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Septiembre 2020

LAS HONRADAS: MIGUEL DE CARRIÓN Y EL EMBRIÓN DE LA NOVELA PSICOLÓGICA FEMINISTA EN CUBA. Héctor Manuel Gutiérrez

Aline Johnson de Menocal, reúne a su personal minutos antes de una fiesta de altura.

 

En la tercera de esta serie con reseñas de la cosecha narrativa de la joven república cubana, trataré de examinar algunas de las ideas que respira el discurso del  novelista habanero Miguel de Carrión (1875-1929). Entre las múltiples posibilidades de lectura, un escueto acercamiento socio-psicológico a dos de sus obras, podría por lo menos sugerir que con este autor nace la novela psicológica feminista en Cuba.

            El ambiente físico, las trabas morales, los cánones religiosos y los enunciados de la educación, unidos a la propia ubicación del hombre en un sistema claramente definido como patriarcal, homo-centrista y en la mayoría de los casos machista, desfilan en las tramas de sus novelas. Sin lugar a dudas estas condiciones deben dictar o infundir algún tipo de comportamiento. Ignoro hasta qué punto el problema del matrimonio, las posibilidades de divorcio y aun la igualdad de los sexos, fue importante en el resto de la narrativa de la Cuba en tiempos de la presidencia de Mario García Menocal, que por supuesto coinciden con la época del autor. Lo que sí resalta con transparencia en sus novelas Las honradas (1917) y Las impuras (1919), es que en ellas no se puede escindir el tenor social ni descartar la posible repercusión de aquellos contextos en el proceso psíquico en general y la situación de la mujer cubana en particular. Como sugieren sus títulos, los cuadernos se concibieron como configuraciones antitéticas que abordan y contraponen un mismo tema.

            Por el momento, concentrémonos en la primera del binomio. Victoria, la sufrida protagonista de Las honradas, es una típica mujer de la clase media que plantea, muy temprano en la trama, lo que será el leitmotiv de la novela. He aquí una muestra del discurso sencillo, claro y específico de un individuo de instrucción promedio que acepta las imposiciones de un sistema de valores, sin cuestionarlo: “Todas mis compañeras, sin excepción, aspiraban a casarse algún día. Era ésta la única manera de llegar al amor completo y seguir siendo buenas. Las otras mujeres, las que aman sin casarse, eran malas y formaban una legión de entes despreciables, de los cuales ni debía de hablarse siquiera.” (Las honradas, 64)

El texto registra con efectividad que la vida de esta mujer se asienta en la dialéctica <<buenas>> versus <<malas>>, conceptos impartidos en la educación del hogar, fortalecidos por los dogmas de la iglesia y, dentro del argumento que nos presenta el autor, con pocas posibilidades de recuperación. Veamos un ejemplo: “La religión me hablaba en alta voz del alma, siempre pura, y la carne inmunda y pecadora, y aquella otra voz interior me repetía al oído que lo noble residía lejos de los órganos despreciables del cuerpo. Así empezó a formarse, en medio del bullir de los deseos y las confidencias, con conciencia de mujer honesta y los sentimientos que habían de regir definitivamente mi conducta de virgen juiciosa.” (op. cit., p. 64.)

            Lo seductor del caso en este breve estudio, no es sólo poder adentrarnos en las inquietudes de la protagonista, sino preguntarnos qué motivó a Carrión a afiliarse a tal empresa. Ya se ha dicho de este autor, que como médico investigador y periodista preocupado, se ha atrevido a tratar de desenmascarar las lacras que conforman nuestras endebles estructuras sociales, como claramente aluden las citas.

La gráfica percepción del problema por parte del autor es un punto de vista generalmente aceptado que no tengo intención de debatir. Me inclino entonces a investigar cómo encaja su novelística en la línea de la novela psicológica. Entre otros recursos y, en términos generales, este tipo de construcción narrativa utiliza, más que nada, el psicoanálisis literario, valiéndose del llamado fluir de la consciencia o los monólogos interiores directo e indirecto. El binomio de Carrión se entronca con aquella corriente en la que se destacan escritores de la talla de Proust, Woolf y Joyce. Esto es evidente en el enfoque a manera de conversación, en el uso de la primera persona singular y, por supuesto, la obvia presencia de las implicaciones que se pueden detectar a la luz de las investigaciones de Sigmund Freud. En realidad, aquí terminan las connotaciones.

