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Abril 2014

ENTREVISTA A MIGUEL COYULA. Carlos Gámez

MiguelSundance1

El pasado mes publicaba una reseña de la novela de Miguel Coyula, Mar Rojo, Mal Azul (La Pereza Ediciones, 2014) en mi columna. A raíz de aquella reseña, y una charla previa, surgió esta entrevista con el autor en su sentido amplio, como escritor, como director de cine y como alguna cosa más que leeran aquí. Espero que disfruten leyéndola tanto como yo disfruté haciéndola.

CG: En una charla privada previa hablamos de las similitudes y diferencias entre el lenguaje literario y el cinematográfico. Lo que más me ha sorprendido de tu novela en este aspecto es el notable peso de los diálogos en la narración, en especial por el carácter conceptual que prima en tus películas (no exentas de diálogos). ¿Qué opinas?

MC:  Bueno, cada película es distinta. Mi primer largometraje, Cucarachas Rojas, es sobre todo una experiencia sensorial, muy diferente de Memorias del Desarrollo, donde sí se exploran ideas mas complejas a través de la distancia emocional de su protagonista. En la novela traté de alternar capítulos donde predominaran los diálogos y otros donde de nuevo la narración fuera visual y las oraciones concebidas fueran parte de un montaje cinematográfico. Cortas y pragmáticas, sin descripciones excesivas que fueran a entorpecer el ritmo.  Los capítulos de la novela comienzan con muchas imágenes o acciones cerradas, fuera de contexto, como un plano detalle y gradualmente el párrafo revela una idea mejor del lugar, como muchas veces se hace en el cine. También las transiciones entre capítulos y personajes están diseñadas para desconcertar y mantener la sensación de incomodidad que siempre me ha atraído. Creo que el desequilibrio es muy importante para cualquier manifestación artística, siempre he sospechado mucho del arte que se describe como “una pieza de relojería perfecta”. 

CG: En este sentido, me comentabas en aquella charla los recursos de la voz en off, que se utilizaban a menudo en el cine negro norteamericano para expresar la voz interior y el pensamiento. Sin embargo, el cine siempre narra para otro: el espectador. Mientras que en la literatura, aunque también se está narrando para otro (el lector), no es necesario escenificarlo y hay espacio para la narración intima, la confesión telepática. ¿Crees que esto condiciona el producto, ya sea libro o película, o con las técnicas adecuadas ambos universos expresivos pueden ser análogos?

MC: Creo que muchas veces la voz en off se utiliza de una forma terriblemente literal, describiendo lo que ya estamos viendo en la imagen. Creo que al narrar se trata de crear capas de información distintas que al entrelazarse enriquecen la densidad de la obra por las múltiples interpretaciones al combinar la información visual y sonora. Al final la meta es tratar de crear una obra que uno pueda leer de varias maneras. Esa es mi forma de trabajar. 

CG: En tu novela, el narrador es el director (que tiene tu mismo nombre aunque acaba esfumándose de la escena). Y la cámara juega un papel fundamental en la narración. ¿Hasta qué punto podemos considerar que Mar Rojo, Mal Azul, es una novela audiovisual?

MC: Existe una forma de escribir donde se puede sugerir el valor del plano, si es un primer plano o un plano abierto, por la forma en que se describen los elementos dentro de una oración. Por ello era muy importante que se sintiera como una película emulando el montaje.

CG: Pero no solo trabajas en formato literario y en formato narrativo. También has compuesto tus propios cómics y novelas gráficas. De hecho, la novela incorpora ilustraciones y en algunos momentos recuerda a un manga ¿Cómo interactúan esos formatos en tu proceso de creación? ¿Hasta qué punto son en realidad distintas cristalizaciones de una misma idea?

MC: Antes de tener una cámara escribía cuentos en la adolescencia en una máquina de escribir y también me puse a hacer historietas en la libreta de la escuela. Luego, a los 17 me regalan una cámara de video VHS y con ello se combinan las dos disciplinas. Para mí es muy importante la intuición, sentir una melodía, un dialogo, un momento sin racionalizar el porqué. De alguna manera me revierto siempre a las sensaciones de la infancia y la primera adolescencia, cuando muchas cosas me perturbaban o me atraían con una curiosidad infinita. Muchas veces sin comprenderlas, y ahí esta la clave. Creo que tratar de explicarlo todo asesina el misterio que puede estar presente en cualquier manifestación artística, en cualquier género.  La resolución absoluta de la obra es algo de lo que huyo como el fuego.

