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Puede 2020

¿QUIÉN? Y OTROS POEMAS. Elsa Rodríguez (in memoriam)

¿Quién?

 

¿Quién inventó la ternura

de esa luz cuando amanece?

 

¿Quién da ese valor que crece

y alimenta con dulzura?

 

¿Quién con su mirada pura

da fuerza desconocida?

 

¿Quién —crepúsculo en caída—

nos torna el alma violeta?

 

¡Es Amor, magia secreta

para eternizar la vida!

 

 

Madre

 

I

 

¡Ay, madre!, poema alado,

superior y diferente

eres el soplo creciente

de un beso multiplicado;

aliento vital amado

eres a mi alma si gime,

cuando soledad me oprime,

si angustia sella mi boca,

al silencio que te invoca

vuelas con tu paz sublime.

 

II

 

Vuelas con tu paz sublime.

al silencio que te invoca

si angustia sella mi boca,

cuando soledad me oprime,

eres a mi alma si gime

aliento vital amado;

de un beso multiplicado

eres el soplo creciente

superior y diferente,

¡ay, madre!, poema alado.

 

 

 

Dialogando con María

 

—María, ¿por qué dejaste

crucificar a Jesús?

¿por qué en lóbrego capuz

también te crucificaste?

¿por qué no lo rescataste

de las garras de codicia,

de la falaz inmundicia

de aquel imperio pagano

que te clavó cada mano

sobre la cruz de injusticia?

 

—Porque el designio

era fuerza superior

y abrigaba su interior

obediencia a su destino;

Él bebió el ácido vino

de suprema voluntad

y se entregó con bondad

a la barbarie traidora

porque llegaba la hora

para su inmortalidad.

 

—Dime, ¿comprendió la historia

su entrega sin rebeldía?

¿por qué oscureció aquel día

si él alcanzaba la gloria?

¿no se negaron las flores

a derramar sus matices?

¿en tu entraña no maldices

a sus verdugos traidores…?

 

—Bebo del cáliz divino

del Dios que todo lo puede

y a los humildes concede

resignación a su sino.

Fue su corona de espino

dejando mi pecho inerte

y aún, sin entender su suerte,

me deslumbró tanta luz;

y exclamé a mi Dios: ¡Jesús,

salva al hombre con su muerte!

© All rights reserved Elsa Rodríguez

Elsa Rodríguez (Cárdenas, Matanzas, Cuba) (1935-2017): Poetisa de fina inspiración, se caracterizaba por la sensibilidad y profundidad de sus versos, cultivó la décima con acierto. Trabajaba en Planificación y Finanzas. Fue miembro del taller literario Fray Candil y se destacó dentro del mismo. Fue premiada en diferentes concursos, y en algunos de ellos usó el pseudónimo “Mariposa de amor”. Inteligente, amorosa, aguda y paciente, educó a sus tres hijos —junto a su esposo— en los valores cristianos.

Hoy es Viernes Santo. Madre, tus desafiantes versos en " Dialogando con María" me asaltan como baluarte y heredad renovada de tu corazón confiado, siempre, en el eterno amor de Dios.
A mi madre, en ocasión del 85 aniversario de su natalicio. Como bálsamo me es para tu ausencia, la pureza sublime de tus versos.
Elsita: tu voz, que ya era poesía, nos acompañará por siempre; tu timbre único; tu paz interior, la cual derrochabas gustosa sobre todos los que te conocían; tu mirada dulce y tu sonrisa generosa fueron bálsamo para una parte de mi generación que disfrutaba oírte leernos, recitarnos, cantarnos. Tu sensibilidad, la musicalidad de tu aliento y tu mirada, tus movimientos, delataban tu esencia mágica, incorpórea, que nos iluminaba en cada velada. Sentados en el suelo, rodeados de ti, tocábamos el cielo escuchándote. Dios se ha valido de esta revista, para desde mayo, en medio de momentos lúgubres que aún vive el mundo, sorprendernos con un poco más de tu luz, a través de estos versos que delatan la inmensidad de tu alma y el brillo de tu amor que nos salva!!!
¡Ay, madre!, ... cuando soledad me oprime, si angustia sella mi boca, al silencio que te invoca, ¡ vuelas con tu paz sublime! ¡Ay, madre! Hoy, mejor que antes, estoy apercibida de lo previsorio de tu incomparable amor para con nosotros, tus hijos, al punto de escribir y legarnos esta exigente composición literaria (décima) la cual nos ofrece tierno consuelo en tu ausencia, y de la que tomo prestado -también- para homenajearte, pues no habrá versos como estos que, me puedan hablar de tí, en ocasión del Día de las Madres. Amada madre mía: ¡ Pervives en mi corazón!
¿ Habrá pretendido la autora de estos hermosos versos interpelarnos, para lograr en sí y como fin supremo el autocuestionamiento, acerca de lo que resulta esencial para nuestra vida pasada, presente y futura? ¿Habrá pretendido , tal vez, guiarnos a descubrir la sacralidad manifiesta en el día a día, que casi siempre nos pasa inadvertida?¿ Por qué, para qué y para quién fue escrita tal profunda y sencilla reflexión en versos? ¡ Cuántas respuestas esperan ser halladas en ¿Quién?! He de continuar buscándoles, pero por lo pronto puedo compartir de la infinita bendición que ha sido para mí conocer y vivir en ese¡ es Amor!, pues quien escribió es mi madre. Agradezco profundamente el trabajo de la revista , al evocar con exquisita hermosura y respeto el resplandor de su alma.
Agradezco profundamente al equipo de trabajo de la revista por la publicación de esta parte de la obra de Elsa Rodríguez, justo cuando comienza el mes de mayo, que nos trae la lluvia que limpia y fructifica; y donde homenajeamos a nuestras madres. Elsa fue como una madre para mi. Nos reuníamos a su lado, cuando yo era adolescente y compañera de estudio de uno de sus hijos, y nos leía sus versos o nos contaba sobre algún libro o escritor. Su andar y hablar pausados me llenaban de una paz infinita. El tiempo no limitó mis visitas a su casa y el disfrute de su sabiduría, agudeza y amor profundo por Dios, su Patria, la literatura, su esposo, sus hijos y nietos. Con esta publicación hay alegría en el cielo y en mi corazón. Gracias, gracias, y mil veces gracias.

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