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Julio 2017

LA BARCELONA DE MI AYER… Y LA DEL “EXTRANJERO” DE HOY. Eduard Reboll

A mi amigo Omar Villasana

 

Barcelona fue y está en mí. Simplemente porque la he vivido como una novia que abandono al trasladarme a EE.UU. hace veintidós años y ahora recupero por imperativo ético y familiar. Posiblemente dos muertes me vigilen al regresar este diciembre: la real, propia a todo ser humano por desaparecer de aquí To die, to sleep que decía Hamlet en su soliloquio. Y la que obliga el crecimiento que suscita una transformación, sí o sí, del paisaje urbano de Barcino, nombre que adquiere en su época fundacional.

 

1955/1977

Una localidad humana y hospitalaria. Enferma aún, por estar su identidad todavía obstaculizada durante la dictadura de Franco. Ciudad Condal y forzadamente monárquica. Viviendo lo clandestino y la lucha popular en caminos paralelos. Un color mayoritario en los periódicos de la época: el blanco y el gris. Fotografías testimoniales del difunto Xavier Miserachs que expongo a continuación y lo confirman.

Xavier Miserachs. Las Ramblas

 

La Barcelona que recibe una oleada emigrante del sur de España en los años 60. Andaluces, murcianos e individuos de otros lugares de España con maletas de cartón y sueños. Preciso: “soñar”, quería decir en aquel momento algo que ponerse a la boca para saciar el hambre. Y como palio, una barraca de ladrillos rotos y cal sobre un techo de uralita. Barrios de marginación y alta vida en común al mismo tiempo. Fueron prototipos: El Raval, la Barceloneta, Carmelo, los núcleos de Montjuïc, Somorrostro, Can Baró. O ciudades colindantes en el área metropolitana: Badalona, Hospitalet de LLobregat, Cornellá, Santa Coloma…

 

Poblada de tranvías y trolebuses. Ruido de automóviles modestos y a todo color; como el popular Seat 600. Carros tirados por caballos que recogían la basura lanzada desde los balcones en el Poble Sec. Kioscos en las Ramblas repletos de revistas del corazón y anuncios de películas. Flores y semanarios que hablaban del asesinato-por-amor del día como El Caso. Comisarios célebres por sus pesquisas turbulentas con la delincuencia y redadas a estudiantes.

Xavier Miserachs

Helados de chocolate y nata en boca de los niños. Patinetes de madera. Cigarros sin filtro, tos, y el orín de los borrachos cerca de los árboles de cualquier avenida. Ancianas conversando sobre la Guerra Civil española sentadas en el parque. Los domingos… iglesias llenas escuchando la palabra de Dios durante la misa; a la salida, un vermouth con aceitunas negras, cerveza con calamares a la romana, patatas de churrería con vino de jerez. Fútbol o boxeo en la televisión de cualquier bar del barrio y a cualquier hora.

Xavier Miserachs

Amor cortés entre los novios a punto de un “sí” en el altar de la iglesia Santa María. Piropos a la mujer en las obras en construcción o en plena calle del Paralelo. Bofetones y tirón de orejas del maestro en las escuelas; desafortunadamente, también en varios matrimonios del edificio donde habitaba. Rosarios en la clase de religión pidiendo por los propósitos del Papa. Operaciones algebraicas bajo pizarra negra y tiza partida. Cines con doble sesión de películas del oeste (westerns) o sobre el imperio español en la sala Gayarre, Coliseum, o el cine Fémina y Dante. Salidas al balcón para observar las aceras llenas de público en verano; la ceniza del fumador en la cabeza de algún transeúnte. La pelea vecinal… El sol del oeste ocultándose en la montaña del Tibidabo.

 

Júbilo en las verbenas y fiestas populares a ritmo de pasodoble, rumba o cha cha chá. Y en boca de algunas vecinas, comentarios como éste alguna vez:

– ¿Has visto?…Hay un hombre africano en el bar.

– No sabía nada. El otro día yo vi a un “moro” de Marruecos que llevaba un vestido blanco como de mujer hasta los pies y hablaba de una manera rara. Dicen que es el novio de la Juani.

– Pobre… como si no hubiera hombres en el barrio a quién elegir.

 

Alguna huelga ilegal como respuesta a la injusticia que vivían los trabajadores. Tristeza en más de una casa. Represión de la policía en la calle.

