cine Phenomena de Barcelona recibió el premio Carlo Lizzani Europa 2025 a la Mejor Sala de Cine Europea en el marco del Festival de Venecia. Este galardón se entregó el mes pasado, poco antes de que el cine cerrara temporalmente por reformas, con la promesa de reabrir renovado en 2026 con una doble sesión: Tiburón de Steven Spielberg y Alien de Ridley Scott.

Pero existe otra razón personal…

Un recuerdo autocinematográfico de adolescente:

Tengo doce años y he acabado mi tarea escolar el domingo por la mañana después de ir a misa. A la hora de comer, he utilizado correctamente el tenedor en mi mano derecha y, el cuchillo, sigue descansando junto al plato correctamente, esperando a que llegue la carne de vaca de un exquisito estofado que ha preparado mi madre. Hoy, no me he peleado con Francisco, mi hermano pequeño. Y estoy descansando en el sofá leyendo el Capitán Trueno un cómic adecuado para mi edad y la censura del momento político que vivímos. Es decir, hago lo correcto, según el manual de urbanidad familiar establecido.

El televisor Iberia, de diecissiete pulgadas en blanco y negro, se ha estropeado; se le ha fundido una válvula. Por lo tanto, durante esta tarde no veremos la serie Bonanza. La família de Ben Cartwright no la gozaré en su famoso rancho de La Ponderosa. “Papá, me gustaría ir al cine a ver una de vaqueros y otra de miedo. Me han dicho que ponen en el cine Continental El bueno, el feo y el malo y una, que no sé como se pronuncia, de “jitchock”, y no sé qué de Zicosi. Dicen que es muy buena y de terror del bueno. Es la historia de un loco”. Con aquella cara de resignación por un “…De acuerdo, hoy te has portado bien, puedes ir” me da 17 pesestas en la mano. Cinco monedas más, de lo que vale la entrada a la sala. “No te gastes el sobrante. Dáselo al acomodador Sr. Miguel de propina; él ya sabe la razón del porqué se lo ofrezco”. Pués sí, este duro -el nombre popular a 5 pesestas en España durante aquella época- era para que me colocara en las filas de delante; en concreto, en la séptima y en la punta izquierda del pasillo. Lugar reservado a los que ofrecían gratificación económica a sus empleados. “¿Por qué?” Me dirán ustedes. Simplemente, para evitar que los pedófilos del momento intentaran encajar su mano debajo del pantalón y sondear mi pirulilla; neologismo popular en la Barcelona citadina, para nombrar el ‘pene’de un ser humano. En las filas de atrás, las últimas, se ubican las parejas para darse un morreo; es decir, glorificar la pasión entre los labios de ambos, mientras se tocan “las cosas”.

Todo entendido, ¿no?

En la entrada del bar del cine, no paran de abrir y cerrar las puertas con los cigarrillos de papel en mano y los envases de cerveza en los dedos de la izquierda. El humo de la sala es un hecho. El mismo que evana ClintEastwood –El bueno– con el pitillo en su boca mientras saca el revólver en un cementerio lleno de cruces y soledad frente a Eli Wallach –El feo- en el famoso Sad Hill que, curisoamente, no fue rodado en Texas, donde se suponte que ocurre la acción, sino que este spaguetti western de Sergio Leone fue rodado en el Valle de Mirandilla en la provincia española de Burgos. Sigamos.Han encendido las luces después de que vemos al malo -Lee Van Cleef- tendido en una tumba vacía mientras el feo, con su horca al cuello y gritando a voz perdida, maldice al protagonista de la película cabalgando lentamente hacia la colina.

FIN 1

 

1 …Que sintagma tan divino visualmente y explícito en su hacer cuando se acababa la sesión. A penas se percibe hoy, en los films de actualidad durante la última escena.

Unos minutos de descanso y a por la siguiente película.

