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Diciembre 2014

PALABRAS DE CORTESÍA. Daniela Becerra

Siempre supo que él se iría. Aún así lo intentó. Postergar la partida. Trabajar desde casa resultó una operación fallida. Cocinar, recibirlo con sonrisas y besos, enviarle mensajitos e insinuaciones quedaron fuera de lugar al mes de casados. Guardó la ropa de encaje y las recetasde platillos exóticos. Consiguió un puesto ejecutivo. Un horario de oficina que la hiciera invisible en casa. Escondió el deseo en las pantallas de la empresa y ascendió en el mundo corporativo. Cuando le cambiaron la hora de salida, de las siete de la tarde a las cinco, sintió que se abría el abismo. Por supuesto nunca se fue antes de las ocho. Oía, con envidia, a sus colegas quejarse de los maridos y su presión por el sexo. El suyo no pedía nada. Ella dormía en una esquina de la cama, intuyendo el calor de su cuerpo sin atreverse a tocarlo. Una noche en que él soñaba con una bailarina, se acercó.

Recuerda la felicidad de saberse embarazada. Habitada de una certeza. La certeza de que a pesar de que el marido se fuera, siempre tendría al hijo. Se llamaría igual que él, para contenerlo. El vientre creció. El bebé pidió risas, abrazos, comida y arrullos y el papá pudo partir con discreción. No recuerda si se fue en la época de los pañales, los balbuceos o los primeros pasos. Ya no se dio cuenta.

Hace años no lo veía. Aparece tan igual y tan distinto. La mirada nublada de letargo rodeada de nuevas arrugas. Con su etéreo caminar que antes era tan poético y ahora parece cojera. Su capacidad profunda de crítica es hoy pura amargura. Después de una larga ausencia, viene por el hijo en común. Guillermo, a punto de convertirse en un adolescente, los ojos del padre, la misma lengua incisiva. El dolor habla ahora en las palabras del niño.

El joven se adelanta y alcanza al papá que  permanece en la acera opuesta. Ella se baja del automóvil para saludarlo. Tendrá la cortesía de intercambiar trivialidades con quien se comparte un hijo. Él agita la mano desde el otro lado de la calle y se da la vuelta. Se aleja. Los dos desaparecen. Ella se queda. Las palabras de cortesía sin pronunciar. Los pies fijos sobre el pavimento. Busca las llaves en la bolsa. Abre la puerta, hasta el auto llega el olor a indiferencia.

© All rights reserved Daniela Becerra

DANIELA BECERRADaniela Becerra vive en la ciudad de México. Ha escrito en diversas publicaciones como El Financiero, Reforma, Elle, Harpers Bazaar, Amura, Lenguaraz y Ombligo entre otras. Fue editora del libro Alcanzando el vuelo. Responsabilidad social en la empresa editado por CEMEFI y Celanese. Su último trabajo fue como editora para un libro sobre las etnias del Estado de México. Actualmente prepara su primera serie de cuentos.

Twitter @danielabr3

 

 

Que duro para un padre que está siempre presente que en un momento de la vida del hijo aparezca el padre ausente y se lleve a esa criatura que tanto amamos y lo mas fuerte con tanta indiferencia.

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