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Marzo 2014

LA VALIDEZ DE LA CRÍTICA DE ARTE. Edgar Nano Sánchez

En mi concepto la llamada “critica” de arte ha de ser independiente, pedagógica y responsable. ¿Qué significan aquí estas palabras? Entiendo por independiente al hecho de que el crítico y su crítica, para ser validos, no pueden estar jamás emparentados con los intereses del mundo comercial del arte. El crítico por tanto no puede trabajar ‘para’ una galería, ni para una casa de subastas, ni para un museo, ni para un artista, ni para una institución cultural, ni para ningún interés ajeno a su celo de suministrar un juicio honesto, sobre un hecho plástico y/o cultural.  El crítico ejerce su trabajo en los medios de comunicación masiva,  la revista especializada, la cátedra universitaria, o a través del libro y el ensayo, desde los cuales informa, opina, enseña  y valora, si se quiere. Su trabajo consiste en acercar al gran público, y al especialista,  al arte que se está llevando a cabo en un determinando lugar y tiempo. Y esto como se sabe, no puede darse en la órbita del arte actual, donde el crítico escribe y habla más para potenciar comercialmente la obra de los intereses que representa; llámese galería, coleccionista, museo, revista, artista  o, incluso, él mismo, pues no son escasos los casos en los que se hace “critica” de artistas que firman muchas de las obras de su propiedad. No hay, por lo tanto, juicio independiente y desinteresado, sino sesgado hacia la propaganda y el posicionamiento de ciertos artistas y obras que de algún modo hacen parte de sus propios intereses.  

El crítico está obligado a la pedagogía transparente, y eso no puede ser posible jamás en un mundo como el de hoy, sojuzgado por una visión y unos criterios puramente comerciales.  Su labor debería ser como la de un historiador: al reseñar y ordenar los hechos  objetivamente. Aunque a diferencia del historiador, le está permitido alejarse de la imparcialidad  e interpretar esos hechos (las obras de arte) desde su propia perspectiva. Su gusto particular y los parámetros de su propia valoración han de quedar entonces explícitos, para que el público los tome como lo que en el fondo son: la opinión de alguien que, no ejerciendo el oficio que critica, nos acerca a la obra de un artista, ayudado por su intuición y su sensibilidad estética, permitiéndonos entonces confrontar con nuestra propia ignorancia o nuestra información previa de ese artista y su contexto. Esta segunda condición tampoco aparece en los artículos escritos de los llamados críticos, cuya lectura parece más bien la promulgación de una nueva ley que nadie entiende, pues muchas veces a fuerza de querer parecer eruditos se tornan bastante oscuros.

Y llamo responsable, al conocimiento verdadero que un crítico tiene de una obra y su autor. No me refiero a su amistad con él, sino al seguimiento que hace de la trayectoria evolutiva del autor y su obra, no medido en términos de números de shows, cobertura geográfica, ganancias,  ni impacto de fuegos artificiales, sino a esa dramática metamorfosis que sucede secretamente en la soledad de una vida aislada y dedicada al oficio. Allá, en los rincones claroscuros de su pequeño atelier se debate una vida, arrebatada por los conflictos de la sociedad. De allí ha de salir una versión y/o una propuesta de o para esos conflictos. Esa es una obra o un hecho estético, que con las reservas del caso podremos calificar de arte. Cosa que raras veces se da también, aun cuando en la mayoría de los casos el crítico se ve forzado a hacer un cotejo de los diferentes momentos cronológicos del artista y escuchar de éste lo que se propuso, de manera supuestamente consiente.

La vitrina del arte no lo muestra todo, sino sólo aquello que la critica aprueba.  Por lo tanto el  gusto es impuesto, desde una siempre velada institucionalidad estética nunca desinteresada.

La teoría del arte asegura:

…El arte tiene varias lecturas por eso el juicio estético no es universal, es decir, se aplica únicamente para la persona que lo admite y no tiene que ser válido para todas las demás.

Sin embargo se valida a través de la crítica y la curaduría.

El arte, como la poesía, es una abstracción de la intuición. El arte, como lo petico, está entre las cosas, se asoma por ellas, pasa fugazmente a través de las formas y a veces se la puede atrapar pero nunca se la puede poseer o apropiar.

La teoría del arte Dice:

el arte es creatividad, acción, trabajo, expresión de la sensibilidad humana y está profundamente ligado a la categoría estética de lo bello.

