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Septiembre 2014

GENTE EN SITIOS. Un film de Juan Cavestany

GENTE EN SITIOSCuando las situaciones y los sitios son los protagonistas

Título  Gente en sitio Año 2013 Duración83 min. País España Director Juan Cavestany

Guión Juan Cavestany. Música Aaron Lux, Nick Powell Fotografía Juan Cavestany

Reparto Maribel Verdú, Adriana Ugarte, Alberto San Juan, Antonio de la Torre, Santiago Segura, Coque Malla, Ernesto Alterio, Javier Gutiérrez, Carlos Areces, Irene Escolar, Julián Villagrán, Raúl Arévalo, Roberto Álamo, Gustavo Salmerón, Eduard Fernández, Javier Botet, Tristán Ulloa, Diego Martín, Martiño Rivas, Jorge Bosch, Silvia Marsó, José Ángel Egido, Luis Callejo, Luis Bermejo, Ernesto Sevilla, Juan Carlos Monedero

Sinopsis

Dos comensales piden un menú; en el restaurante no hay nadie. El camarero con la mayor impunidad se pasa de tiempo apuntando caligráficamente las órdenes. La escena se corta E (-). Nota. Este símbolo último quiere decir “la escena se corta”. Un padre va a buscar a su hijo a la guardería; la televisión está presente y quieren hacerle un reportaje recogiendo al niño. El cámara le pide al padre que haga una toma. Le repite la toma hasta la infinidad. No se sabe si la ha hecho o no. E(-) Al final de la película le pedirá que la cierre. Una pareja joven entra en un piso maravilloso para alquilar. El vendedor intenta que firmen para liquidarlo. Después desaparece y la pareja descubre que lo que tenía en la mano era un libreta de dibujos y no la copia del contrato. Al cabo de unos minutos entra un ciego con su acompañante a la casa y le dice “¿Qué hacen ustedes aquí?”. E(-) Un hombre queda detenido en medio de la calle sin saber qué hacer “¿No sabe andar señor?…no se preocupe yo le enseñaré “ le dice otro paseante que intenta preocuparse por él. Le coloca una pierna adelante y después la siguiente, y a continuación le dice. “Para andar se anda así….primero una pierna y después la otra…ya verá como todo andad bien”. E(-). Al final de la película el mismo hombre le dirá lo mismo a otro que tienes problemas para dormir y le dará instrucciones como hacerlo….y así sucesivamente.

“¿Me estás tomando el pelo….o te has bebido todo el Ballantines que quedaba en el bar?” Esto no es una pregunta de alguno de los protagonistas de la película, sino lo que pudiera suponer alguien que quisiera hace una observación sobre lo que ha leído hasta ahora en la sinopsis.

Gente en sitios es una sucesión de escenas con principio seguro, pero casi siempre con final incierto. Escenas bajo el humor, el surrealismo, lo posible, lo inesperado, lo imprevisible, lo trágico, lo poético, poniendo mucho acento en planos próximos y bajo la teatralidad. Y enlazados como lo pudiera hacer André Bretón en sus obras literarias, es decir, bajo el dictado del inconsciente en este caso no narrativo sino fílmico. Podríamos decir que Juan Cavestany sería el nuevo Buñuel, en una era de lo instantáneo.

No las he contado todas, pero debe haber como mínimo veintes historias. Veinte sitios: la calle, la escuela, el campo, la fábrica, el bosque, la oficina, un piso, el interior de un automóvil, un río, una gasolinera, un puente, el cementerio de coches, un restaurante, una estación de tren, una tienda de muebles, un bar, varias aceras, una sala de comedor con un sofá ( una mujer está sentada en él mismo y con unas cintas adhesivas en el rostro le dice a su marido “no ves que me he cambiado la cara” y él le contesta “la verdad es que no me había dado cuenta” E(-) ). Veinte situaciones como mínimo, de las cuáles ya les he hecho un pequeño resumen en el primer párrafo. Les nombro una última que me impactó: Se encuentran dos amigas en la calle del barrio y una de una manera natural le dice a la otra. “Voy a montar un restaurante mexicano” la otra le contesta “Qué bien….servirás tamales y taquitos”. Entonces la otra insiste e insiste que no sabe lo que son tamales ni taquitos hasta llegar a la desesperación y tirarse al suelo pidiéndole por favor que le diga que son “tamales y taquitos”. Los primeros planos de estos diálogos de “sordos” entre estas dos mujeres son antológicos por lo naturales e inesperado final.

Recomendada para los creadores visuales, analistas del lenguaje, para los “distintos”, para los indies, para lo que entendieron el surrealismo o el terror como una fuente necesaria para romper con lo tradicional en la narrativa histórica, para los que cuentan historias, para los psicoanalistas en la manera de abordar lo inconsciente y, sobre todo, para los actores y actrices por la forma en cómo interpretar “lo natural” bajo una realidad fantástica y a la vez cotidiana. ER

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