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Agosto 2013

LA INVISIBILIDAD DE LOS ESCRITORES HISPANOS DE USA. Pilar Vélez

If you talk to a man in a language he understands, that goes to his head. 

If you talk to him in his language, that goes to his heart.

Nelson Mandela

Uno de los dones más admirables del ser humano es la capacidad de comunicarse con sus semejantes por medio de un lenguaje común. Este lenguaje común o idioma, sistema de vocablos propio de una comunidad social, ha hecho posible el desarrollo de la humanidad y el traspaso del legado cultural de una generación a otra. En otras palabras, sin lenguaje no habría civilización y sin idioma sería imposible preservar la cultura de un pueblo. Se estima que existen hoy en el mundo  alrededor de siete mil idiomas y dialectos, de los cuales una mínima parte se habla masivamente, y que alrededor de dos mil quinientos de ellos desaparecerán en corto plazo debido a la globalización y su efecto de homogenización cultural. Según la Unesco1, el mandarín, el inglés, el español, el hindi, el árabe, el bengalí, el ruso, el portugués, el japonés, el alemán y el francés son los idiomas más hablados en la actualidad, y los hispanos debemos sentirnos orgullosos y afortunados de que nuestro idioma, además de su amplísima difusión en todas las latitudes del mundo, sea uno de los seis idiomas oficiales de las Naciones Unidas.

La pluralidad cultural de los Estados Unidos es uno de sus mayores atractivos, por ser este país la meca  de la población mundial. Se trata de una nación de emigrantes, razón por la cual en su territorio se hablan en mayor o menor grado alrededor de trescientos idiomas y dialectos, y entre ellos destaca el español, el cual se ha convertido en el segundo idioma del país. El último censo poblacional de USA, realizado en el 2010, mostró que de sus 308.745.538 habitantes, los hispanos, con una población de 50.5 millones de habitantes, somos el 16% y el grupo poblacional con mayor índice de crecimiento.

Hay ciudades en los Estados Unidos cuyo idioma preponderante es el español, gracias a la migración masiva de latinos hacia ciertas áreas del país. En Los Ángeles, por ejemplo, el 48.5% de la población es hispana; en Houston, el 41.4%; en San Antonio, el 61.2% y en Miami, el 68.2%, por mencionar los casos más notables.

Es claro que los hispanos, por ser tan numerosos, constituimos  una fuerza económica y política de gran importancia en los Estados Unidos; pero este peso económico y político parece no ir a la par con lo que representamos culturalmente, especialmente en lo que se refiere a la difusión de la literatura en español producida por los escritores hispanos residentes en los Estados Unidos.

Sin embargo, independientemente del número de personas que hablen una lengua, para que esta se sostenga y enriquezca es preciso considerar dos factores sin los cuales es imposible lograrlo: la creación literaria y el fomento de la lectura. Usar el idioma solo con fines de comunicación básica  es desperdiciar sus maravillosas posibilidades, lo cual, a más de imperdonable, atenta contra su supervivencia. Si los hispanos deseamos mantener el protagonismo del español, con todo lo que significa como sostén de nuestras raíces ancestrales,  debemos enriquecerlo elevando nuestro nivel cultural y educativo, y qué mejor para ello que fomentar la lectura en nuestra lengua nativa, de lo contrario ella se irá empobreciendo paulatinamente por la influencia del nuevo idioma, en este caso el inglés. Infortunadamente, los hispanos en general reportan bajísimos índices de lectura y esto desestimula a las editoriales a que incursionen en la literatura escrita en castellano.

Es un hecho que en los Estados Unidos los hispanos superamos en número a los otros inmigrantes, como lo muestran las estadísticas, pero debemos ir más allá de las simples cifras, capitalizar lo que significa ser la segunda comunidad poblacional de este país y hacernos el firme propósito de ocupar un sitial destacado no solo en la cantidad sino también en la calidad. Ambos factores se pueden enfocar desde diversos ángulos, por ejemplo: la calidad de vida de esos 50.5 millones de personas, cuántas de ellas residen legalmente en este país, cuál es su nivel de acceso a la educación y a la salud, por citar algunos. No obstante, el punto que me interesa en este análisis es la importancia que para los inmigrantes hispanos tiene aprender el idioma inglés sin dejar de enriquecer el español, y esto solo se logra, valga recalcarlo, a través de la educación, de la lectura, de la escritura y del fortalecimiento cultural y social de nuestra comunidad hispana.

