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Diciembre 2016

SOBRE DIÁLOGOS DE CONVERSOS, MIGRACIÓN Y LITERATURA. UNA CONVERSACIÓN ABIERTA CON LOS ESCRITORES ROBERTO AMPUERO Y MAURICIO ROJAS

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Mauricio Rojas (izquierda) y Roberto Ampuero (derecha)


Roberto Ampuero 
es uno de los escritores chilenos más reconocidos y traducidos. Ha vivido la mayor parte de su vida fuera de Chile, en Cuba, México, Suecia, y principalmente en Alemania y Estados Unidos. Entre las distinciones que ha recibido figuran: Premio Revista de Libros de El Mercurio por ¿Quién mató a Cristián Kustermann?, Mejor novela iberoamericana publicada durante el año en China porPasiones griegas, otorgado por la Editorial Popular Nacional y la Asociación de Hispanistas de China, y Mejores diez novelas publicadas en alemán por El caso Neruda (revista Buchkultur).

Su obra ha sido traducida al alemán, checo, francés, inglés, italiano, japonés, coreano, mandarín, portugués, griego, serbio, turco y croata. Ha publicado las novelas Nuestros años verde olivoBoleros en La HabanaHalcones de la noche, Los amantes de EstocolmoLa otra mujerEl último tango de Salvador Allende y Bahía de los misterios, entre otras. Es profesor visitante de la Universidad Finis Terrae y Senior Fellow de la Fundación para el Progreso. Entre 2011 y 2013 ocupó el cargo de embajador de Chile en México y posteriormente fue ministro de Cultura de Chile.

 


Mauricio Rojas 
es un político, historiador económico y escritor sueco de origen chileno. Fue parlamentario por el Partido Popular Liberal sueco desde 2002 hasta noviembre de 2008,1 cuando dejó el puesto para hacerse cargo de la dirección de la Escuela de Profesionales de Inmigración y Cooperación (EPIC), organismo dependiente de la Comunidad de Madrid que dirigió hasta septiembre de 2012. En 2014 asumió la dirección de la Academia Liberal de la Fundación para el Progreso de Chile.

 

Sábado 19 de Noviembre del 2016, en el lobby del Hotel Marriot en Miami, en vísperas de la clausura de la Miami Book Fair International tuvimos el privilegio de conversar con los escritores Roberto Ampuero y Mauricio Rojas. La plática giró en torno a su libro DIÁLOGOS DE CONVERSOS. Se habló de utopías abandonadas, de migración, pero sobre todo en un espíritu socrático quedó esta charla abierta para la reflexión de nuestros lectores.

Resultó ser una agradable sorpresa encontrar el libro en forma de diálogo, recuperando el testimonio que da la oralidad. ¿Cómo fue que se llegó a esta decisión? ¿En algún momento se contempló el ejercicio epistolar por medio de correos electrónicos?

Mauricio Rojas: No. La verdad es que no pensamos en escribir un libro. El plan fue juntarnos y contarnos la historia, con una grabadora comenzar a conversar, así de simple. No teníamos tampoco un guion o esquema. Cuando llegamos a la parte biográfica, ello nos dio una estructura natural, al ser contemporáneos, la conversación comenzó a fluir.

Los capítulos estaban dados: la pasión revolucionaria, el exilio, la ruptura, la evolución al pensamiento liberal. Le pasamos la grabación a una fundación que nos ayuda y después fuimos corrigiendo un poco, ordenando.

Roberto Ampuero: Es interesante que nace al final de la ocasión que genera una vida que yo la veía como mi espejo, me veía en otra persona. Me encontraba con alguien que había tenido un desarrollo muy semejante al mío y yo no podía hablar con otra gente que me entendiera de forma tan precisa. Como podría hacerlo Mauricio, cuyo derrotero era paralelo.

¿No existía el riesgo al usar el formato oral de no poder tener el momento de reflexión que otorga la escritura?

