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enero 2019

TRINACRIA: LLÁMESE SICILIA. Eduard Reboll

Si vemos el mapa italiano y la ubicación de Sicilia, esta supuesta patada geográfica que puede recibir de la bota desde Regio de Calabria a la punta del triángulo en Messina, pudiera ser cierta desde la alegoría.

Unos se consideran más sicilianos que pertenecientes a la República de Italia.

Jónica de por sí desde el este y Tirrena cuando las ocho islas Eólicas la pueblan en el norte, este territorio es el más grande y aislado del Mediterráneo y encierra relatos en su haber inhóspitos bajo la omerttà. La capital, es un cromo de álbum muy cotizado hoy por su autenticidad y sus costumbres del medioevo y un siglo de colonización árabe a sus espaldas a pocos kilómetros de África. Vamos allá.

 

Palermo

La primera foto que uno toma en su memoria, es la del patio de la habitación del barrio donde se ubica el supuesto hotel de una estrella en la avenida Roma. Sentir la humedad, la ropa blanca tendida y el orín circular por las cañerías de uralita que nacen del tejado y mueren en el sótano… es una manera de tomar una posición real del Centro Storico y su hermosa decrepitud.

Al mediodía es imprescindible acercarse al Mercado de Ballaro en el barrio de la Albergheria. Contemplar el adoquín irregular de sus calles mojadas y alguna lambretta hacer giros entre el viandante y los puestos de venta donde el tiburón, el pulpo, el sardo o el pez espada están a punto de boca. Al lado, la tienda de especies orientales y las zucchina a 1 euro la porción. Oír el grito palaciego de sus vendedores para que te acerques a probar el peccorino, el granapadano, el caciocavallo, el ricotta y otros exquisitos quesos es un goce desde la platea que te ofrece tu propio andar. Y a continuación, adentrarse en un pequeño templo que no aparece ni en las guías Michelin en la Piazza Ritiro S.Pietro, y encontrarte, antes de entrar en su claustro, no una vitrina con sus santos correspondientes en venta, si no unos libros contra la mafia de Augusto Cavadi y una revista por nombre Antimafia. Todo un compromiso eclesiástico que implica un amén por los capos y comenzar un nuevo itinerario.

Antes de seguir, un expreso y una copa de grappa 903 junto a la Via Zuppetta mientras contemplamos el Palazzo Brunaccini y sus esplendorosas columnas dóricas. Los sin-techo africanos que en este momento sacan sus bananas desde una bolsa de plástico azul…acompañan esta imagen bucólica y pétrea al unísono.

Pero hay un oratorio cerca que ha marcado mi estancia como seglar: la iglesia del Gesu. Nunca vi un barroco en blanco y negro tan brutal y extravagante como éste en mi vida. Tantos ángeles, querubines e iconos retorcerse al vuelo dorado de sus telas. Un interior eclesial repujado bajo el yeso en las columnas y ahíto de imágenes bíblicas; único en Sicilia en su estilo.

Un descanso en la pastelería Rosanero junto a mi compañera y mi amigo Jordi de Barcelona que coincidimos de casualidad en la ciudad. “Questi cannoli sono unici” me dice una mujer de la calle que me lo recomendó. Pedimos cafés, un Marsala como vino de postre, y por supuesto los cannoli con una tira de piel de naranja amarga en la punta. Ummm

Después del goce de los sentidos …la muerte. El mármol bien organizado bajo las cruces y la oración que evoca el Cimitero de Santa Maria dei Rotoli. Un camposanto único por su ubicuidad frente al mar y rodeado en su lado opuesto por unos imponentes acantilados que te obligan a cuestionarte si quieres acomodar aquí tu figura cuando te vayas de este mundo. Único también por el árbol genealógico que muestran las infinitas fotografías en cada sepulcro. Rostros en sepia, la mayoría, pero ya ante el color de los más recientes que han entrado en los mausoleos. Rosas rojas. Féretros con el nombre y la fecha de ayer amontonados en una habitación lúgubre y abierta al público. Funcionarios con trajes de faena haciendo su camino hacia la salida. La jornada ha terminado. Una voz nos avisa: “Stiamo per chiudere”. Se cierra por hoy.