La literatura, herramienta invaluable para una sólida educación, no es asunto exclusivo de los escritores. Una población que escribe y lee tiene mejores posibilidades de sobrevivencia y superación. Aprender el idioma inglés es una necesidad indiscutible, pero no significa que haya que renunciar al español. Es penoso ver a tantas familias hispanas que han perdido el español porque los padres no han transmitido este legado a sus hijos, y triste comprobar cómo cientos de miles de personas terminan hablando spanglish y aun así se consideran bilingües. En cuanto a esto, vale la pena agregar que no todos los hispanos que viven en los Estados Unidos son bilingües (es decir, hablan y escriben en inglés y en español) y que muchos hispanos solo cuentan con la televisión y la radio como medios de educación y entretenimiento -y no es una verdad oculta que lo que domina es el entretenimiento-. La lectura ha sido relegada a las aulas de clase y a las consultas cada vez más rápidas en el internet. Los índices de lectura revelan que hay personas que se pueden pasar la vida entera sin leer un libro, y este panorama también cobija a los hispanos que viven en los Estados Unidos. Por todo lo anterior, la difusión cultural de calidad en español es una necesidad para nuestra comunidad hispana y no debe reñir con el aprendizaje de la cultura y el idioma anglosajones.

La invisibilidad comienza en casa. Muchos hispanos ignoran que en los Estados Unidos se produce literatura en español y desconocen el hecho de que hay escritores de habla hispana que residen en sus comunidades. Así mismo, muchos de estos escritores ignoran que algunos de sus colegas  hispanos han tomado la iniciativa de formar grupos y organizaciones para brindarse apoyo mutuo, generar sus propias oportunidades y unir al gremio, conscientes de que el arte es por antonomasia la expresión de la cultura de los pueblos y que se necesita construir espacios para su profesionalización y difusión. Sin embargo, no existe un apoyo de gran escala para promover el trabajo literario de los escritores hispanos en los Estados Unidos, pese a la relevancia que tiene la escritura y la lectura para educar, dar poder y unir a la comunidad. El trabajo de promover el uso correcto de nuestro idioma y difundir la literatura en español pareciera ser del interés de unos pocos.

La mayoría de los escritores hispanos autofinancian sus publicaciones, pero al no existir canales de distribución efectivos para que la producción literaria sea conocida y llegue a las manos de los lectores hispanos, ese notable esfuerzo financiero no rinde sus frutos. La oferta de literatura hispana disponible en las librerías no es representativa y no incluye a excelentes escritores residentes en este país que esperan en la antesala de las editoriales la oportunidad de ser aceptados por ellas en su fondo de publicaciones y reconocidos por la audiencia de lectores hispanos. Algunos escritores hispanos tienen éxito al escribir sus libros en inglés y luego, si la editorial lo considera conveniente, los publica en español.

Lo dicho hasta aquí no significa que aboguemos por que se dé prelación a los escritores hispanos que viven en este país por sobre sus colegas de otras lenguas, o que ellos sean mejores o tengan mayores derechos, porque para nosotros es claro que en el arte prima la calidad. Pretendemos simplemente que nuestros escritores tengan las mismas oportunidades que los demás. La falta de difusión del trabajo literario hispano que se produce en los Estados Unidos conlleva que los lectores hispanos  vean limitadas sus opciones de lectura en español y solo conozcan a los escritores que son patrocinados por las grandes editoriales. Ello no significa que demeritemos el trabajo de estos escritores, pues en muchos casos gracias a ellos las librerías tienen secciones de libros en español; pero es innegable que en tanto sus libros son distribuidos en las librerías y aparecen masivamente en los medios, el trabajo de los escritores locales es ignorado.

El escritor hispano residente en los Estados Unidos cuenta para la difusión de su obra, básicamente, con la promoción que puede hacerse él mismo a través de su blog y de Facebook. En general, la situación económica de los escritores es difícil, pero la del escritor hispano que escribe en español y reside en los Estados Unidos es casi insostenible. Quizás el panorama cambie gradualmente en la medida en que nuestros conciudadanos se interesen por una variedad más amplia de contenidos además de los libros de espiritualidad, plantas medicinales y astrología, que son los que reportan mayores ventas.