Mauricio Rojas: Afortunadamente el tipo de conversación que desarrollamos daba tiempo y buscaba la profundización. Yo creo que hay una inquietud cultural e intelectual presente en ambos. Si uno pasa al formato de ensayo puede devenir en otra cosa y libro debía mantener la estructura de diálogo.

Roberto Ampuero: Queríamos eludir lo académico, el ensayo tradicional, buscamos una comunicación con lectores no especializados, deseábamos llegar a un espectro amplio de la población, sobre todo jóvenes. Sentíamos que en nuestras vidas se unía la experiencia práctica de haber vivido una etapa de la historia, acompañado posteriormente de lecturas que permitieron iluminar, entender mejor aquel proceso que habíamos vivido.

Cuando adolescente leí los diálogos de Platón y recuerdo haber experimentado cierta decepción en un principio al percatarme que el método socrático no ofrecía certezas ni respuestas categóricas. Posteriormente me quedó claro que la intención por parte de Sócrates emplear su mayéutica para que uno mismo se esforzara en buscar las respuestas. ¿Buscaron converger con esta tradición durante su conversación?

MR: Eso es lo que uno espera llegar a entender cuando se es un poco más viejo. Que las certezas son muchas veces propias de la ignorancia. Por supuesto hay que tener valores, en eso hay una certidumbre, pero en cuanto al conocimiento lo importante es probar en el otro, como a la usanza popperiana a base de prueba y error. Lo importante de un diálogo como el nuestro, ya con vida recorrida es que puedes tener la franqueza de mostrar cierta ignorancia, porque sabes que ésta proviene un poco de la madurez.

RA: El libro es una aclaración de hechos. Ambas existencias de tipo político vienen escapando de un pensamiento marxista-leninista que tenía respuesta para todo y era la verdad revelada, el dogma. Si algo permite ese desencuentro, ese desencanto es aprender que la alternativa no es otro dogma. Que la alternativa es ardua porque las verdades de tipo política pueden ser temporales. Y uno no viene a decir esta es la verdad revelada, huyes de él.

¿Se consideró en algún momento invitar a algún converso en sentido inverso? ¿Es decir alguien que cambiara de una posición de derecha a izquierda (si es que existe)? O para ser más explícito incluir en la conversación a alguien con una visión diferente.

MA: La verdad que no porque no sabíamos a donde iba a llegar el diálogo, es un momento muy extraño. Gran parte del mérito del libro es que nunca nos habíamos contado la historia. No habíamos racionalizado nuestro encuentro. Si yo decía algo no sabía que iba a decir Roberto

RA: Está el otro elemento que es clave. Yo pienso que uno de los derechos fundamentales de la persona es el derecho a ser quien uno quiere ser. Y eso pasa por el derecho a rectificar si consideras que has cometido errores, por ejemplo, en la política, a ser capaz (valiente diría yo) de decir en esto creía yo profundamente en esto y estaba dispuesto a cometer barbaridades en su nombre. Y la experiencia, las lecturas me sugerían que esto era un camino erróneo o que no debía ser. Me abrieron un camino de incertidumbre de uno debía buscar su propia ruta.

Se agradece la honestidad al hablar en primera persona en lo referente a los excesos de la izquierda revolucionaria ¿hubo algún momento en que descubrieron algo que no habían reflexionado de forma consciente?

MR: Evidentemente, porque si aquí hay un paralelismo. La elaboración de cada uno de estos viajes es muy personal. Uno se enriquece ante la vivencia del otro. Muchos diálogos se basan en antagonismo, este diálogo fue como irle poniendo elementos que se juntaban para potenciar el otro relato sin perder la individualidad de cada uno. La posición de Roberto como novelista, de ralentizar el momento, deja una veta de reflexión muy importante.

