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Marzo 2021

365 DÍAS CORONANDO A UN VIRUS. Eduard Reboll

Preámbulo

Sucedía lejos; en Oriente. Hasta que un día el Consejo Europeo se reúne. Las Naciones Unidas se reúnen. Y a continuación, la Organización Mundial de la Salud se reúne y dirigiéndose a todo el planeta Tierra, emite un comunicado:

11 de marzo de 2020

Buenas tardes.

A lo largo de las dos últimas semanas, el número de casos de COVID-19 fuera de China se ha multiplicado por 13, y el número de países afectados se ha triplicado. En estos momentos hay más de 118.000 casos en 114 países, y 4291 personas han perdido la vida. Miles de personas más están luchando por sus vidas en los hospitales. En los días y semanas por venir esperamos que el número de casos, el número de víctimas mortales y el número de países afectados aumenten aún más. Desde la OMS (Organización Mundial de la Salud) hemos llevado a cabo una evaluación permanente de este brote y estamos profundamente preocupados tanto por los terroríficos niveles de propagación y gravedad, como por los alarmantes niveles de inacción. Por estas razones, hemos llegado a la conclusión de que la COVID-19 puede considerarse una pandemia.

 

26 de febrero 2021

 

Buenas noches.

 

Resultados hoy a las 10,30pm:

2,5 millones de fallecidos y cerca de 113.465.321 millones de infectados en todo el mundo.

 

Fdo. Tedros Adhanom director general de la OMS.

 

 

 

Resumen y Consecuencias

Desde hace un año, los niños y niñas en la escuela han dejado de conversar con sus émulos en la propia clase y en el patio. Se refugian en el dormitorio de casa. Abren su computadora para imitar una asistencia presencial a través de las videoconferencias en Zoom o Jitsi-meet. Al principio les hace gracia: “¡No hay clase! ¡Qué bien!”. A continuación, añoran el empujón en el hombro, la competición con el monopatín, el chiste de la semana, o saltar a la comba juntos.

Una parte importante de la juventud occidental empieza a evadir la situación. La Universidad está cerrada. Son demasiados meses sin ver a Josephine, Zara, Manuel… escuchar en directo a Billy Eilish, a Eminem, Maluma o 50 cents bajo la luz del hip hop o el rapeo en una disco. Hacen fiestas clandestinas para desafiar la prohibición. Y entre ellos, se contaminan. Y, por tanto, contaminan al prójimo.

En las residencias de ancianos los resultados son aterradores. Los abuelos y abuelas los más infectados de la sociedad. Y las defunciones persistentes invitan a cerrar estos edificios la entrada a sus familiares. Conclusión: el abrazo del hijo, la conversación diaria con tus contiguos del lugar, la escucha del relato típico que siempre se inicia “Cuando yo era joven tenía un…”  desaparecen.

Los bares, cafeterías, restaurantes, hoteles están cerrados alternativamente. En la primera ola fue total su interrupción. Por último, dependiendo de ciertos países, han seguido sellados o abiertos sólo a ciertas horas del día. La protesta del sector es notoria en todas las partes del mundo. El turismo internacional ha muerto durante estos 365 días. La “felicidad” del viaje en avión hacia un lugar desconocido, o mejor dicho, la placidez como evasión o medio de autoestima está en la cuneta. Los espacios de ocio, vacíos. No sólo lo económico, sino también lo emocional de sus clientes, proyecta una estampa melancólica en cualquier lugar mundo.

Asimismo, la cultura. La gran pantalla cinematográfica y sus estrellas: el glamour, la moda en la alfombra roja o el puro chismorreo de las noticias del corazón han postergado su figura como símbolo. Los festivales de música, por streaming sí o sí. La ópera y su platea a rebosar ante Tosca o la Carmen de Bizet, queda aplazada en el Teatro Nacional o el Metropolitan de New York. Las convenciones de negocios y las ferias y congresos internacionales, sin abrir.

El sistema sanitario colapsado. Sus miembros al borde de la explosión laboral e interior. Las unidades de emergencia al borde de lo imposible. La pobreza inherente antes de la pandemia y la producida por el desempleo debido a la clausura de comercios y empresas, ha llenado las calles de cualquier continente de solitarios y familias sin hogar. Todo y así, aún hay inmigrantes desafiando el Mediterráneo con sus pateras cruzando el mar o centroamericanos desfilando por México, camino hacia el río Bravo. Al llegar, otro virus: el racismo de cierta parte de la población.

Podríamos añadir otras fotografías singulares. Por ejemplo, la masificación en un campo de deporte para venerar a tu equipo, ha sido sustituida por imágenes proyectadas sobre los asientos. Tanto da que sea Messi quien golee un balón de fútbol o que durante un partido de la NBA lo haga Le Bron. Los astros y el equipo asumen el silencio del aplauso o el grito de emoción.

El tráfico y su contagio hereditario en las grandes ciudades ha disminuido notablemente. También los transeúntes en sus aceras a la hora de exhibir el ego en cualquier metrópoli mientras compran en un centro comercial atiborrados de público. Sin embargo, las ciudades son más asequibles y tranquilas hoy para los nativos del lugar.

Dicen que la lectura de libros, las series televisivas, el cáncer en general, las bebidas alcohólicas, las compras por internet, los antidepresivos, el inscrito a Tik Tok o a Only Fans, los ansiolíticos, el abuso de poder en el ámbito laboral, el maltrato a la mujer …o simplemente, los divorcios de pareja y —sin ir más lejos— los de la clase política en general con la ciudadanía, han aumentado.

Tranquilos …siempre nos queda negar todo lo escrito hoy aquí en nombre de la carencia de salud mental. Y fomentar en las redes que el coronavirus ha sido la invención de un poder-sin-cabeza-visible para certificar que, con la vacuna, permanezcamos todos bajo su dominación absoluta.

Desenlace final

Usted decide por cuál reinado se decanta: el expuesto en el penúltimo párrafo o la crónica de la realidad acaecida durante el año anterior y principios de éste. De todos modos, sea el que sea el elegido, no hay duda que llevamos doce meses con esta corona dentro de nuestra cabeza.

Lo que nos queda… es sólo el anhelo de su fin.

© All rights reserved Eduard Reboll

Eduard Reboll Barcelona,(Catalunya)

 

 

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