La comunidad hispana de los Estados Unidos necesita del trabajo de los escritores hispanos residentes en este país, porque a través de él se unifica, se expresa y deja un legado. Nuestra pluma registra de primera mano el paso de los hispanos por esta nación, pues compartimos la misma realidad, sabemos de sus vicisitudes y logros porque de ello somos actores y testigos, y contribuimos a documentar esta experiencia. Difundimos nuestra cultura a la par que educamos y entretenemos. El reconocer a los talentos de nuestra propia comunidad y valorar la diversidad que aporta cada uno por provenir de cualquiera de los veintiún países en donde el español es el idioma oficial, fortalece los lazos que nos unen y motiva a las próximas generaciones de hispanos en los Estados Unidos a preservar su cultura. Es, por tanto, un deber de esta generación apoyar las instituciones que den continuidad al legado cultural de los inmigrantes hispanos en los Estados Unidos, y particularmente respaldar a nuestros escritores y artistas pues son ellos los exponentes privilegiados de la fuerza expresiva de nuestro bello idioma y testigos de excepción de lo que él aporta a la riqueza cultural de esta gran nación. Los hispanos somos una enorme comunidad en los Estados Unidos y poseemos un vasto patrimonio multicultural; y los escritores hispanos que residimos en este país somos parte de esta vivencia y tenemos mucho que ofrecer. Es evidente, entonces, que debemos abandonar nuestra invisibilidad.

La ausencia de conexión entre los escritores hispanos radicados en USA y la comunidad hispana de la que son parte es una de las razones por las cuales muchos de ellos deciden volver sus ojos a sus países de origen, en los que la gran mayoría tampoco tiene lectores porque nadie los conoce o nadie los recuerda, pero aun así piensan que tienen allí mayores probabilidades de que sus obras sean difundidas. Sobra decir que esta decisión implica un esfuerzo económico mucho mayor debido a la distancia, sin contar con que el resultado de esta aventura es un verdadero albur.

El arte es universal, lo sabemos, pero en este escenario en el que la literatura se importa y exporta debemos preguntarnos si valdrá la pena saber para quién escribimos. Y aunque la respuesta obvia  es que se escribe para los lectores, habría que hacerse una serie de preguntas más específicas: ¿Para cuáles lectores? ¿No será que ellos también son invisibles para nosotros, al menos para los escritores hispanos que vivimos en los Estados Unidos? Porque hemos de reconocer que los lectores no son una masa indiferenciada y mal haríamos en etiquetarlos a todos en la misma categoría (así sea de invisibles). Nosotros los escritores somos nuestros primeros lectores y críticos. Escribimos los libros que nos gustaría leer, pero el éxito no reside en producir un manuscrito o en financiar su publicación. El éxito es que nos lean, que cultivemos en los lectores un pensamiento crítico o simplemente que la lectura de nuestras letras les produzca satisfacción y podamos continuar  ejerciendo con optimismo nuestro oficio. Entonces sí se habrán justificado el esfuerzo y el tiempo invertidos en producir una obra literaria.

Los escritores hispanos que vivimos en Estados Unidos debemos también cuestionarnos: ¿Escribimos en español pensando en los lectores hispanos residentes en los Estados Unidos? ¿Escribimos para los lectores que están en nuestros países de origen, o escribimos para todos los lectores sin importar en dónde residan? ¿Hace alguna diferencia identificar geográficamente a ese lector para el cual se escribe? ¿Se trata solo de geografía? Definitivamente, las respuestas correctas a estos interrogantes las tiene cada escritor cuando logra identificar para quién escribe sus obras. Este artículo, por ejemplo, está dirigido a un público específico: los escritores hispanos residentes en los Estados Unidos, y si se “cuelan” algunos lectores, miel sobre hojuelas, pues ello indicaría que ambos, escritor y lector, estamos dejando de ser mutuamente invisibles: nos unen el idioma y el interés sobre este mismo tema.

Si los escritores hispanos queremos que nuestra comunidad de lectores se percate de nuestra existencia debemos colgar la sábana de la invisibilidad en algún lado, olvidarnos de nuestros egos, pintarnos de colores brillantes, abandonar las esquinas oscuras, salir a las calles, dejar de lado  mitos y prejuicios, y hacer ruido, mucho ruido. Debemos aprender a trabajar en equipo para convertirnos en una voz capaz de mover montañas, y esto solo se logra creando instituciones fuertes con visión y compromiso a largo plazo. El primero que debe conocer cuál es su comunidad -para quién escribe- es el escritor mismo. Esto es prioritario, pues la escritura es un diálogo, una comunicación en la que el intercambio parte de cautivar la atención del receptor y conquistar su interés en recibir el mensaje. A este respecto, valga decir que el mensaje también debe ser analizado, pues muchas veces fracasamos en establecer esa conexión con nuestra comunidad porque nuestro mensaje está pasado de moda, saturado y no ofrece ópticas nuevas. En otros casos el mensaje es atractivo, pero el esfuerzo de difusión se enfoca en un terreno equivocado y en una audiencia incorrecta porque –volvemos a lo mismo- no conocemos en realidad a la comunidad para la cual escribimos.