(Perdón, me he equivocado. Ahora viene el NO-DO. El noticiario documental que nos habla de alguna inauguración monumental que nos hace el caudillo de España. El desfile de la Falange española adicta a Hitler y a Mussolini en los años 40 o el triunfo en el fútbol del Real Madrid en la copa del Generalísimo. Es decir, un telenotícias cuando aún la población hispana no tenía acceso a la televisión en general).

En mi pequeña mochila, mi mamá me ha preparado una tortillita de patatas y cebolla con la sobra del pan del mediodía, mojado de tomate y un “trinaranjus” de limón. Nunca olvidaré, cuando abrí la fiambrera y degusté el primer trozo de huevo en mi boca. Delante mío, Norman Bates (Anthony Perkins) vestido de mujer abre la cortina al mismo tiempo que Marion (Janet Leigh) hace aquel gritó tan desesperado mientras la banda sonora de Bernard Herrmann agudiza aún más el homicidio. Seguimos en pantalla. Ya vamos hacia la última escena: Norman, en una celda de la cárcel, se transforma bajo la personalidad de su madre, que le habla desde dentro de sí mismo, certificando que no es culpable de los crímenes que su hijo ha cometido. Ahora sí. Ahora entiendo qué significa el título Psicosis. Y por si no lo sabían, en el cine cenábamos en el propio asiento asignado.

Bien.Ya no puedo más. Me levanto y me dirijo hacia el baño de caballeros. Allá vomito mi tentempié, en la taza del vàter. “¿Cómo puede ser que haya gente cometiendo estas barbaridade? ¡Dios mío!”. Me digo a mi mismo. Valga la casualidad, mi segunda profesión de joven fue tratar con personas con trastornos mentales en su haber… ¿Serà porque quería teorizar en cómo puede haber dos sujetos en uno al ver este drama en el celuloide.?

En la actualidad, acostumbro, aún, a ir un par de veces al mes a una multisala de cine en mi ciudad -para ser específicos, El Renoir Floridablanca– para ver los estrenos mundiales cinematográficos. Si lo comparamos con Miami, estas salas representarían el Gablescinema de Coral Gables o el Tower Theaterde la calle 8, multiplicado por seis espacios más. Y sí, acudí el día antes del cierre de esta espectacular estancia llamada Phenomena para venerar a David Lynch en el film Lost Highway bajo, nunca mejor dicho, una experiencia audiovisual única en sonido, desde una pantalla panorámica sublime, con la cinta completamente restaurada y escuchando aún ligeramente: el sonido del proyector de 35mm a mis espaldas. Alrededor, los asistentes saboreando las palomitas de maíz (popcorn) y el fino burbujeo de una coca-cola en ciertos espectadores.

Simplemente, algunas aclaraciónes a dia de hoy sabiendo que lo vivido fue en la década de los 60 en una España politicamente autoritaria. Primero, no se ven parejas en la actualidad “metiéndose mano” en la fila cincuenta ni en butacas donde aparezca el 69, por poner un ejemplo. Ni pederastas buscando a niños o a niñas, sus partes íntimas. Menos aún, el humo del tabaco Winston o Marlboro, que por suerte, ya no airea en la sala. Ni tampoco hay acomodarores bajo una linterna que te acompañen a la butaca que la entrada indica. Y por supuesto, ya nadie se trae un cocido, unos espaguetis al pesto o una hamburguesa del Mac Donalds bajo un táper o una lonchera. Y muy importante: hay que acudir cuando la película va a empezar; no en medio del pase, cuando las sesiones eran dobles por el mismo precio veías dos películas y uno entraba cuando la proyección ya era un hecho y uno esperaba a que se volviera a enlazar el principio del film en el siguiente pase.

Conclusión: Si hace tiempo que no experimentas aquel recuerdo y quieres pasarte por Barcelona y revivir aquella sala de Sunset Place, Kendall Mall o el Regal Southland de principios de este siglo: házlo a partir del próximo año en esta maravilla arquitectónica como sala llamada Phenomena. Que el diccionario Collins lo define así: A fact or situation that is observed to exist or happen, especially one whose cause or explanation is in question.

 

Todo dicho… o si quieren

 

The End

 

Eduard Reboll

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