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Puede 2020

A LA AMERICANA. Carlos Gámez Pérez

Las citas que inician un libro suelen ser mensajes en clave, tributos que el autor hace a sus fuentes de inspiración. El libro del que voy a hablar hoy, Americana, de Pedro Medina (Lima, 1979), se inicia con una cita de Juan Carlos Castillón, un escritor español (Barcelona, 1958) afincado en Miami. Castillón es poco conocido en la literatura española peninsular. Sin embargo, su novela: Nieve sobre Miami (1992), se publicó en la prestigiosa editorial Debate, dirigida por Constantino Bértolo, uno de los grandes de la edición en español, hoy jubilado. No es la primera vez que Medina cita a este “autor oculto”. Ya en charla con Jorge Carrión publicada en el New York Times lo vindicaba.

Medina ha escrito una crónica sentimental pop de Miami, titulada Tour, que ha sido traducida al inglés. Tiene un enorme trabajo como gestor cultural a sus espaldas. Es el director de la revista Suburbano. Y ha sido editor junto a Hernán Vera de antologías de ficción y no ficción con escritores radicados en Miami como Viaje One Way o Miami (Un)plugged. Pero además de ser uno de los grandes impulsores de la cultura en español del sur de La Florida, Medina es el artífice de un subgénero propio dentro de la literatura policíaca, como es el noir tropical, una suerte de novela negra cargada de realismo sucio que se desarrolla por completo en Miami. Ha publicado Marginal y Varsovia, ambas en Sudaquia, y previamente publicó Mañana no te veré en Miami con Ediciones Oblicuas. Ahora nos regala la última entrega de ese proyecto: Americana (Sudaquia 2019), quizá su libro más ambicioso hasta la fecha.

De nuevo aparece su personaje principal de la anterior entrega: El Comanche. Y de nuevo visualizamos las calles nocturnas de Miami iluminadas por las farolas, y las puertas de los antros y, en este volumen, los restaurantes como La Carreta. También escuchamos los sonidos de la ciudad, ese spanglish tan característico de esa parte de los EEUU: “¿acaso le preocupan los side effects que puedan tener sus costumers?” (p. 25). Pero El Coyote se ha desplazado. Ya no transita las calles de Miami Beach. Ahora vive lejos de la primera línea de mar, en Little Habana, y trabaja en un telemarketing para un venezolano del Doral. Los cambios demográficos, la llegada masiva de venezolanos, su acento en una novela tan coloquial (“Estoy fino con las arepas y el aguacatico” [p. 170]), dirigen los pasos creativos de Medina y de la primera de las tramas del libro, la de un Coyote que se siente engañado en un trabajo que es una estafa y pretende desenmascarar al culpable con sus investigaciones. La segunda es muy original. Se trata de una vieja historia prerrevolucionaria. Cindo, un soñador exiliado de la Cuba de Batista, trata de ayudar a los rebeldes: los famosos barbudos, para que derroquen al régimen corrupto de La Habana. Se conoce a Miami como la capital del anticastrismo (el autor nos lo recuerda en la página 81). Medina se arriesga con este relato a contracorriente que nos recuerda que cualquier parte del mundo tiene una historia plagada de contradicciones. La tercera trama es autorreferencial: El Wild Cat es un periodista que escribe para Revólver, una revista underground que se reparte por los antros más peculiares de Miami Beach. Escribe la crónica negra de la ciudad, la de los asesinos y narcotraficantes que poblaron sus calles, pero también la de series como Miami Vice, que cambiaron la fisonomía de la ciudad. No en vano, esa serie comenzó a rodarse en exteriores de antiguos hoteles y bares abandonados o plagados de yonquis de South Miami Beach, que se convertirían en realidad cuando la serie ya se estaba emitiendo, construyendo el imaginario que hoy tenemos de la ciudad, y del que bebe la novela. Si obviamos el formato papel, hay muchos paralelismos entre Revólver y Suburbano. Si obviamos la distancia que separa al true crime del policiaco de ficción, los paralelismos entre el Wild Cat y Medina, y el tributo a otras obras del noir de Miami, y a Castillón, en la actualidad columnista en Suburbano, también son evidentes y cierran la trama de esta reseña, como lo hacen la novela, a la Americana.

© All rights reserved Carlos Gámez Pérez

Carlos Gámez (Barcelona. 1969), es escritor y profesor. En 2012 ganó el premio Cafè Món por el libro de relatos Artefactos (Sloper, 2012). En 2002 publicó el relato de no ficción Managua seis: Diario de un recluso (Instituto de Estudios Modernistas). Sus relatos han sido seleccionados para las antologías: Emergencias. Doce cuentos iberoamericanos (Candaya, 2013); Presencia Humana, número 1 (Aristas Martínez, 2013); Viaje One Way: Antología de narradores de Miami (Suburbano, 2014); y para la revista de creación Specimens (Septiembre, 2014). Colabora con las revistas literarias Nagari, Suburbano y Quimera, además de colaboraciones puntuales con Rocinante y Agitadoras. Acaba de finalizar su tesis sobre ciencia y literatura española en la Universidad de Miami. Malas noticias desde la isla es su segundo libro de ficción.

twitter: @cgamezzz

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