En términos de mercadeo, identificar a nuestros lectores hace posible que articulemos una estrategia de comunicación y visibilidad para promover nuestras obras. Se trata de un proceso continuo cuyo objetivo es el destinatario, o sea el lector. Por lo tanto, saber cuáles, cuántos y cómo son nuestros lectores es un factor clave para formular la estrategia, y esto exige una cuidadosa investigación. Hay que conocerlos en sus fibras internas, tanto o más que nuestra propia obra. Una corrección oportuna puede representar el éxito de venta de un producto, mas desconocer cómo funciona el marketing suele ser fatal en términos económicos y profesionales para un autor independiente.

¿Vale la pena invertir en nuestra comunidad hispana? Según Hispantelligence®, el poder de compra de los hispanos en el 2008 se estimó en $870 billones y se proyecta que para el 2015 será de $1.3 trillones, equivalente al 12% del total del poder de compra

de los estadounidenses. Y no solo somos una gran fuerza laboral y por ende económica, sino que también representamos un importante segmento de la población votante. Los hispanos llegamos a este país, sufrimos el proceso de adaptación, nos dedicamos a labrar el “sueño americano”, y la mayoría, pese a la nostalgia,  terminamos por quedarnos. Cimentar la necesidad de que la lectura de nuestros libros sea parte de la canasta familiar de la población hispana es la culminación de un proceso que los escritores que estamos en este país debemos emprender para poder ejercer nuestro oficio con un horizonte más prometedor. Al igual que la hispanidad, sus escritores llegaron para quedarse.

Conozcamos nuestra hispanidad para crear comunidad. Según un informe revelado por el Centro Hispano Pew, al 2012 los inmigrantes de origen mexicano residentes en los Estados Unidos sumaron 31.6 millones, o sea el 65.5% de la población latina en el país. El porcentaje restante (34.5%) de los hispanos está repartido como sigue: puertorriqueños, 4.4 millones (9%); salvadoreños, 1.7 millones (3.6%); cubanos, 1.6 millones (3.5%); dominicanos, 1.3 millones; colombianos, 916,000; hondureños, 624,000 y españoles, 613,000.

De otra parte, el Instituto Cervantes estima que por lo menos seis  millones de estadounidenses estudian español como segunda o tercera lengua. Según el censo de Estados Unidos del 2011, la población estudiantil que hablaba español sumaba 7.820.000 personas, de las cuales 3.600.000 cursaban educación primaria, 3.220.000 cursaban secundaria, y 1.000.000 eran universitarios.

Los escritores hispanos residentes en los Estados Unidos estamos llamados a tener una mentalidad más abierta y debemos ser conscientes de la fuerza que brinda la unión para concretar el anhelo de que nuestra literatura sea parte de la vida de nuestra comunidad. La renuencia a afiliarse y a ser parte de las organizaciones culturales hispanas va en detrimento de la comunidad tanto de lectores como de escritores. Tenemos escritores de prestigio que trabajan en solitario, lo que impide que exista una retroalimentación con los escritores en formación, y menos su reconocimiento. Este es el momento de unir nuestras fuerzas y propiciar oportunidades para todos. Es lamentable que muchos escritores hispanos, obnubilados por su ego, crean que solo escribiendo lograrán reconocimiento, y olvidan que para forjar en la comunidad hispana una cultura que privilegie nuestra literatura es condición sine qua non el trabajo en equipo.

Los inmigrantes recién llegados a los Estados Unidos se integran pronto con el grupo de hispanos, que no distingue entre nacionalidades y acoge con naturalidad a cualquiera que hable el castellano.  Con esa misma facilidad deberíamos acogernos y apoyarnos los escritores.  Nuestra competencia no son los otros escritores hispanos residentes en este país. Nuestra competencia es la invisibilidad, es permitir que la literatura en español siga siendo una minoría. Para poder surgir aquí como escritores necesitamos crear instituciones con recursos, con visión, capaces de implementar estrategias que hagan visible nuestra literatura y que nos apoyen en la publicación y distribución de nuestras obras tanto en español como en inglés. Pero para llegar a ello hay que hacer un trabajo de base que consiste en crear en nuestra comunidad la necesidad de la lectura, lo cual  se puede lograr, entre otras, con las siguientes estrategias: participando en actividades culturales, fundando movimientos literarios, conformado grupos de lectura, y siendo más proactivos para darnos a conocer. Unir fuerzas es unir capitales e intereses y trabajar mancomunadamente. No se trata de nuestros libros: se trata de la literatura en nuestra lengua.