RA: La ruptura y el desencanto con el dogma es un proceso muy solitario y de reflexión muy íntima de muchas cosas que tu no dices, no pronuncias ¿por qué? Mucha de la gente que sufre ese proceso opta de por vida por el silencio. Cito una frase “uno no se define por lo que dice, sino por lo que calla”. En América Latina hay mucha gente que de una u otra forma fueron como nosotros, pero por temor a la represalia, por proteger a su familia, por evitar perjuicios optaron por callar y es legítimo que así sea y lo entiendo. Porque cuando tú dices “Yo rompí”, y “estas son las razones por las cuales yo rompí”, te aparece un mundo que te va atacar y hay que estar dispuesto a enfrentarlo. Y al conversar con alguien que tuvo un proceso similar al tuyo descubres cosas esenciales, que te fortalecen, a veces muy simples, que muestran el derecho a ser quien deseas ser y a decir la verdad, crean además una dimensión que te permite dialogar con más claridad con los demás.

MR:  La pregunta más común que nos hacen es cuando fue el momento cuando haces click y pasas del marxismo al liberalismo. Jamás nos planteamos algo semejante, ambos sabemos que no es así.  Si uno de nosotros hubiese preguntado al otro cuando hiciste click el otro hubiese respondido y bueno ¿te cayó un relámpago? Eso no hubiese servido para nuestra reflexión.  Solamente una persona que ha recorrido este camino, compara y comparte, pero cuando hablamos conversamos con otras personas surgen otras perspectivas que no están allí.

RA: Hay un momento cuando habla Mauricio que me sucede una revelación, y es sentirse empoderado cuando uno abraza las causas del marxismo-leninismo y sentirse parte de la humanidad destinado y llamada a cambiar el mundo, eso yo lo sentí pero no me había dado cuenta hasta que lo relata Mauricio. Esto me parece un elemento central.

A lo largo del libro encontramos varias referencias literarias ¿Cómo influyó la literatura en cada uno de ustedes para el camino de la conversión?

MR: Yo lo he dicho en varias ocasiones, para mí fue muy importante una persona como Mario Vargas Llosa.  Porque esto de dejar una secta como es la revolucionaria te deja en una orfandad. Un sentimiento de soledad tremendo. Encontrar alguien que está reflexionando en esta dirección y que va un poco más adelante, fue extraordinario. Había también un entorno intelectual en Europa, varios españoles, alemanes, italianos, que son muy importantes para encontrar ese compañero de viaje que necesitas. Pero de Mario Vargas Llosa una novela como la Guerra del Fin del Mundo que reflexiona sobre la tragedia de la utopía y la columna que publicaba cada dos semanas era algo que yo esperaba con pasión, él iba dando sus pasos cuando no lo hacía un poco más atrás y tímidamente, en mi caso fueron muy importantes.

RA: Para mí como viví un par de años en países comunistas, en Cuba y la Alemania Oriental, no tenía acceso a la literatura opuesta al socialismo. El primer impacto de reflexión vinculado con lo político y literario fue a través de la conversación con el poeta disidente Heberto Padilla y otras gentes disidentes, pero eran como chispazos que me enseñaban mucho al ser comentarios de tipo clandestino. Más adelante, además de Mario Vargas Llosa fue Jorge Semprún, porque él venía de ese mundo comunista, lo conocía, cuando leía a Semprún me daba cuenta que había armado y trabajado ese entorno que yo había visto en mi juventud. Se van dando lecturas de tipo teórico, otras importantes como Orwell. Pero hay una convicción profunda que si deseabas ser escritor lo central era la libertad, que no era un cliché.

MR: Arthur Koestler es un tremendo pensador, fue una identificación o la novela de Jan Valtin, La noche quedó atrás, hay toda una pléyade que se interrumpió y pocos recuerdan. Es la misma reflexión de fondo. La creencia mesiánica, el desencanto. Pero de Koestler lo que más me impactó fueron sus memorias.

RA: A mí me sucedió con Rudolf Bahro con su libro La Alternativa en Europa Oriental. Era como haber hecho la experiencia práctica de haber vivido en el socialismo sin los textos. Y al regresar al capitalismo poder leer la elaboración de aquella práctica que no había podido dilucidar por completo.

