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enero 2014

SUAVE Y FRESCA. Rafael López Ramos

En mayo de 1988 en el Museo de Bellas Artes se celebró un festival de la Asociación Hermanos Saíz que consistió en todo un día de presentaciones de música, cine, teatro y artes plásticas, en los diferentes espacios de la planta baja del museo, el escenario al aire libre del patio central, la salita de teatro y el ala derecha de la planta baja, en cuyos rugosos muros de piedra de Jaimanitas fue colgada la muestra plástica, destinada a durar sólo ese domingo de festival. Para algunos artistas esta fue su primera exhibición en Bellas Artes, para otros sigue siendo la única.

En los días previos al evento tuve una reunión con la directora del museo, Lucy Villegas, para analizar los detalles de la exposición (recepción de las obras, curaduría, montaje), que debí organizar como presidente de la sección correspondiente de la AHS en la capital. Acordamos que el museo ofrecería las paredes para la obra bidimensional y pedestales para las esculturas, y los artistas llevarían sus obras enmarcadas y listas para ser colgadas por cada uno, con mi ayuda. Otro acuerdo fue que se aplicaría un concepto curatorial abierto, basado en la inclusión de todo artista que fuera miembro de la AHS, propuesta que hice para evitar censuras o intrusiones en lo que se exhibiría. Ella aceptó, quizás considerando la breve duración del evento. Esa curaduría abierta me obligó a aceptar algunas piezas algo flojas pero, afortunadamente, la mayor parte de lo presentado fue muy bueno. Un último acuerdo en esa reunión fue que le extendería al Museo una carta de agradecimiento a nombre de la Asociación Hermanos Saíz. La exposición fue titulada Suave y Fresca por una canción salsera que en esos días repitía por toda la isla el estribillo “yo vengo suave y fresco y bajito e’ sal”, pero usé el género femenino por tratarse de una exposición. Lo menciono porque he visto en Internet que alguna gente ha puesto en sus currículos el título en masculino, como en la letra de la canción.

viajecoatlicue

El día antes del festival se recepcionaron y montaron todas las piezas. Cada artista traía lo suyo y lo íbamos colgando en el espacio en que mejor funcionaba, aunque terminamos llenando los huecos por el poco tiempo disponible para reubicar obras. Recuerdo algunas piezas como la controversial Reviva la revolu… de Aldito Menéndez, un lienzo de gran formato con fondo oscuro y un texto rotulado en blanco con brocha gorda. Iba sobre el piso y recostada a la pared y delante en el suelo una vieja cazuela contenía un papel que pedía donaciones para poder terminar la obra. Abdel no recuerdo si expuso, pero llevó con mucho afecto una fina pieza conceptual de Carlos Michel Fuentes –por esos días enfermo y hospitalizado– que reproducía estilo póster la famosa foto del Che muerto (entonces tabú en los medios oficiales) y un texto que ofrecía una definición clínica del asma. Angel Ricardo Ríos presentó una bandera cubana hecha de cartones de huevo empatados y pintados con tempera o acrílico. Lo de Hubert Moreno era otra imagen del Che, pero dibujada con grafito en impecable estilo académico y un texto en letra de molde “Justo a tu gusto”, que era el lema de algún programa de radio. Maite Díaz González presentó una hermosa instalación titulada Viaje al encuentro de Coatlicue (ver foto), 300 cm x 250 cm de altura, acrílico, tela, yeso, arena de la playa Santa Fe y tintas, técnica mixta. Era “un homenaje a la energía femenina creadora, a la naturaleza, a ese poder femenino de dar la vida y de transformar la materia, la tela es una especie de matriz, como un útero pero es a la vez un cerebro… el espacio de los sueños, de las ideas, de lo posible. Es un homenaje a Frida Kahlo. México para mí en aquellos momentos era una fuente de inspiración, sus culturas precolombinas, sus mitos poéticos y surrealistas de trasformación, la expresión de la dualidad y sus derivaciones simbólicas, la noche y el día, lo femenino y lo masculino, lo duro y lo blando…”

Lázaro Saavedra me ayudó a rotular el titulo de la exposición en un panel divisorio tapizado en lienzo que nos prestó el museo, y en la otra cara hizo su obra, consistente en un largo texto de agradecimiento que resultaba exagerado e irónico, y terminaba convirtiéndose en un cuestionamiento a la institución arte, tan en boga por aquellos días. Angel Alonso trajo un ejemplo clásico de “objeto esculturado”: un neumático de motocicleta en el que pintó en blanco la tortuga del logotipo del proyecto ROCI de Robert Rauschenberg –que acababa de ser exhibido en este museo– y el texto “Tortuguita equivocada que vas por el mundo sin ver bien nada”. La obra de ABTV (José A. Toirac, Tanya Angulo, Juan Pablo Ballester, Ileana Villazón) era un largo texto en letra cursiva que cubría todo un lienzo enumerando no puedo con esto, no puedo con fulano, no puedo con aquello… alternando nombres de artistas y críticos con las carencias de la vida cotidiana.