Sin embargo, me arriesgo a señalar que Carrión tiene éxito en su enfoque. Le asigno el crédito al autor, consciente de que mi estudio se realiza desde una perspectiva lejana y, si bien opino que el logro es parcial, esto no le quita que su procedimiento narratológico funciona. Concedo que su contribución necesariamente no forma parte de algún programa de activismo social, como existía en la época en que publicó las novelas a que aludo. Mas las inferencias que proyecta en sus dos cuadernos, si no causan un impacto mayor, por lo menos anticipan el alcance de las metas que aquel activismo cívico perseguía.

Como testimonio, incluyo aquí una referencia que retrata el momento histórico del autor: “Después de la I y II Guerras Mundiales cuando por la escasez de mano de obra, fue necesaria la incorporación de la mujer a actividades que hasta entonces sólo realizaba el hombre, estuvieron creadas las condiciones para que la mujer no fuera relegada más al ámbito privado, por razones biológicas o psicológicas; había demostrado tener capacidad para asumir diferentes funciones sociales.” Existen extensos y elocuentes trabajos realizados por especialistas, como Hortensia Lámar, 1926; Porfirio Andreu y Bassolo, 1928; Laura Betancourt Agüero, 1927; Alfredo Zayas y Alfonso, 1930; Víctor Suárez Chamizo, 1932; y Francisco J. Ponte y Domínguez, 1928, 1930). Todos ellos apoyan esta idea. Un informe muy completo del órgano oficial de la Sociedad Cubana de Psicología, de fecha más reciente, confirma la disponibilidad de documentos que certifican que muchos de los discursos de la época se manifestaron “en lógica correspondencia con todo un movimiento nacional por garantizar la participación femenina en la vida política del país y que cierra con la garantía de su derecho al voto refrendada en la constitución de 1940.” (Revista cubana de psicología, Vol. 12, No. 1-2, 1995).

De modo que, amparado en estos datos, noto evidencias de una actitud discreta del novelista a lo que se percibe como un posible apoyo a los derechos de igualdad, entre los que incluiríamos la libertad al trabajo y al sufragio de la mujer. El movimiento a favor de ésta ya era una realidad en la contemporaneidad del autor, como indican algunos estudios que vieron la luz en la misma década de la publicación de sus dos novelas.

Me atrevo a emitir este criterio evaluativo porque me luce que su versión del novelar, aunque no es más que una rezagada creación naturalista, plantea el estudio del discurso femenino dentro de un contexto social dominado por el hombre y sus mutadas concepciones. La lectura de los planteamientos evidencia que el autor nos presenta el caso como producto de un mal funcionamiento del “gremio” social, condición naturalista que se hace evidente en el texto. Teniendo esto último en cuenta, me arriesgo a decir que, aunque el sondeo en efecto merece ser definido como un “experimento literario”, deducimos que el novelista cubano más bien hace las veces de un sociólogo que se percata de las implicaciones que motivaron la creación de aquellas dos novelas, dejando en ambas constancia de sus observaciones.

De ahí que sus personajes tengan ciertas características, como sucede en las tradicionales novelas realistas y naturalistas que echaron raíces en la literatura del decimonono producidas tanto en España como en las antiguas colonias hispano-americanas, ahora independientes. Entre esas características, encontramos la falta de libre albedrío marcada por un profundo determinismo. Este detalle es evidente en la Verónica de Las honradas, como ilustra otra cita que nos trae uno de sus monólogos interiores: “¿Esclava feliz, como Alicia… vengadora, sin corazón, como Georgina? Me consideraba incapaz de decidir, entre los dos términos del tremendo dilema… No había cambiado de postura en el sillón, y ni siquiera advertí que Adriana había entrado en la casa y que la sala, detrás de mí, estaba a oscuras. Me di cuenta de ambas cosas cuando sentí que una mano se apoyaba suavemente en mi brazo, mientras la voz de mi hija me decía, por tercera vez, ahora un poco alarmada en presencia de mi abatimiento.