CG: La novela también narra la metodología de ese supuesto director llamado Miguel. Me interesa mucho ahí el concepto de desecho, que se mienta en el texto. ¿Podrías explicarnos brevemente algunas aspectos característicos de tu proceso creativo, si es que este se puede explicar de una forma argumentada?

MC: Yo trato de reciclar todo lo que tengo a mi alrededor para mutarlo a algo cercano a mí. Bien cabe decir que no es una representación realista de la sociedad, para nada. En Mar Rojo, Mal Azul por ejemplo, casi todos los personajes son amigos de la adolescencia, sus personalidades son tal y como son, pero habitan una historia y un universo disfuncional y era fascinante para mí imaginar cómo reaccionarían a situaciones muy alejadas de su vida diaria, que suceden en una realidad alternativa. Por ejemplo, el libro no menciona nunca que sea Cuba el país, pero hay elementos, locaciones que aluden, a pesar de la oblicuidad en la descripción, a lugares de los que muchos cubanos pueden hacer una asociación indirecta donde se despierta y comienza a actuar el subconsciente, emulando de alguna forma la sensación de los sueños que para mí son muy importantes. 

CG: ¿Qué ha aportado la lectura a tu proceso creativo?

MC: Creo que adaptar una novela, conocer una obra en formato literario, es muy enriquecedor para una segunda pasada al adaptarlo al cine. Recuerdo un momento extremadamente cinematográfico en Fahrenheit 451 cuando el protagonista huye hacia el rio mientras dan la orden de salir a todos los ciudadanos para descubrirlo. El uso de la tensión por el montaje paralelo se acrecienta hasta que logra entrar al agua.

CG: En el libro llegas a afirmar: “Nada más aspiro a dirigir una pequeña orquesta”. ¿Podrías explicarnos en qué consiste esa orquesta?

MC: Me sofocan las multitudes. Me refiero a los actores y los colaboradores, no más de 2 o 3 personas, y en el peor de los casos. Mejor mis brazos y mis piernas. Siempre he escrito, fotografiado, editado y hecho el diseño sonoro de mis películas. Es un lujo que no cambiaría por nada, aunque demore 5 años por película, pero para mí es muy importante tener control absoluto de la obra. Más allá del placer de construirla con mis propias manos creo que existe una verdad absoluta, al menos para mí, en trabajar de esta forma.

CG: El tema generacional tiene un papel principal en el libro. Dado que escribiste la novela a finales del siglo pasado, ¿ha cambiado mucho la percepción de tu generación desde que la escribiste?

MC: Se ha acercado un poco más al mundo descrito en la novela. Vivimos en medio de la muerte de las ideologías, donde el consumo, el mal gusto, la frivolidad y lo efímero cobran protagonismo a pasos agigantados en la juventud cubana. El personaje de Remy refleja esto. Una sociedad que habrá heredado lo peor del comunismo y lo peor del capitalismo.

CG: ¿Qué crees que caracteriza a tu grupo generacional respecto de otros precedentes o antecedentes? ¿Te sientes identificado ahí?

MC: Me siento más identificado con el personaje de Iván o con Sergio. Personas que no encajan en la sociedad, inicialmente creen que están integrados a ella pero gradualmente recurren al individualismo como una forma de realizar un sueño personal, o escapar de la imposibilidad de lograrlo. Algo que contradice el sueño colectivo de la revolución cubana donde todos  trabajan por una meta mejor. Un tipo de personaje que por otro lado rechaza la sociedad de consumo y la superficialidad. Hay algunos amigos como yo en Cuba pero lamentablemente estamos en minoría extrema. Es difícil para muchas personas renunciar a un refugio espiritual tangible, a la idea de un mundo mejor que se pueda materializar en algún momento de nuestras vidas. 

CG: Vamos a meternos ahora con la ciencia ficción, que en la novela aparece de una forma causal pero suave. ¿Qué te aporta ese género en tus creaciones?

MC: La ciencia ficción siempre me fascinó por explorar la idea de construir un mundo mejor que siempre fracasa. Curiosamente, muchas veces se habla de la ciencia ficción como escapismo. Yo siempre he encontrado una belleza en la tragedia. Predisposición genética. Disfruto los días nublados y las ruinas. La ciencia ficción es una forma de crear otro universo y ello contribuye a la atmósfera enrarecida que siempre me ha interesado.