crespoTomando prestado el cesto de los papeles del baño de caballeros, Fernando García armó la instalación más escatológica que se haya exhibido en esa egregia institución. Mezcló papeles sucios con sus diplomas académicos (incluyendo el del ISA) con sellos, bonos y demás parafernalia sindical. Luis Alberto Sosa expuso una pintura engañosamente ingenua que combinaba el texto “para subir al cielo se necesita una escalera grande y una estrellita” con las imágenes de una escalera y una estrella infantiles. Abelardo Mena presentó un dibujo que parodiaba una pieza de José Bedia, pero no recuerdo el tema exactamente. Juan-Sí González y Jorge Crespo presentaron performances, Juan-Sí se afeitó el abdomen en forma de triángulo, como de bandera invertida, y en el pecho la palabra CUBA, en la frente se pintó un número, como un prisionero de campo de concentración. Crespo tapizó tres o cuatro lados de una columna con pinturas sobre cartulina y se hizo amarrar a esta, forrado en papel plateado, como un Prometeo posmoderno.

César Beltrán trajo una de las obras que provocó más controversia, titulada El Bollito, cuento popular Ruso. Usaba “una página de la revista infantil soviética Misha, que no tomaba en cuenta que para un niño cubano, un bollito no era un panecito que sacaban del horno, sino otra cosa.” Debajo del título y cubriendo la ilustración original pegó una foto en blanco y negro producto de “una sesión fotográfica con una amiga en Santos Suárez y que habría provocado censura segura en Hustler Magazine o en Penthouse”. Al final de la tarde, cuando ya todo estaba montado, se apareció en la sala Corina Matamoros, subdirectora del museo, y me invitó a recorrer juntos la exposición, para darme a entender que aceptaba aquello a regañadientes, a juzgar por las críticas que le inspiraron casi todas las obras, cuestionamientos triviales como que el “justo a tú gusto” de Hubert tenía un acento mal puesto en la U o, incluso, el mismo contenido de la pieza de ABTV –que era una gran broma– preguntándome abriendo los brazos “¿y con qué pueden ellos, chicho?”. Así que al llegar a la pieza de César, que estaba al final del recorrido y justo al lado de los baños (no sé si casual o intencionalmente), se puso muy seria y me dijo que eso ya era demasiado porque al día siguiente había un grupo de niños que tenían clases de pintura e iban a ver aquello. Yo le recordé el compromiso de Lucy de aceptar toda obra presentada por miembros de la Asociación y le pedí que negociaran personalmente con el artista. Después Lucy conversó con César y encontraron la solución salomónica de cubrir la foto con un púdico papelito pegado con masking tape por el lado superior, para que los espectadores lo levantaran si querían ver el susodicho panecillo abierto, en una praxis casi voyeurística, que terminó emparentando la pieza con el Gas del alumbrado de Duchamp. Otros artistas que también participaron fueron el difunto Pedro Álvarez, Elio Rodríguez, Pedro Vizcaíno, Manuel Arenas, Angel Delgado, Cedey de Jesús y Ossaín Raggi.

Finalmente, mi obra se titulaba Vivan los campeones de la isla del golfo, collage y objetos (30 x 10 x 20 cm) en una caja de plexiglass con forma de urna electoral, cubierta de publicidad turística pegada de adentro hacia fuera, por cuyos intersticios se podían ver en su interior una camisa y guantes de trabajo sucios de tierra, bonos y diplomas laborales, etc. El título parodiaba una de las promociones turísticas que decía algo así como “los campeones del golfo pueden venir en sus propios yates” y estaba manuscrito en letra cursiva sobre el lado superior. A la inauguración asistió Marcia Leiseca, presidenta del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, y también la recorrió conmigo, pero con una actitud mucho más empática y respetuosa.

campeones

Durante la semana siguiente fui al museo para recoger mi obra y supe por un amigo que trabajaba allí la forma precipitada y un tanto violenta en que la exposición había sido desmontada al día siguiente por personajes del partido y el sindicato de la institución. La pieza dañada fue precisamente la pintura en cartulina de Jorge Crespo. Fui a ver a Lucy en su oficina y me explicó apenada que la forma misma en que el autor había pegado la obra a la columna, usando scotch tape hacía casi imposible desmontarla sin dañarla. Los funcionarios de la Casa del Joven Creador me comenzaron a pedir que enviara al museo una carta de protesta, pero al final por el hedor a provocación que salía de todo el asunto, decidí sencillamente dejar de enviar la carta de agradecimiento al museo que prometí a Lucy Villegas en nuestra reunión. Este fue mi diplomático modo de protestar por lo ocurrido, no complacer a los provocadores y no dañar a Lucy que tan comprensiva se había mostrado durante su breve trato con la Plástica Joven. Cada vez que nos cruzábamos en alguna exposición me decía con tono zumbón “oye, todavía estamos esperando la carta” y yo sólo la miraba y me encogía de hombros, convencido cada vez más de que este episodio era otra muestra de la lucha intestina que en las instituciones culturales libraban las fuerzas de la caverna y las de la apertura.

Publicado originalmente por Rafael Lopez-Ramos el 4/19/2008 en el blog Los lirios del Jardín

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R Lopez RamosRafael López Ramos. Artista, curador y crítico de arte cubano radicado en Miami. Fundador del blog cultural… Los lirios del jardín. 

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