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Agosto 2017

La poesía como comunión de lo artificialmente separado. Graciela Perosio

En este año 2017 tuve la suerte –la enorme suerte- de participar en el Festival VaPoesía Argentina. Un Festival que busca ejercer la poesía como herramienta de inclusión. Inclusión de la poesía en estratos sociales donde tiene poca oportunidad de llegar, aunque paradojalmente allí mismo vive, e inclusión de nosotros como escritores en el cotidiano de personas a las que rara vez pudiésemos conocer y escuchar si encuentros como éste no existieran. Personas con las que difícilmente coincidiésemos en un espacio para sentarnos un rato y compartir nuestras vidas.

Y la verdad de la historia consiste en que cuando una se abre a lo diferente entra en la magia de la transmutación. Es decir: llega una y se va otra. Nunca sucede exactamente lo esperado y allí está el milagro, de pronto hay sorprendentes coincidencias que desbaratan todos nuestros prejuicios. De pronto,  las sensibilidades se enlazan y celebramos una comunión de emociones y sentires que horada el pensamiento y nos amanece más allá, trasformados. Semejante intensidad en la vivencia me llevó inmediatamente a pensar que había que otorgarle un giro de La aldaba para saber más de cómo había nacido este proyecto y  contárselos a ustedes que me leen, para que el festival –la Fiesta- crezca y crezca y revele su secreto: la instancia donde el hombre deja de ser el enemigo del hombre y se reconoce hermano, compañero. La instancia donde la poesía –como quería Camus de todo arte- no juzga tanto como comprende  y a fuerza de comprender, reina.

Así fue que averigüé que el Festival VaPoesía de Argentina –que ya ha cumplido cinco años- nació a partir de otro, el Abbapalabra de México. Uno de los coordinadores del Festival original, el poeta Alvaro Mata Guillé recuerda a partir de cuáles inquietudes se fue gestando: “queríamos explorar esa relación de la experiencia humana, a la que se llama poesía, que desde la incertidumbre retorna al silencio,  para romper el mutismo que inunda el entorno con su canto, penetra en nuestro desasosiego provocando que el otro nos perciba, nos encuentre, pues es ahí, en ese lugar de comunión, conmovidos ante la precariedad y nuestro estar solos, que lo humano vuelve a lo humano”. Pero a la vez, señala cómo se ha “condenado a lo poético a momificarse en un púlpito, en el estereotipo, en el abalorio, en la frivolidad (…) Vivimos sumergidos en un contexto que convierte toda cosa en lo mismo, en entretenimiento,  en banalización. Estas eran nuestras inquietudes mientras corría el mes de mayo de 2004 en la Ciudad de Bogotá donde junto con el poeta Mario Alonso participábamos de ese Festival de Poesía y Mario, entonces,  me pide que le ayude a realizar otro Festival en San Luis de Potosí (México) al año siguiente, con la impronta de buscar el sentido que se nos estaba perdiendo dentro de la decadencia de nuestras sociedades”

     Y allí comienza la historia que irá evolucionando: “Los primeros eventos del Abbapalabra se realizaron en el mes de septiembre de 2005 cuando, a través de los Colegios de Bachilleres del San Luis, recorrimos prácticamente todo el estado potosino, llevando la consigna de que cada actividad se convirtiera en espacio de conmemoración, ojalá de fiesta, de diálogo; los coloquios, charlas, música, recitales, la narración oral, llegaron tanto a instituciones oficiales como a espacios privados, a comunidades y centros educativos, marcando la ruta de acercar la poesía a la comunidad, en propiciar confluencias, que uniéndose a la crítica cultural, a la formación de conocimiento, a la posibilidad expresiva, permitieran el desarrollo de lo individual, la convivencia social, lo plural. Buscábamos  insertarnos en la tradición de las antiguas civilizaciones, vincularnos a la memoria, que a través del canto, la oralidad o los ritos, hacían posible que nos reencontráramos con lo que éramos y así recobrar una voz, percibir al otro, descubrir el entorno siendo nosotros también el entorno. Es así, que la sensibilización, el diálogo, la proximidad con el otro, fueron los ejes que determinaron el camino a seguir por el Festival, dinámica que también se realiza en todo el año y en distintos lugares, paralelamente al evento principal, principalmente en colegios, comunidades marginales y espacios no tradicionales, tanto de México como de otros países de Latinoamérica, hechos que en su conjunto hacen del Festival Abbapalabra, un evento de gran envergadura.  Ejemplo de ello fue  la organización del 11° Festival, coordinado junto al poeta mexicano Julio Ceballos.  Se llevó a cabo en el Municipio de Chimalhuacán, en el Estado de México en 2015. Reunió más de diez mil personas,  a más de veintiséis mil en la versión 12° del Festival en el año 2016, en el mismo municipio y esperamos otro tanto para la celebración del 13° Festival.