MR: Era como entrar a un museo histórico. Todos estos escritores se vuelven tus hermanos, discrepas con ellos, sacas lo mejor que puedes en este viaje muy solitario.

RA: Cuando llego a occidente, estas lecturas se referían a mundos que para el occidental eran imposibles de imaginar. Y era entrar a ellos a través de algo que era ensayo, memorias, literatura, ficción, pero yo había visto el muro y sabía que del otro lado era la realidad del ser humano. Y del muro para acá parecía no muy convincente y que podría ser campaña contra el comunismo, pero yo sabía que era la realidad.

En el libro se habla de los sistemas totalitarios con sesgos orwellianos, estos son fácilmente identificables pero ¿qué hay de los sistemas con tintes de Mundo Feliz a lo Huxley que no son tan fáciles de identificar y nos impiden ver que vivimos en un sistema opresivo y totalitario?

MR: En el libro te darás cuenta que hay una reflexión, una crítica sobre la modernidad. Hay un recurso muy propio de los griegos de su amado Epicuro, lo faústico de la modernidad, el hombre sin límites que desea comerse todo, y la sabiduría clásica que dice todo con su justa medida que aporta un elemento de relación con el mundo y el progreso. Cuando Aristóteles habla de la economía, para él es conseguir las cosas necesarias para la vida, la acumulación es antinatural, la condena como un vicio prácticamente. Hay un empobrecimiento espiritual que puede ir de la mano con este enriquecimiento. Si no se logra un cierto equilibrio, va a generar una civilización coja. Vemos en forma muy evidente con lo sucedido en las elecciones aquí en Estados Unidos. Debajo de la pequeña corteza de civilización existe un mundo de brutalidad. Gente con muchos recursos de por medio pero que ha llegado a la riqueza sin pasar por la cultura. Es un tema que le falta a la gente pro-mercado, pro-capitalismo, se ponen muy unilaterales.

Mauricio, tú lo mencionas en el libro que lo limitan a la esfera económica.

MR: Así es, en el caso sobre todo de Chile, el efecto es que aparece la brutalidad subyacente o aparece la falta de sentido en lo que estás haciendo. Una especie de angustia existencial.

RA: Es interesante que la sociedad totalitaria lo que te ofrece aparentemente es el mundo perfecto. Está allí, lo viví en Cuba y Alemania Oriental. Ese es el mensaje. No hay nada que pensar, todo lo ofrece el partido, cada vez se mejoraría el nivel de vida. Por lo tanto la historia, allí se terminó. Cuando vuelvo a Occidente, hay un error que no se puede cometer, que es el mismo error que nos dice la sociedad totalitaria y es pensar que vivimos la sociedad perfecta. Que esto que tenemos es la sociedad perfecta. La libertad y la democracia lo que ofrece es la posibilidad de resolver los problemas que se vayan presentando, no están resueltos los problemas, son potencialidades y allí viene la responsabilidad individual. Un aprovechamiento de la propia libertad y la capacidad para indignarse ante las injusticias, para ser capaz de darse cuenta que cosas hay que cambiar y poder generar diálogo, instituciones que produzcan cambios benéficos.

Esto me parece es la gran confusión de quienes son conservadores, quienes piensan frente al totalitarismo que tenemos la sociedad occidental perfecta, que así está bien, que el estatus quo es lo que debemos mantener. No, aquí viene el gran reto, la sociedad democrática lo que te ofrece es la posibilidad de generar una gran sociedad.

MR: Hay un riesgo en un país como Estados Unidos cuando se tratan de reemplazar las relaciones humanas con cosas o usar medios que no son adecuados, como el mercado. El mercado sirve para muchas cosas pero no para todo, la política lo mismo. Los marxistas tendían a cosificar en vez de hacer relaciones. Y eso finalmente termina produciendo un malestar social que termina políticamente mal.