CG: Me parecen muy interesante tus opiniones sobre el influjo de la ciencia ficción en tu obra, porque la ciencia ficción que ha influido a los creadores cubanos no es exactamente la misma que la que ha influido a otros creadores hispanoamericanos por los precedentes históricos que todos conocemos. ¿Me podrías hablar de las obras y los autores que más te han influido en ese género?

MC: En literatura Ray Bradbury, Stanislav Lem y los hermanos Strugatski. En cine el primer contacto fue con el anime. Recuerdo sobre todo una película como Space Warrios Baldios (Yaltus en Cuba) Una historia pesimista que me dejó profundamente perturbado en el cine, y ello me hizo verla varias veces, como si la película fuera a revelarme algo escondido. Es una película desigual, pero con momentos de mucha fuerza. Al revisitarla hoy me doy cuenta de que dejó una marca tremenda en mí. Luego en la adolescencia Solaris, de Andrei Tarkovsky, fue muy importante, no solo por la puesta en escena sino para descubrir que los personajes eran muy importantes en cualquier género. También Blade Runner, de Ridley Scott, fue fundamental para el diseño audiovisual de un mundo bizarro. Pero es sobre todo el pesimismo de estas obras lo que operó en mi de forma corrosiva, generando una atracción brutal hacia ellas. La obra de Cronenberg también me interesa mucho, precisamente porque no es fácil catalogarla como genero de ciencia ficción, sino que se hibridan varios elementos, algo que también me interesa mucho. Me interesan los géneros pero es aun mejor cuando no están en estado puro.

CG: Y en este sentido, ¿encuentras afinidades con otros creadores hispanoamericanos en cuanto a las influencias? Si es así, nos gustaría saber qué autores y qué influencias

MC: Realmente creo que las influencias se crean en la infancia y la adolescencia, y el arte que me marco en esos años realmente me llegaba de otras latitudes. Hay algunas excepciones, como Memorias del Subdesarrollo, por la subjetividad de su protagonista inadaptado. O algunas imágenes de Buñuel también se quedaron impregnadas en la memoria por aquella época. El surrealismo también ha sido un elemento importante para mí. También el trabajo de fotoanimación en el cineasta Santiago Álvarez me marcó bastante.

CG: Los elementos de la ciencia ficción que aparecen en la trama no condicionan completamente a los personajes. Quiero decir que no los condicionan tanto como para convertirse en seres humanos muy distintos de nosotros. ¿Qué opinas al respecto? ¿Crees que el uso de la ciencia ficción debería ir por estos derroteros?

MC: No creo que la ciencia pueda cambiar la naturaleza básica con la que nace una persona. Puede que la propicie a manifestarse con mas facilidad pero siempre estará ahí. Independientemente de la crianza que tenga esa persona, siempre hay una configuración genética inevitable. Incluso con el transhumanismo. Ahora, si comenzamos a hablar de ingeniería genética y adonde pueda llegar, eso sí me parece interesante explorarlo para bien y para mal.

CG: Para finalizar, ¿cuáles son tus proyectos futuros, no solo literarios?

MC: Corazon Azul es la película que estoy filmando (los primeros minutos están online– buscar Blue Heart First 5 minutes). Sucede antes de Mar Rojo, Mal Azul y su historia se desarrolla en una Cuba donde se realizan experimentos genéticos con el propósito de construir un hombre nuevo para salvar el proyecto de construcción del socialismo que por supuesto fracasa, pues estos individuos tienen trastornos físicos y sicológicos muy fuertes, y unen fuerzas contra la sociedad que los creó. También llevo años trabajando en una segunda novela que tengo detenida en estos momentos por el tiempo que me consume la película.

© All rights reserved Carlos Gámez Pérez

Carlos GamezCarlos Gámez Pérez nació en 1969, en Barcelona, España. Estudió Ciencias Físicas, Historia de la Ciencia y Creación Literaria. Colabora con revistas como Sub-Urbano, La bolsa de pipas y Nagari. Es autor de un diario sobre sus vivencias en las cárceles de Nicaragua titulado Managua seis (2002). Ganó el IX Premio Cafè Món con la novela Artefactos (2012) y ha sido seleccionado para las antologías Emergencias. Doce cuentos iberoamericanos (2013) y Llegamos en avión (en prensa), así como para el primer número de la revista Presencia Humana (2013), dedicada a nueva literatura española extraña. En la actualidad trabaja en la University of Miami. En su bitácora personal, El blog de Carlos Gámez, estudia las relaciones entre ciencia y literatura.

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