 ─ Mamá, ¿estás mala? ¿Qué tienes? ¿En qué piensas? ─

La besé con pasión en ambas mejillas.

            ─ Nada, hija mía. ¡Pensaba solamente en ti ─” (op. cit., p. 482)

            Si por un lado, con la asunción de la auto-conciencia de Verónica, la “escritura masculina” del autor traza las pautas de su naturalismo psicológico, quizás por el otro no logra establecer un patrón de desatinos fisiológicos en el tratamiento de los personajes sugiriendo levemente la cura del mal. Es un detalle que no perdonan los que lo critican con ojos oficialmente feministas.

Demos un vistazo a otras referencias: “La década del 20 y del 30 del presente siglo se muestra rica en temas sobre la mujer, desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo. La década del 20 se caracteriza por la presencia de trabajos sobre feminismo (Arturo Montori, 1922; Pilar Marlon de Méndez, 1924), se publican conferencias y discursos pronunciados en asociaciones y congresos de mujeres (Congreso de Mujeres de 1923 y 1925 y la Asociación Nacional Feminista).” (op. cit., p. 482)

Apartándome un poco del universo del libro en cuestión, hurgando en la relevancia del planteamiento de este autor y sus repercusiones en nuestra contemporaneidad,  puedo deducir entonces que las fallas, los defectos y deficiencias contra los cuales se pronuncia, hay que buscarlos específicamente en las estructuras del sistema patriarcal, no en su tesis. En aquellas grietas estructurales del sistema social de entonces, incluiríamos la incapacidad de los que gobiernan, el deterioro de los valores culturales y éticos, la hipocresía de los que establecen o predican normas o dogmas. Agregaríamos un aspecto de extrema importancia: la falta de adherencia a un programa ya propuesto, pero nunca establecido o puesto en práctica.

Como lector consciente, reconozco y acredito los estudios que he citado a lo largo de mi reseña, en particular los que enfocan el ambiente social de los años veinte en la joven república cubana. Mas no nos llamemos a engaño: a estas alturas, afirmar que los problemas que he señalado ya se han resuelto, es una cuestión de criterio. Seguramente toca a alguna facción de interesados defender esa noción. En lo que respecta a este reseñador, mi enfoque trae observaciones que incrusto específicamente en el campo de la psicología aplicada a la ficción. Está delineado y sustanciado en una intencionalidad clara y específica que enlaza a ambas esferas. Espero haber alcanzado mi objetivo.

Referencias:

Carrión, Miguel de. Las honradas.

La Habana, Editorial Librería Nueva, 1917

González Muza, L. La novela y el cuento psicológicos.

Miami: Universal, 1979

Imagen tomada por la fotógrafa Nina Leen (Rusia, 1909, EU, 1995).

© All rights reserved Héctor Manuel Gutiérrez

 

Héctor Manuel Gutiérrez, Miami, ha realizado trabajos de investigación periodística y contribuido con poemas, ensayos, cuentos y prosa poética para Latin Beat Magazine, Latino Stuff Review, Nagari, Poetas y Escritores Miami, Signum Nous, Suburbano, Ekatombe, Eka Magazine y Nomenclatura, de la Universidad de Kentucky. Ha sido reportero independiente para los servicios de “Enfoque Nacional”, “Panorama Hispano” y “Latin American News Service” en la cadena difusora Radio Pública Nacional [NPR]. Cursó estudios de lenguas romances y música en City University of New York [CUNY]. Obtuvo su maestría en español y doctorado en filosofía y letras de la Universidad Internacional de la Florida [FIU]. Es miembro de Academia.edu, National Collegiate Hispanic Honor Society [Sigma Delta Pi], Modern Language Association [MLA], y Florida Foreign Language Association [FFLA]. Creador de un sub-género literario que llama cuarentenas, es autor de los libros CUARENTENAS, Authorhouse, marzo de 2011, CUARENTENAS: SEGUNDA EDICIÓN, agosto de 2015, y CUANDO EL VIENTO ES AMIGO, iUniverse, abril del 2019. Les da los toques finales a dos próximos libros, AUTORÍA: ENSAYOS AL REVERSO, antología de ensayos con temas diversos, y LA UTOPÍA INTERIOR, estudio analítico de la ensayística de Ernesto Sábato.

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