A lo largo del libro se encuentran ejemplos positivos tanto de los ideales europeos como los sistemas de vida en países como Alemania, Estados Unidos o Suecia. ¿Qué elementos originales, y benéficos consideran ustedes podemos ofrecer los latinoamericanos en el intercambio de ideas, de formas de encarar la vida?

RA: Aquí hay tendencias contradictorias pero interesantes. Indudablemente la globalización trae muchos retos y desafíos. Pero también ha traído elementos que llevan en la dirección que tú estás planteando. Por ejemplo, si la voz de México u otro país de América Latina llegaba a Estados Unidos muy mediada y a veces a través de los mismos productos culturales norteamericanos, fundamentalmente el cine, la representación o caricaturización del latinoamericano a través de este medio era posible fundamentalmente porque el mundo estaba fragmentado. Hoy la globalización, las migraciones, el desplazamiento sur-norte. Ha hecho que esto cambie radicalmente, la influencia de los mexicanos, de los cubanos en Estados Unidos es formidable. Hablar también de Colombia y Venezuela, no solamente del trabajo que realizan. Es un fenómeno nuevo que se ve a través del cine, de la televisión, la música, la academia. Eso genera un nuevo tipo de diálogo que lo ha permitido la globalización, la migración y aquí llegamos a un tema que para ciertos sectores acostumbrados a que todo fuese mediado por la cultura blanca inicial hoy se ve cuestionado y reacciona con mucho miedo contra la migración, la globalización y la pérdida de puestos de trabajo y entiendo la elección de Trump dentro de este contexto. Estamos en un proceso de cambio tremendo, probablemente habrá avances y retrocesos, lo permitió la globalización y no solamente fue el desplazamiento de capital, como muchos hubiesen deseado, sino también al desplazamiento de las personas más allá de sus fronteras con todos los problemas que ello implica.

MR: En el fondo es una separación cultural que tiene sus raíces en Europa, donde el mediterráneo con toda su cultura extraordinaria quedó aplastada en el sentido del desarrollo por el norte, que siempre fue el bárbaro frente al mediterráneo a partir del siglo XVI toma una posición de preeminencia extraordinaria. Entonces el sur es visto como el atraso, lo primitivo. Lo cual lleva a un desprecio y auto-desprecio por la cultura mediterránea, que en América Latina se da en la forma del contraste entre la cultura anglosajona de Estados Unidos y Canadá contra el resto. Eso nos crea una relación muy difícil con el Norte, es por un lado el imperialismo que nos amenaza y lo que deseamos tener. Una figura muy interesante que es Rodó, el uruguayo, en el Ariel, él dice nosotros somos el mediterráneo, somos Grecia, ellos son el hombre práctico, el creador de máquinas, pero que no tiene valores o cultura. Parece un poco patético cuando se lee, pero yo creo que hay que leerlo como dos aportes muy importantes, que no han tenido relación de diálogo, por el desarrollo material tan distinto los conflictos que han existido. El paralelismo lo podemos ver con España que es el arquetipo de lo primitivo mediterráneo, sin embargo los nórdicos lo único que quieren es vivir en España porque el Norte es tan aburrido. Creo que habría que reivindicar todos estos textos, ponerlos sobre la mesa y decir terminemos con este juego de complejos, de contradicciones y tratemos de aprender de ello, cada quien reivindique lo suyo, no para disminuir al otro, buscando una relación más pareja. Mientras exista una abismo entre muy pobres y muy ricos, esto no se va a dar, en la medida que se lleve a cabo un emparejamiento creo que el diálogo será muy productivo.

Para finalizar dos preguntas, la primera, global ¿Cómo observan los acontecimientos en Estados Unidos después de la elección de Donald Trump desde la perspectiva del lenguaje y la figura del Muro? Donde un liberalismo mal entendido puede llevar a una derecha cerrada, incluso fascista o totalitaria, asumiendo posiciones que uno creía superadas.