Al día siguiente, un lujo pasear por las calles de los oficios en el barrio viejo. Calles, algunas sin salida, que hablan tanto de los que mantienen el hierro aún como oficio, como el que se especializa en arreglar y vender biciclos, o comerciar con tejidos de oriente. Construcciones abandonadas. Perros ladrando en un balcón sin nadie en su baranda que los calme en la rua Formaggi. Niños jugando a la pelota en una plaza del barrio árabe sin más portería que la distancia que hay entre una fuente y la pared. Pequeños palacios arruinados donde en sus patios interiores, todavía se agolpan las abuelas a conversar de ventana a ventana.

Como final de fiesta: un pastel de cartón piedra exquisito en la zona de Kalsa entre la Piazza Marina y el Foro Itálico: el Museo de Marionetas Antonio Pasqualino. Una joya histórica y solitaria por sus coordenadas respecto a la ciudad y un almacén sublime donde miles de pupis y polichinelas de todos los géneros del mundo, se encuentran presentes: desde el teatro de sombras de la India, Balí o Java hasta el teatro de marionetas de Palermo Opera dei Pupi en contraposición al de su rival: Catania. El oficio de puparo (marionetista) es de tradición familiar en esta isla y antiguamente cada familia se dedicaba a recorrer los pueblos para ofrecer su espectáculo; desde El Cantar de Roldan hasta el Orlando Furioso.

 

De Cefalú al parque natural de Nebrodi

La cercanía al mar y este noviembre primaveral permiten un descanso cerca de la arena de este pequeño pueblo veraniego llamado Cefalú.  Los bañistas son seres solitarios y solo en algún lugar recóndito de mi vista aparece un niño tras un balón junto a su papá. A lo largo del recorrido molinos de viento eléctricos, un faro entre rocas escarpas y algún pedazo de niebla que te avisa que estamos llegando a Enna a casi mil metros de altura sobre el nivel del mar. La noche amarilla de las farolas que humedecen el aire, dan un brío dorado a sus agraciadas y estrechas calles medievales.

Desde el castillo de Lombardía: Catalnisseta al fondo. Cerca del mirador de la muralla una pareja tunecina coquetea frente a la puesta del sol. Ella lleva el chador y él su barba elegantemente rasurada. En un balcón donde se contempla el foso y el horizonte: un retrato de un joven fenecido. Le acompañan dos ramos de rosas blancas y mis preguntas. Una de ellas desde el tópico: “¿Se suicidó desde esta altura?”. La respuesta es, no. Pietro Basili acudía cada tarde con su prometida a seducirla con el paisaje y el futuro. El recuerdo ante el panorama que ofrece aquí la naturaleza, viene de su madre farmacéutica. Su novia huyó de la ciudad al enterarse que su amado murió por injerir un estupefaciente de su alacena familiar. La razón se la lleva al cielo. Su rostro, permanece contra el ocaso cada tarde y a merced de los turistas como el que escribe. EPD.

Niebla en Ceremi. Decrepitud en la hermosa villa abandonada del Borgo Giuliano entre charcos, hierba seca y un campanario piramidal sin sonido. En Randazzo comemos pizza. Hacia la tarde se nubla de sotanas negras y mujeres con bolsos en el antebrazo rumbo a la iglesia. Suena la campana. En Maletto se aprecia la tierra negra del Etna como carbón quebrado. El volcán sigue sin gritos hasta ahora desde 2012. En Torre Faro el crepúsculo es de joyería: frente a nosotros la península itálica. Bajando su luz natural…Regio di Calabria al fondo, sólo separado por el estrecho de Messina y tres kilómetros.

 

De Milazzo a Vulcano

En la Chiesa di Santo Stefano un grupo de jóvenes está rezando a las seis de la tarde. En una capilla contigua, una escultura de madera de un niño beato sosteniendo un evangelio. Es San…lo siento no recuerdo el nombre. Tiene el glamour infantil de no haber pecado nunca y la guapura -valga el sufijo- de ser inmaculado. Frente al hotel, una cadena de vendedores de pescado fresco por la mañana. La ciudad es un puerto importante que conecta las Eólicas. Vamos a la isla de Vulcano como mal menor en un principio y, al finalizar el día, como un premio al descubrimiento del espacio.