El mejor idioma para comunicarnos con los hispanos radicados en los Estados Unidos es el español, pero hay que hacer algo más que escribir para levantar ese velo que impide que nos veamos y que lleguemos al corazón de nuestra gente.

pilar-velez-foto-blogPilar Vélez, escritora y poeta, es economista de la Universidad  Autónoma de Occidente de  Cali, Colombia, y magíster en Administración de Empresas de Nova Southeastern University. Es directora y fundadora de AIPEH Miami de la Asociación Internacional de Poetas y Escritores Hispanos/ Asociación Internacional de Arte y Cultura Hispana y creadora de la celebración internacional del Mes del Libro Hispano. Dicta conferencias y talleres a nivel internacional sobre Construya su Plataforma y marketing para escritores. Es miembro de Sigma Beta Delta, International Honor Society for Business, Management and Administration y de AMA, American Marketing Association.

Como vamos a dejar de ser invisibles si todos los trabajos que hacen les ponen limites para los que quieren unirse...por ejemplo:congreso de poesia hacia el medio ambiente.y se mensionan solo a mujeres..soy hombre y tengo una estensa poesia...pero no veo mi posibilidad de entrada y mi poesia es muy univelsar...tambien no se proyectan en yotube con videos...y no hacen convocatorias de libre expresion poetica....mi#813 324 0829...la falta de octografia es por virus momentanio...gracias...me gustaria una respuesta inmediata y directa y me sentire no invisible y uno mas que pueda aportar.
Felicitaciones Pilar, estas dejando muy en alto el nombre de Nuestro Pais, le has demostrado al mundo una vez mas que en colombia hay muy buenos escritores tambien, asi como fubtbolistas, atletas, ciclistas etc. Me siento muy orgullosa de ser tu amiga. Dios te bendiga y te colme de bendiciones y te siga abiendo las puertas al mundo para mostrar tu gran talento. Un abrazo. Gloria Luna
Hola Kika, muchas gracias por plantear esta inquietud. Precisamente a eso me refiero en este artículo cuando planteo la necesidad de que los escritores seamos más pro-activos en torno a nuestro oficio —que fijemos la mirada más allá de las pantallas de los computadores y de los libros, que dejemos de esperar a que las cosas sucedan (que nos publiquen, que nos inviten a presentaciones, que alguien diga algo positivo sobre nuestro trabajo, o que ganemos el anhelado premio, etc.) y mejor, seamos nosotros los portadores de ese mensaje directo a la comunidad para la cual escribimos. Como directora de AIPEH Miami, recibo muchas solicitudes de escritores que desean que los inviten a presentaciones o que les ayude a vender sus libros en nuestros eventos, pero cuando les digo que se deben incorporar a la fuerza de trabajo que es la que hace posible que estos canales surjan, la mayoría sale huyendo. Estamos demasiado enfocados en el Yo, cuando la realidad es que necesitamos construir una base de lectores hispanos, es decir, el enfoque son ellos, los lectores. Mi recomendación es que los escritores nos involucremos y aportemos nuestro “granito de arena” a aquellas organizaciones que son afines a nuestros valores y objetivos, y que establezcamos una comunicación directa –cara a cara- con la gente. El ciberespacio también está superpoblado y puede ser que en ocasiones nos resulte mejor establecer relaciones personales en reuniones, eventos, congresos y/o ayudando a causas por citar algunos casos, que invertir ese tiempo “alimentando contactos en las redes”. Creo que debemos forjar una plataforma integral y balanceada (de todo un poco), e integrarnos a la comunidad aportando la alegría y el placer de escribir. Se trata llevar/acercar la literatura al “día a día” de la gente. Escribir no es suficiente para lograr el cambio -dejar de ser invisibles-.
Y qué sugiere la Sra Velez para "levantar el velo que nos impide vernos y llegar al corazon de nuestra gente"? Como escritora, lo unico que sé hacer es escribir y escribir y tratar de publicar sin obtener resultado positivo o negativo de mi obra. Hay un vacio intelectual en nuestra comunidad que impide mantener la raices. Poco a poco somos absorbidos por esta cultura y no sabemos defendernos, no porque seamos invisibles, sino porque no nos interesa lo suficiente.

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