Hasta aquí hablamos del Festival Abbapalabra y ahora, volvamos a VaPoesía en las voces de sus directores: la escritora Marta Miranda y el escritor Ricado Rojas Ayrala, ambos argentinos, que nos explican en qué consiste este evento: El FESTIVAL INTERNACIONAL VAPOESIA ARGENTINA es un encuentro internacional de poesía que tiene por eje la inclusión social a través de la literatura como herramienta de transformación y de fortalecimiento en un diálogo entre iguales. Es anual, dura quince días y se desarrolla en dos etapas: una semana compartida entre la Ciudad de Buenos Aires y  la provincia de Buenos Aires y la otra en la provincia de Mendoza. Se denomina VaPoesía porque invierte la ecuación habitual de los demás festivales literarios donde el público es convocado a una sede determinada para escuchar lecturas de escritores. En nuestro festival, la poesía va: somos nosotros quienes invitamos a los poetas y los llevamos a donde está el público, la gente. Pero no solamente los invitamos para que les lean, sino y fundamentalmente para que los escuchen, que escuchen a esta gente, a este público. Por lo general son personas que no tienen acceso a acontecimientos culturales y desconocen de qué se trata un festival de poesía. Los motivos son muchos, entre ellos la lejanía de los centros urbanos, la situación económica que no permite destinar los fondos necesarios para acudir a donde se realizan dichos eventos, la vulnerabilidad social que hace que el énfasis esté puesto en la supervivencia día a día. Hablamos de quienes asisten a comedores populares, refugios de gente en situación de calle, cárceles, escuelas rurales, centros comunitarios, organizaciones sociales,  biblioteca populares, escuelas de adultos, sindicatos, pueblos originarios. Este festival no reemplaza a ningún otro, simplemente propone otra forma de acción cultural.  Queremos que todos tengan la posibilidad de acceder a un evento literario, compartiendo con escritores nacionales e internacionales invitados para el festival y que va más allá de la lectura, pues como dijimos anteriormente, el diálogo es entre iguales, entre personas que tienen cosas para decirse y compartir. Esta es su quinta edición consecutiva. Y vamos por más.

        La respuesta que van obteniendo es óptima y eso anima a crecer, nos cuentan cómo se involucran los distintos  participantes: “hay lugares, como por ejemplo el desierto huarpe donde los hermanos de las comunidades originarias nos esperan con grandes demostraciones de afecto. Los niños este año habían preparado cuentos preciosos porque  sabían que íbamos para que  nos leyeran sus textos. Lo mismo pasa en los centros de detención en donde nos ha tocado ver por segundo año consecutivo a algunos internos. Esto que es doloroso porque significa que aún están detrás de los muros del penal, se vuelve también maravilla cuando sacan  un papel con un poema ,o una carta y nos dicen: ¿se acuerda de mí? Otra experiencia muy emotiva ocurrió en la localidad de Palmira, zona este de Mendoza, con gente en situación de alta vulnerabilidad social, en un merendero organizado por madres del barrio, madres cabeza de hogar. Una señora en proceso de alfabetización se nos acerca al finalizar el encuentro y nos agradece pues, en sus propias palabras, estas actividades culturales jamás  llegan a “nosotros los pobres” y nos da un abrazo interminable. 

      Este Festival demanda mucho compromiso, tanto físico como emocional, por parte de todos los escritores participantes pues se dan situaciones dialógicas únicas, inesperadas. Ninguna actividad es igual a la otra, pues depende de los asistentes a cada una de ellas. En cuanto a los poetas, salen conmocionados de los encuentros porque la sociedad, tan proclive a los compartimientos estancos, no les permite usualmente el contacto directo con la gente.  Sienten que vuelven a recuperar la función del decir, de portavoz de una comunidad que necesita ser dicha, de gente común que quiere apropiarse de la palabra que lo nombre sin preconceptos ni estigmatizaciones. No vamos a enseñar nada, vamos a compartir lo que sabemos hacer, nuestra escritura. Vamos a charlar con gente que tiene otros conocimientos que queremos recibir. Siempre pensamos en salir de la queja y hacer algo por la sociedad. Nosotros decidimos hacerlo desde lo que somos: escritores.”

