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Noviembre 2019

PROTESTAS, DESFILES, MANIFESTACIONES . . . LAS VIVIDAS. Eduard Reboll

                                                                                                A Jesús Rosado

 

La calle adoquinada sostenida por la tristeza y banderas franquistas con el águila impregnada bajo el yugo y las flechas entran por la Gran Vía barcelonesa. Misas por doquier. Brazos en alto en las avenidas. Tanques uno a uno. Desfiles fascistas. Guardia mora con su turbante y a caballo. El general Yagüe con dos perfectos círculos en sus gafas proclama la derrota victoriosa de la República en Catalunya. Oficialmente se acaba la Guerra Civil. Se inician 40 años de dictadura.

Así fue mi primera manifestación de indeseados sin estar presente. La antítesis de lo que debería ser el júbilo. Ahí venía el primer relato en boca de mi abuelo republicano cuando en la televisión, aún en blanco y negro, y el que escribe en plena pubertad, se hacía eco de…

La marcha sobre Washington por los derechos civiles bajo la dirección de un hombre, Martín Luther King, que sin miedo y ante los oídos de su comunidad, arrancó su famoso discurso con un I have a dream. En 1963, delante de cientos de miles de personas. Aquella concentración, me hizo entender la diferencia racial en un país ­­–el mío también, desde 2005– que vivía la contradicción en sus entrañas por marginar a quienes, junto a los indios originarios que habitaban la América natal de sus conquistadores, fueron parte importante de lo que es hoy EE.UU.

Soyez réalistes, demandez l’impossible. Traducción: Sed realistas, exigid lo imposible. Esta consigna era viva en París durante el mayo de 1968. Cientos de miles de estudiantes y trabajadores, frente al mandato de De Gaulle en aquel momento, salían a las calles sin un sentido claro y preciso del que conquistar; pero salían. La opción de la protesta por la protesta contra un sistema socio-cultural caduco. El grito por el grito se extendió en el Quartier Latin. Había que cambiarlo todo bajo un vuelco de 180 grados. Una transformación se avecinaba entre la juventud de aquella generación. Se dormía en los portales o detrás de las barricadas bajo la consiga del amor libre, la luna creciente y el coñac junto al Sena. Se condenaba al marxismo oficial ruso por obsoleto en sus reivindicaciones. El capitalismo puro y duro por abusador en sus riquezas. Hubo enfrentamientos violentos contra la temida CRS, la policía de choque francesa. Una supuesta revolución que se opuso a lo correcto; lo puritano y lo oficial. Allí nacía la cuna de los movimientos ecologistas y feministas de hoy. Oubliez tout ce que vous avez appris. Commencez par rêver: Olvídense de todo lo que han aprendido. Comiencen a soñar. Unos meses más tarde en México DC, en el barrio de Tlatelolco la policía reprimía en la plaza de las Tres Culturas al movimiento estudiantil en pos de un cambio en las formas autoritarias. Varios fueron los muertos y heridos y la implicación de la CIA en los sucesos. La gente estaba en la calle… ¿Por qué?

París mayo del 68

Así uno empezaba a cuestionar su adolescencia como sujeto. De aquí surgen las primeras preguntas relacionadas con el qué-hace-uno-en-este-mundo y qué hay que transformar para cambiarlo.

Proceso 1001, 1972. En España condenan a los dirigentes del sindicato Comisiones Obreras. Uno de los representantes en la lucha por el derecho de los trabajadores, Marcelino Camacho lo condenan a 20 años de reclusión. Yo estaba rompiéndome la testa para tratar de averiguar el resultado de la x y la y en una ecuación de segundo grado y, de repente, abajo en la calle, una manifestación clandestina se organiza de improviso. Una algarabía y un sinfín de consignas: Abajo la dictadura o Libertad… Libertad son proclamadas por los estudiantes. Salgo a la ventana; me emociono. Mi profesor de matemáticas, el hermano Alejandro – asistía a un colegio Marista- me mira fijamente: “Señor Reboll, siéntese de inmediato. Después quiero hablar con usted. Acabe el examen”. Suspendí. Aquel lunes yo observé mi primera manifestación en vivo y en directo …Pero no había participado aún; en ninguna.

Llegó el día. Proceso y sentencia de muerte a Puig Antich como miembro del MIL (Movimiento Ibérico de Liberación) bajo el escabroso método del garrote vil: consistía en un collar de hierro atravesado por un tornillo acabado en una bola que, al girarlo, causaba a la víctima la rotura del cuello por parte de un verdugo. Los sindicatos y

movimientos sociales clandestinos de la época no apoyaron la protesta contra la condena. El mismo día de su ejecución varios colectivos antifranquistas y libertarios convocan una improvisada manifestación en el paseo de Gracia. Revueltas y escaramuzas para ocupar la vía principal de lujo y moda en Barcelona. Golpes y persecuciones de los grises (la policía franquista). Octavillas en la calle convocando a la movilización. Llamamiento a la Huelga General contra el régimen. Cócteles Molotov. Pintadas y grafitis contra el caudillaje. Miedo y rabia por la sinrazón. Labor cumplida: asistí a la primera convocatoria en mi vida. Conclusión: corrí, chillé Franco asesino, pero no tiré ninguna piedra a nadie ni ayudé a construir ninguna barricada. Ni me atreví a escribir cualquier consigna con un spray en aquella tienda de peletería o ropa para marquesas llamada Santa Eulalia. No sé …era un ser miedoso en la acción, pero no en mis ideas.

