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Junio 2017

LA VIDENTE. Dainerys Machado Vento

Cuando era chiquita tenía fama de ser vidente. Una vez mi mamá quiso entender qué pasaba con mi espíritu y me llevó a ver a una brujera. La brujera le dijo: “Tu hija tiene mucha luz.” Desde ese día, casi me hacen un altar en casa.

Cuando yo decía “hay una mujer de pelo largo en la vida de mi papá,” era porque la había. O cuando decía “esa taza se va a caer de la mesa,” se caía. También decía a veces: “llegará el arroz del mes a la bodega… y es arroz chino,” y tres días después llegaban diez barcos cargados de arroz de China.

Debo confesar ahora, al cabo de tantos años, que todo tenía explicaciones muy sencillas; pero nadie nunca me preguntó por qué sabía tanto. Como yo era una niña relativamente tranquila, la profe me dejaba salir, todas las tardes después de almuerzo, a pararme un rato en el portal de la escuela primaria. Ella decía: “es un premio a tu buen comportamiento.” Yo sabía que era su forma agradable de librarse de mí. Con mis salidas evitaba que anduviera regañando a mis compañeros por no hacer la tarea. Porque además de vidente yo era una niña muy seria, a la que le gustaba cumplir con todo.

Un día, estaba en el portal de la escuela, cuando vi pasar a mi papá con una mujer de pelo largo. Al otro día, pasó con otra. Al otro día con otra. Hasta que el ciclo se completó y me di cuenta de que mi papá pasaba todos los días con una mujer que no era mi mamá, por supuesto. La acompañante tampoco llevaba siempre el cabello largo. Pero esa frase lapidaria, “hay una mujer de pelo largo en la vida de mi papá,” que sonaba como la de la brujera, fue la manera que encontré de compartir la información en mi casa, sin que me quitaran el placer de pararme todos los días sola en el portal de la escuela. Porque además de vidente y seria, yo era una niña muy solitaria.

Lo de las tazas, platos y copas que anunciaba iban a romperse tampoco era difícil de augurar. Cuando mi hermana acomodaba la repisa o guardaba la vajilla, ponía todo su despiste en funciones de la acción. Dejaba las cosas al bordecito de la mesa, al bordecito del cristal, siempre al bordecito, siempre listo para resbalarse. Y como yo era una niña vidente, solitaria y me gustaba siempre tener la razón, cuando las cosas no se caían para cumplir mis predicciones de tiempo y lugar, yo las ayudaba.

Mi escuela estaba al lado de la bodega del barrio. Así que lo del arroz chino se lo escuchaba decir al bodeguero, en mis largas horas de aislamiento público. También el Custodio Ramón a veces me daba información sobre el orden de llegada de los mandados. Era una fuente muy confiable ese querido viejo Ramón.

Un día le dije a Luisa, una de las mejores amigas de mi mamá: “Si te vas este verano a Varadero, ten cuidado con los tiburones.” Luisa me llamó por teléfono una semana después. Mi mamá se extrañó de que ella quisiera hablar conmigo porque yo tenía apenas 9 años de edad. Luisa me dijo: “Me jodiste las vacaciones. No me atreví a meterme en la playa porque estaba segura de que me iba a comer el singa’o tiburón ese.” Yo además de vidente, seria y solitaria, era una niña muy envidiosa.

Publicado originalmente en el blog letras que ves, dar click aquí

© All rights reserved Dainerys Machado Vento

Dainerys Machado Vento (La Habana, Cuba, 1986). Es licenciada en Periodismo por la Universidad de La Habana. Máster en Literatura Hispanoamericana por el Colegio de San Luis, San Luis Potosí, México y actualmente cursa su Doctorado en Lengua Moderna y Literatura en la Universidad de Miami, Estados Unidos. Es una de las compiladoras y prologuistas de la edición anotada Las palabras de El Escriba. Artículos publicados en Revolución y Lunes de Revolución (1959-1961), del escritor cubano Virgilio Piñera (Unión, La Habana, 2014). Recibió el Premio Estatal de Periodismo San Luis Potosí 2016, en México. Se ha desempeñado como editora en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y en la Casa Editorial Tablas-Alarcos. Es graduada del Diplomado de Crítica Teatral del Instituto Superior de Arte (ISA) y artículos suyos han sido publicado en revistas como Cuadernos Americanos, de México; La Gaceta de Cuba, entre otras.

Me gusto mucho tu columna! Saludos desde Argentina.

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