Resulta claro que es difícil solventar los gastos de un encuentro semejante. Cuentan con el apoyo del Sindicato de Empleados de Farmacia (ADEF), y las Comunidades Educativas Mendocinas C.E.M: “y por supuesto de  los compañeros que nos reciben en sus barrios, en sus escuelas, en sus casas. Por ejemplo, muchas veces, nos ayudan compartiendo sus alimentos con nosotros, cosa muy valiosa para la organización pues somos un grupo numeroso y son muchos días. Este año, en el desierto lavallino, la comunidad huarpe guentota nos recibió con una fiesta. Luego de la actividad, como sorpresa, nos habían preparado un almuerzo típico y danzas folklóricas por parte de los alumnos de la escuela de danza, bajo la maravillosa enramada de dona Coca, referente de la comunidad. Festival de solidaridades para el cual trabajamos todo el año,  gestionando, tramitando y finalmente solventando todo lo que reste para tener un gran festival. Siempre cualquier apoyo hecho con convicción  y con compromiso es muy bienvenido.”

      La relación de VaPoesía Argentina con el Festival Abbapalabra dio en llamarse “corredor cultural”, éste incluye a además de a México, a Costa Rica y pronto se incorporan más países, entre ellos España: “También participamos- nos cuentan Marta y Ricardo– de algunos foros internacionales de festivales y del Encuentro Nacional de Escritura en la Cárcel, evento organizado por el Departamento de Letras y el Programa de Extensión en Cárceles (PEC) de la Facultad de Filosofía y Letras, junto con la Biblioteca Nacional “Mariano Moreno” y la Revista Evaristo Cultural. Hacemos intercambio también con otros festivales hermanos como el de El Salvador, con quien este año realizaremos una acción conjunta en el marco del Festival Mundial de Poesía “Cien Voces con Monseñor”, en relación al centenario del nacimiento del Arzobispo Monseñor Oscar Arnulfo Romero.”

       Un movimiento con tanta vitalidad, sin duda, se proyecta hacia el futuro con ampliaciones y novedades, siempre restan ideas a concretar: “uno  de los proyectos es organizar acciones durante el año que sirvan de preparación para lo que será el VI Festival y darle continuidad a los talleres que en la última edición fueron cuatro. También, realizar publicaciones de nuestros autores, organizar charlas, videos, acciones públicas y jornadas educativas donde el eje central sea siempre la literatura y la inclusión. Aquellos escritores y entidades que comulguen con la idea y tengan ganas de llevarla a la práctica, serán siempre bienvenidos.

      La aldaba queda contentísima de haber podido documentar mínimamente la experiencia enriquecedora de estos Festivales: comulgar con lo separado (con lo que el poder se obstina en separar) para alcanzar un intercambio fértil. No se trata de lo superficialmente llamado “global” que busca borrar las diferencias a través de lo masivo. Muy al contrario, estos Festivales trabajan en la raíz hondamente personal e histórica donde se besan los bosques poéticos de las distintas comunidades. Es precisamente desde lo particular respetado que abrazan lo universal. En estos encuentros la palabra “compartir” adquiere pleno sentido.

 

 

Agrego algunos datos interesantes: V FESTIVAL INTERNACIONAL VAPOESIA ARGENTINA: 2.900 kilómetros recorridos en 15 días. 8 países latinoamericanos: Cuba, Chile, Venezuela, Brasil, Costa Rica, México, Colombia y Argentina). 25 lecturas. 2 provincias: Mendoza y Buenos Aires. 4 Talleres. 4 centros de detención: Máxima seguridad de varones, régimen abierto de mujeres, penal juvenil y centro de detención de mujeres- ingreso primario, 1 organización social, 2 escuelas primarias. 1 Centro de Integración de Mujeres, 3 bares culturales, 2 comunidades originarias, 7 Escuelas de adultos y jóvenes, 1 centro cultural vecinal y 3 Bibliotecas Populares. 1 Radio comunitaria. 1 Sindicato.

© All rights reserved Graciela Perosio

Graciela Perosio. Bs. As (1950) Escritora. Prof. Universitaria en Letras. Recibió la Beca Nacional de Investigación del Fondo Nacional de las Artes para estudiar la obra del poeta argentino Carlos Latorre. Publicó ocho libros de poesía: del luminoso error (1982 de autor), Brechas Muro (1986, Tierra Firme), La varita del mago (1990, Tierra Firme), La vida espera (1994, Del Dock), La entrada secreta (1999, Grupo Editor Latinoamericano), Regreso a la fuente (2005, Del Copista), Sin andarivel (2009, Del Copista), Balandro (2014, Paradiso), la antología Escampa, el corazón (Editorial Ruinas Circulares 2016) y El privilegio de los años, (Editorial Leviatán 2016)

Su obra ha motivado puestas escénicas multimediáticas, esculturas, pinturas y otras obras literarias. Muchos de sus poemas se han difundido por la red en sitios nacionales y extranjeros mereciendo juicios elogiosos de críticos y colegas. Un poema de su autoría fue seleccionado para realizar un afiche con ilustración de Alexiev Gandman que se presentó en las veredas de la Ciudad de Buenos Aires.

 

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