MR: La gran historia del migrante y tú lo sabes, en la cual todo aquello que era claro, monolingüe, único, natural, se transforma en ambivalente, doble. Salman Rushdie decía que nos transformamos en seres que disponen varios canales, todo el tiempo traducimos una cosa en otra, tal vez la traducción nunca es perfecta, pero es valiosa en la medida en que ves el mundo, frente a eso todo es una reacción y es algo que (ahora parece fácil decirlo) debió ser previsto: la globalización, el mestizaje, causa lo que Roberto decía una falta de pérdida, de identidad, todos los mundos que se sentían controlados y seguros, se diluyen, y tú ves al otro, al mexicano, al africano y tú querías que solo se hablara inglés y surge la muralla como una respuesta física a ello, creamos algo que diga “esto es lo nuestro y allá están los otros” porque es un juego típico de las identidades, para poder decir Yo, tienes que decir Otro.

Y se está reflejando de una manera muy primitiva, yo estoy seguro que el muro se construirá, porque si Trump pudo captar algo, fue este sentido de disolución de las identidades tradicionales, y les entregará eso, el muro. Trump vive el simbolismo, la gran pregunta es ¿Qué va a poner dentro del muro que ideas concretas?

Trump es ese exceso que señalabas, si uno ve donde vive, todo es mármol y oro, pero exceso, cosas al fin y al cabo.

MR: Trump es una parodia de aquello que Europa piensa de Estados Unidos, ricos sin cultura, brutos con plata, el problema es cuando esas parodias se vuelven realidad. Contradictoriamente un mundo cada vez más globalizado produce la necesidad de las fronteras, de la muralla, de lo mío, que también lo vemos en Europa como es el caso de Francia, el nativismo está aflorando en todas partes, incluso en Chile con las migraciones peruanas y debemos considerar esto, porque es real el sentimiento de pérdida, de inseguridad, no es un invento, y si somos incapaces de verlo y de introducir elementos que eliminen esa angustia existencial, después se manifiesta de forma agresiva.

RA: Yo pienso que uno de los grandes errores fue haber caricaturizado y no haberse tomado en serio a Trump. Eso es responsabilidad de los políticos demócratas y de los medios que estaban apoyando a Hillary. Por un lado alimentaban el triunfalismo, de que estaba ganada la elección y tampoco se dieron cuenta que Trump había descubierto los sentimientos soterrados de una parte importante de la población norteamericana y que tenían algunas razones de tipo objetivo, cuantificable y hasta cierta forma comprensible de haber tomado la decisión de votar por él. El discurso que decía Mauricio, un sector blanco de un nivel relativamente bajo, que de pronto siente que la globalización le arrebata sus pilares de seguridad y prosperidad. Siente que el emigrante latinoamericano llega rápidamente a competir en sus áreas laborales. Muchas veces con salarios inferiores y por otro lado el desplazamiento de fuentes trabajos a países como México, China. Todo esto se volvió un campanazo de alerta para algunos sectores de la sociedad, generando temor, incertidumbre, problemas de identidad, pero lo más delicado fue el desarrollo por muchos años de lo que se denominó lo “políticamente correcto”, no se atrevían a articular sus inquietudes de ninguna forma, ni de la forma más inteligente ni más cautelosa, porque temían quedar expuestos en la sociedad, y callan. Lo que hace Trump es interpretar ese silencio y le da expresión diciendo “Yo a pesar de ser muy rico entiendo tu preocupación aunque seas muy pobre, porque el país te está dejando atrás. Los otros son los culpables de esto, tú tienes razón y Yo voy a hacer lo que tú quieres que haga.” Por allí operó Trump, pero también quiero poner un freno ante el pánico de muchos demócratas ante el resultado de Trump. Estados Unidos es un país con instituciones poderosas. Trump no representa al 100% partido republicano en sus tradiciones, el representa al sector más radical, como el tea party. Además creo que los sectores más tradicionales del partido republicano frenarán muchas de las cosas que intente hacer Trump y se van a aliar con los demócratas. También por fortuna, Estados Unidos es un país en el cual si tú vives y trabajas de forma legal por varios años, tienes acceso primero a la residencia permanente, después a la ciudadanía y eso ha diversificado el componente étnico del ciudadano norteamericano. Eso es único en el mundo, en países como Alemania no se puede ser ciudadano por nacimiento. Ese es el gran reto que veo en Europa para su integración porque no le da espacio a los que han llegado a vivir en los último digamos 50 años y es una brecha difícil de superar que genera abusos y discriminación, sin derecho a reclamo, yo lo ví en Alemania con mucho claridad en relación con los turcos. Mauricio hablaba del español y el sueco, que aunque son muy diferentes, tienen una matriz común y es Occidente. Alemania y Francia tienen la cultura europea pero el mundo árabe, superar estas diferencias les resultará mucho más difícil a Europa.