 

 

Manel Armengol

 

Muerto el general Franco; muerto el desasosiego. 1977…

El barcelonés disfruta de su urbe bajo el ejercicio físico y el espectáculo que da la libertad y el derecho a ejercerla. Aparecen nuevos negocios y restaurantes. Agencias de viajes que hablan de París, Roma, Londres, Nueva York. La prensa olvida sus editoriales ostentosas y aclaman a su público. Nuevos diarios: El País, El Mundo, El Periódico, L´Avui en catalán. Se institucionaliza el defensor del lector. Las secciones de libros y arte hablan de los omitidos y los nuevos valores en la escena cultural. La imagen fotográfica adquiere un lenguaje propio y dan testimonio a la vida cotidiana. La universidad recupera su prestigio perdido; la lengua catalana su extensión al territorio. Debates, cine-fórum, nuevas discotecas bajo la psicodelia. Renovación en la escena teatral (Teatre Lliure, Mercat de las Flors, Sala Beckett, Romea…)

 

La plaza Catalunya ya no es solo un lugar donde dar de comer a las palomas. El barrio Gótico y el Raval se convierten en un espacio para creadores autóctonos y para una bohemia incipiente. Recordemos también a la representante literaria Carme Balcells que acogió a Vargas Llosa y García Márquez, entre otros de la generación del boom. El barrio de Gracia se “gentrifica” para bien, y lo ocupan nuevas generaciones. Se abre a perspectivas comerciales y de interés mutuo en la ciudad. Se restaura lo viejo y empieza a diseñar nuevos espacios públicos. Los nombres de las avenidas y paseos vuelven a su denominación original.

Años más tarde, llegarán los Juegos Olímpicos en 1992 y la transformación será de gran magnitud con nuevas infraestructuras y una internacionalización de Barcelona. Zonas marítimas totalmente renovadas. Edificios restaurados como el Palau de la Música, El Teatre Liceo y la obra de Gaudí en general. Llamado a nuevos arquitectos ilustres para que edifiquen en la ciudad Frank Gerhy, Arata Isosaki, Álvaro Siza, Bruce Graham, Richard Meier, Jean Nouvel, Jacques Herzog, Pierre Meuron, Ricard Bofill.

 

A principios del siglo XXI se funden dos movimientos que irán creciendo disímiles pero sin parar. Algunos le llaman la llegada del extranjero y se refiere a la confluencia al unísono de la población emigrante mayoritariamente árabe, africana, hindú, china y latinoamericana y la eclosión del turismo a nivel exponencial.

 

Hoy Barcelona es una ciudad, nunca mejor dicho, ubicada en el mapa del planeta desde una multiperspectiva: ciudad de acogida de emigrantes o refugiados, foco de negocios y congresos internacionales, y polo de atracción para un inicio o final de vacaciones de millones de turistas que quieren disfrutar del Mediterráneo.

 

Desenlace: estos dos fenómenos han transformado la metrópoli. Generando tensión cuando la afluencia es desmesurada por los bretes sociopolíticos en el mundo. Pongamos hoy como ejemplo la situación en Siria. Y produciendo riqueza, nombre y prestigio cuando se estabiliza bajo el éxito económico. Un dato, el gobierno de la municipalidad barcelonesa tiene hoy superávit en sus arcas del tesoro.

Es cierto que hay algunos problemas de acomodación con la comunidad musulmana. Negocios ilícitos por parte de mafias internacionales con la venta o alquiler de viviendas. Concentración excesiva de turistas en la zona antigua de la ciudad y el puerto. Y otros relativos a la pobreza en la calle o el propio tránsito urbano…Sí es verídico. Pero no me gusta y me duele profundamente ver en mi lugar de origen pintadas como Tourists go home o Todos los musulmanes son terroristas. O llamar sudacas a los latinoamericanos en plan despectivo.

El que escribe es nieto de emigrantes que llegaron a Barcelona en 1929. Ha sido turista en muchas urbes por el mundo (Estocolmo, La Habana, San Juan, México DF., Chicago, Berlin, Túnez… Nápoles). Inmigrante en América hasta 2005. Posteriormente ciudadano de EE.UU. Y posiblemente con la doble nacionalidad como catalán en pocos tiempo. Mi pareja es de origen andaluz como su hermosa madre que es de un pueblo de Jaén. Tomo arroz con frijoles en un bar cubano cerca del Mercat de Sant Antoni. La tónica con gin que bebo ahora mientras escribo, se la compré a Muhammad Saleem en su tienda de productos paquistaníes hace treinta minutos. Mi vecina de Xingyung me ha dicho en catalán: “bona tarda” (buenas tardes). Y ayer recogí mis zapatos en el taller de Susana, una limeña que, no sólo lo hace bien de precio, sino que tiene una sutil destreza en la reposición del calzado. “Ya los tiene listos para andar…venga que usted no para de ir arriba y abajo por la ciudad”.

 

Barcelona ha sido, es, y será siempre

una ciudad abierta a lo humano y a lo nuevo

Welcome… Everybody is our friend.

 

© All rights reserved Eduard Reboll

Eduard Reboll Barcelona,(Catalunya)

email: eduard.reboll@gmail.com

 

Gràcies amic...em plau que ho hagis llegit. Una abraçada des de Barcelona.
M'encanta Eduard. Te cor i està escrit amb la destresa de qui sap que vol dir en cada paraula. Enhorabona!

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