Vulcano es, antes que nada, una tierra en sí misma y silencio. Una tierra oscura poblada con algunas casas blancas y pescadores. Son laderas y colinas dóciles que organizan una boca en la cúspide de una montaña donde un cráter nos va restituyendo azufre y su diminuta lava a sorbos. Tiene el pino originario y una flora exportada que hacen de este espacio un lugar para el retiro. Una isla que no está sola. Hermanada con Strómboli, Salina, Lípari, Filicudi, Silicudi y Panarea hacen de este pequeño archipiélago un lugar insólito para un europeo. Hubiera querido ver a Ingrid Bergman ascender hasta el cráter de Strómboli mientras Rossellini la dirige desde cerca, pero me tuve que conformar con imaginármela desde el Porto de Poniente en Vulcano mientras veía el tráiler de la película en You-Tube.

 

Al llegar a Catania, el fin. 

Dejamos la ciudad para mañana. Me dirijo a Noto, a contemplar la ribera marítima en camino. Sus playas solitarias. Sus calles empedradas y llenas de macetas verdes con cintas, caléndulas y margaritas. Inhóspitas la mayoría de ellas. Donde apenas sale una mujer a limpiar el portal si sabe que alguien circula. Cerca de la popular basílica barroca en via Corrado se encuentra el Palazzo Nicolacci. Sus balcones los sostienen unas ménsulas terroríficas algunas, caballerescas otras y en la mayoría, ligadas a lo ingenuo que ofrece una mirada cenital cuando te detienes a observarlas.

Camino hacia arriba el municipio y una mujer se acerca a la reja de su patio en el Vico Borgia. De repente, me conmina con un “buona sera” al saludo. Tiene colgado un muñeco fetiche en la puerta rodeado de cactus y espinos. Siento un terror blanco en mi pecho y una curiosidad de escritor que me obliga a escudriñar. “Ti piace la bambola del mio gatto?. Gluups: todo en orden. No hay santería; ni sacrificios humanos. Pura y simplemente lavó el muñeco para que el sol del Mediterráneo lo seque y el felino pueda seguir babeando su figura.

Módica es empinada y libre entre los montes. Tiene un teatro, por nombre Garibaldi. Un cine que se llama Aurora. Casas dentro de las rocas buscando el refugio entre sus inquilinos. Rocas en sus confines que dirigen su mirada a la urbe en acto de vigilia. Un sinfín de palomas en los tejados, un busto en ofrenda a Juan Bosco, el fundador de los salesianos. Y una placa que da testimonio que el poeta Salvatore Quasimodo, Premio Nobel en 1959, nació allí. No venir aquí es no entender a Trinacria. Gracias Zingona Zingone por la recomendación.

 

Ed è subito sera

Ognuno sta solo sul cuor della terra

trafitto da un raggio di sole:

ed è subito sera.

Y de pronto es la noche

Cada uno esta solo sobre el corazón de la tierra

atravesado por un rayo de sol:

y de pronto es la noche.

De Aguas y Tierras 1920/29

  

Catania tiene como símbolo urbano un elefante asexuado y negro que de su lomo le sale un obelisco. Un increíble teatro de la Ópera, dedicado a Vicenzo Bellini que compuso Norma aquí, todo y que se estrenó en la Scala de Milan el 26 de diciembre de 1831. Un conjunto de servidores públicos que el día de la patria extienden una bandera roji-blanca-verde que ocupa toda la plaza del Duomo. Infinidad de vírgenes en las basílicas barrocas de la ciudad con el niño en brazos. Y un antiguo barrio de prostitutas con un glamour propio, digno de aquellos lugares que no te atreverías a cruzar por su opacidad pero que te obliga a adentrarte y fotografiar los exquisitos graffitis urbanos de sus artistas locales

Cerca de la catedral una pareja que se casa nos invita espontáneamente a la boda. Él es de Illinois y la mujer de Siracusa. Entre sus comensales toda el glamour americano y mediterráneo unidos en un brindis con vino siciliano. Antes de despedirme de la ciudad hago una foto a unos buzones deteriorados. Ninguno se asemeja en forma, marca, o color y sólo dos, tienen apellido: Catanzano y Dioguardi.

Siento que nadie de la Cosa Nostra viniera a proponerme ningún negocio. Me abstuve de ver el pueblo de Corleone en el sudoeste e imaginar que una vendetta ocurriría al paso de mi perfil entre una multitud a la salida de misa.

Regreso al universo de los sentidos y tomo el avión rumbo a Catalunya.

© All rights reserved Eduard Reboll

Eduard Reboll Barcelona,(Catalunya)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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