¿Más difícil que para Estados Unidos?

 RA: Yo creo que dentro de Estados Unidos están dadas las condiciones para que esto se dirima de forma participativa. A mí me parece maravilloso que en Estados Unidos yo vea a alguien a la cara y no sepa por su aspecto si es ciudadano o no, y es uno de los grandes logros de este país, puede ser negro, asiático, hispano, cualquier y puede ser ciudadano norteamericano y creo que es un elemento que hay que defender, porque este país es un experimento de la humanidad, de diversidad con todos sus retos. Estamos en un momento, usando como imagen la ola de mar, de resaca, donde veremos cómo se aguanta este ímpetu refundacional de Trump.

La última pregunta y es obligada para nosotros como revista que nace y se publica en Miami ¿Qué opinión tienen de esta ciudad?

MA:  Es una relación compleja con el Norte de Estados Unidos donde se dice que están las élites culturales y este Miami como un hongo que surgió de pronto en este clima húmedo, tropical y tiene el boom con la llegada de los cubanos. Es una sociedad que se nota juvenil, dinámica, creo que tiene la inseguridad propia de la adolescencia, pero que tendrá que ir definiendo su personalidad, y creo será difícil al ser la capital de América Latina, vengas de donde vengas, te das cuenta que es aquí, pero es un aquí nuevo.

Yo estoy asombrado con la ciudad, ves las grúas por todas partes, una potencia extraordinaria, pero cuando uno ha vivido largo tiempo sabe que estas erupciones de desarrollo conllevan un conflicto psicológico, inestabilidad de personalidad, pero es cierto que así también crecemos los seres humanos.

Un día Miami tendrá la madurez de otras ciudades de Estados Unidos, pero a mí me ha gustado ese aspecto un poco ingenuo cuando la gente local me dice “mira este teatro, estos edificios” es maravilloso.

RA: Yo soy, de hace mucho tiempo un admirador de Miami, cuando decirlo era políticamente incorrecto en América Latina. El capital político y financiero de América Latina es esta ciudad, en el sentido no de un país sino en la confluencia de muchos países. Pero hay que recordar que hay otro polo hispano, muy marcado por los mexicanos, que es California. California es la sexta economía del mundo. Yo lo que veo aquí es un punto de encuentro de ideas, cultura, gente, idioma. Cada vez toca viajar más hacia el norte de la Florida para encontrar el límite entre el inglés y el español. Este lugar, antes de la llegada masiva de los latinos era una ciudad dormida, bastante tranquila. Toda la vitalidad que tiene ahora y la atracción que ejerce en Europa es producto de esta interacción de culturas, razas y mentalidades distintas. Es una vitalidad imparable, y como parte de Estados Unidos, que es un país que siempre se está haciendo y renovando, así también Miami.

Yo me siento muy cómodo siempre que vengo acá.

Foto bio Omar VillasanaOmar Villasana. México (1972)

twitter @arboldetuolvido

Blog de Omar Villasana

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