Manel Armengol 1976. Barcelona. Calle Aragón.

En 1977, en pleno proceso de transición en España más de 1,200.000 salen a la calle en la ciudad Condal para pedir Llibertat, Amnistia y Estatut d’autonomia para Catalunya. El que escribe estaba dentro la cárcel en el Penal Militar de Carranza ubicada en la ciudad de El Ferrol del Caudillo, pero el eco a través de misivas y chismes entre los presos traspasó los muros del correcional. Y uno, al fin y al cabo, se entera de lo que ocurre en su tierra y los vítores lanzados aquel día de gozo por la liberación de los represaliados por el régimen. La salida del penal está próxima. Regreso a mi cotidianidad. La España democrática inicia su curso. La protesta pacífica consigue su fin después de años de represión y oscuridad política. Uno empieza a entender la importancia de “la calle” como sujeto ante lo que un pueblo reivindica desde la justicia.

Protestas y marchas que marcan un antes y un después como las de Berlín que incitan la caída y forjan el origen de un cambio entre los regímenes comunistas de la Europa del Este. O la de las plazas de Tianamen en 1989 que demuestran lo represor que puede ser un estado en “nombre del pueblo”. Las que provoca la invasión de Irak y la marcha de Roma con más de 3 millones de asistentes. Posiblemente, la primera protesta global en una era bajo el mismo signo en 2003: No a la guerra. No más sangre por petróleo. Las manifestaciones contra el terrorismo que ETA provocaba al dar sentencia a víctimas inocentes con sus atentados. Recuerdo el asesinato del profesor Ernest LLuch, viendo a toda Barcelona salir a la calle desde mi computadora en Coral Gables a través de la web de TV3.

A partir de aquí, rescatar las manifestaciones del movimiento LGTBQ en pos de pedir la legalización y reconocimiento al matrimonio de personas del mismo sexo conmemorando los incidentes de Stonewall desde hace muchos junios. Las del movimiento feminista para exigir los derechos de igualdad o contra la violencia de género en el mundo, cada 8 de mayo. Las que permiten la adaptación social inclusiva de los discapacitados. Las marchas de solidaridad que muestran el apoyo con las personas que viven bajo la amenaza del cáncer de mama. Las que se suceden en pos y defensa de las consecuencias que crea el cambio climático. La sentada del 15 M, llamada también el movimiento de los indignados en Madrid, cuando se originan en la Plaza del Sol y sus posteriores consecuencias en el movimiento de la izquierda en pos de más igualdad para los más desfavorecidos durante el 2011.

11 de septiembre 2019. Barcelona

Las que, desde la paz y el derecho de súplica se inauguran a partir del 10 de julio de 2010 en Catalunya ­­ –del cual constato mi participación junto a más de un millón de personas en la calle–  condenando la sentencia del Tribunal Constitucional por recortar los derechos del estatuto de autonomía. Las de hoy en Barcelona pidiendo la libertad de los presos políticos por haber organizado el 1 de octubre de 2017 un referéndum de autodeterminación por la independencia del país o las que cívicamente también se han organizado por el lado unionista en contra del llamado Procés de Catalunya.

La revuelta en estos momentos en Chile en pos de la dignidad, contra la subida del metro y pidiendo salarios más justos para los ciudadanos menos favorecidos. O las que durante el verano han tenido en vilo a la ciudad de Hong Kong para evitar que la política de extradición a China sea un hecho.

Finalizo con una definición sonsacada de un medio que, al fin y al cabo, representa una protesta para que todo sujeto de este mundo tenga una información libre concerniente al mundo del saber a través de la red: Wikipedia y su fundador Jimmy Wales. Y dice así…

Una manifestación o marcha, es la exhibición pública de la opinión de un grupo activista en el ámbito económico, político o social, mediante una congregación en las calles. A menudo, en un lugar o una fecha simbólicos y asociados con ese sentir.

Solo una observación. Piense antes de acudir: si es para enaltecer el triunfo y egolatría de los que ejercitan el poder y la corrupción sin más contemplaciones con su supuesta victoria. O es ante una justa causa en nombre de los derechos humanos, legítimos y civiles de los que habitamos en este planeta convulso.

He dicho.

© All rights reserved Eduard Reboll

Eduard Reboll Barcelona,(Catalunya)

Gracias a ti Héctor por tus comentarios. Abrazos
Hermano, te admiro mucho por muchas razones. Comprendo que no es nada fácil escribir sobre los temas que nos traes en esta reflexión/reseña en momentos tan difíciles. Además de tu estilo, tan ameno como humano, demuestras poseer un espíritu profundamente ecuménico. No necesito extenderme en mi reacción a tu texto. Con lo de arriba me basta, y al buen entendedor, pocas palabras bastan. Un abrazo amigo, mi querido Eduard.

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