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Diciembre 2018

LENTE Y OTROS MICRORRELATOS. Kathy Fish. (Traducción de Toshiya Kamei)

Lente

Prue era un espantapájaros de mujer, delgada y dura con una boca recta, pero sabía el secreto de cultivar tulipanes. Sus tulipanes eran amarillo brillante y rojo sangre, dieciocho pulgadas de largo al florecer. Sus cabezas giraban en la brisa de Kansas. Prue trabajaba por el condado y vivía sola.

Un fotógrafo llegó del Wichita Eagle.

“Bueno, allí están,” dijo ella, apuntando.

Él se rió. “No, la quiero también a usted.” Luego la hizo tirarse boca abajo sobre la hierba, con la cara a la altura de las flores. “Están exquisitas,” dijo él. “¿Cómo lo hace?”

“¿Sabe,” dijo ella, “que desconocidos vienen para ver mis flores? Niñas en gorros de Pascua pisotean mi jardín, cortan mis flores y no piden permiso.”

Sus codos plantados en la tierra, él apuntó su camera y ajustó la lente, tomó fotos hasta que el sol empezó a ocultarse.

Entraron a su casa por la puerta de la cocina. El fotógrafo le desabrochó la camisa larga de algodón, le bajó los pantalones holgados, le tocaba su boca seria con las yemas de los dedos, pasaba sus manos por su cuerpo delgado y duro. En la cama, ella se quedaba callada mientras el fotógrafo gritaba.

La noche cayó y él se quedó dormido, una mano entre las piernas de Prue. Ella se quedó despierta, miraba las luces de los carros que viajaban por las paredes de su recámara, luego desaparecían.

 

 

Tartamudeo

El día que ella cumple 40 años se casa con un lingüista. La ceremonia es sencilla, celebrada bajo un sauce. Luego ellos se sientan en el pasto con sus vestidos de boda y comen pedazos de mango en tazones nuevos de porcelana. El lingüista le mira la línea de la mandíbula mientras ella habla.

Su padre murió joven. Ella se acuerda del disco de ónice que él llevaba en una cadena alrededor de su cuello, ella recuerda eso, pero no puede recordar el color de sus ojos. Su padre le hizo un caballito de palo como regalo de cumpleaños, que todavía conserva.

El lingüista le toca la garganda, y le dice que debe de tener sangre armenia en su familia, que lo sabe por el movimiento de su mandíbula. Él tiene 28 años. Le pide que le haga el favor de bailar. Ella se ríe y él le toma la mano.

“Me gusta así,” dice ella. Ellos permanecen debajo del sauce, a salvo de la extraña y tartamuda lluvia.

 

 

La fotografía

Son las cuarto y media y la luz casi se ha ido, pero tomas una fotografía de todas maneras. Te traigo un café y brandy del vagón, el vapor de tu taza sube como un genio. ¿Quieres entrar? me preguntas y niego con la cabeza, se siente bien aquí afuera. Esta mujer de Alberta…asientes y te ríes. Estamos corriendo por una pared de nieve ahora, alejándose de nosotros como si estuviéramos en un túnel del tiempo en una película vieja. Mi cabello está en mis ojos, pegado a mis mejillas. Vemos las vías, los pinos oscuros. La foto saldrá oscura y desenfocada. Es bueno que no puedas ver mi cara.

 

 

Con fuego y metal en una noche sin luna

El hombre y su mujer están sentados juntos en la escalera del porche. Sus niños agitan bengalas, luego las dejan caer silbando dentro de una lata de agua. Se empujan uno a otro, peleando por las nuevas del paquete. Les dicen ¡basta ya! o tendrán que entrar a la casa. Se callan. Estiran las bengalas hacia su padre. Él enciende un cerillo y las bengalas estallan, y por un momento los rostros de los niños se iluminan, sonrientes y brillantes. Se van corriendo para escribir sus nombres en el aire con fuego y metal en una noche sin luna.

El hombre y su mujer discuten. Las palabras secas de él perturban el espacio entre ellos. Ella contesta en voz baja, en la manera en que un trueno contesta al relámpago. Las puntas de sus cigarros se levantan y se caen en la oscuridad como luciérnagas. Ella está cansada, sí, pero hay cosas que necesitan aclararse.

Él apaga su cigarro y se aleja de ella. No importa, ella llama a los niños. Pronto será hora de acostarse. Ella les dice que sigan jugando. Miren sus hermosos nombres antes de que desaparezcan.

 

 

© All rights reserved Kathy Fish.

© All rights reserved for translations Toshiya Kamei

Kathy Fish vive y escribe en Colorado, EUA. Ha publicado numerosas microficciones, tanto en red como impresas. Para más información visite la página web: https://www.kathy-fish.com/.

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