Lo anterior establece que todo ser humano es un agente y paciente estético. “Un animal estético”, como decía algún pensador positivista. Cada ser humano es potencialmente también un artista, con una matización particular de lo bello. ¿Quién puede creer entonces que hay mejores artistas que otros? Solo el comercio  y su proxenetismo mentiroso. Lo cierto es que vivimos en una sociedad esencialmente discriminatoria, con tendencia elitista, donde todos quieren ser incluidos en la zona VIP; una sociedad donde se venera al supuesto mejor y no está preparada ni mucho menos para valorar verdaderamente la diversidad.

¿Y que diremos del conocimiento estético? La teoría del arte dice sintéticamente al respecto:

 El sujeto estético es el que capta los objetos estéticos. El conocimiento estético, por lo tanto, recae en los significados que el sujeto estético le dé al objeto, lo cual depende de los antecedentes culturales y sociales del sujeto.

El llamado sujeto estético es el espectador, todo aquel que se asoma a un objeto o hecho estético. Pero muchas veces el espectador común no tiene la información o estructura conceptual suficiente para entender y por tanto degustar ampliamente un objeto estético. La labor del crítico vendría a ser entonces la elaboración de una guía que tienda un puente de comprensión entre la obra y  el espectador. Esa guía nunca podrá ser imparcial, pues siempre estará elaborando desde su propio gusto y concepción. Pero será de todas maneras valida si el crítico nos deja ver sus inclinaciones. No así, si nos oculta no sólo éstas sino también sus propios intereses.

Hay un aspecto que me parece importante a tener en cuenta a la hora de valorar una relación estética.  Y es, como dice la teoría del arte:

En la relación estética existen diferentes niveles de captación del objeto, en donde interviene directamente el aspecto social que dota de significado al objeto estético,

La obra de arte, es decir el objeto estético, es una creación de la subjetividad humana. Y la relación estética lo es también. Pero la critica parte del supuesto de que todos los individuos de una sociedad aceptan como suyos los signos y símbolos del medio en el cual habitan y dan por sentado que entenderían o valorarían más o menos de igual modo, esos signos y símbolos que supuestamente son los que dotan de significados los objetos estéticos. Y esto no es así, ni puede serlo, en un mundo globalizado donde los seres humanos se experimentan fundamentalmente infelices. Pues una cosa es que tengamos que intentar adaptarnos a una sociedad que nos condiciona y nos impone sus parámetros, pero que no necesariamente nos gusta, ni nos satisface, y que por lo tanto rechazamos. Dos sujetos no se detienen frente a un mismo hecho estético de la misma manera, pues esas dos personas no se relacionan con los signos y símbolos de la cultura de forma estándar.

Pero la crítica de arte se hace, a mi parecer,  desde la suposición falsa de que todos compartimos y aceptamos esos signos y símbolos de la cultura, porque se cree arbitrariamente que todos estamos obligados a estar a la moda.

Por tanto la llamada mediación es el aspecto que la crítica apunta a manipular.

La mediación, según la teoría del arte,  es aquello en lo que el hombre trasciende la vida cotidiana en relación con los objetos y al mismo tiempo profundiza en ellos para tener mejor conocimiento de las cosas

En el proceso de mediación están implicados los significados o signos que el sujeto pone en el objeto, por eso, el sujeto es quien dicta el tipo de relación que se establece con el objeto

Esta llamada MEDIACION, no es otra cosa que la interpretación estética que hace el sujeto, su particular acercamiento a un hecho estético determinando. El gusto, estaría entonces determinado “por la cultura”, como efectivamente parece suceder. Ahora bien, la relación estética y el gusto serian dos cosas diferentes. Lo primero es un parámetro impuesto por la educación y la cultura y el segundo una tendencia natural. Sin embargo eso que llamamos Belleza, es tanto un abstracto consustancial en el hombre como un canon cultural, que puede cambiar con las épocas, mas allá de una simple moda. Ya que se trata más bien de un transfondo de orden psicosocial.

Se afirma que: la relación estética no se da por naturaleza, sino que tiene su origen en el orden social, puesto que el objeto estético sólo se da cuando socialmente se reúnen ciertas características, por ejemplo: la belleza o la utilidad.

No puedo estar completamente de acuerdo con lo anterior, porque parte de una premisa falsa y del desconocimiento del psiquismo humano. Aunque no existe algo así como “la naturaleza humana”, sí está construido el ser humano sobre ciertas estructuras fundamentales basicas, y esta esencia nos es común a todos. Nuestro primer contacto con la belleza se establece con las maravillas de la naturaleza y reaccionamos a ella de forma casi instintiva. Los demás conceptos de belleza, son agregados de estas primeras experiencias. No es bello todo cuanto vemos, como no nos parece poético todo. Sólo algunas cosas gozan de esos atributos, aunque Incluso se haya también llegado a afirmar que la belleza no es necesariamente un atributo del arte contemporaneo. En mi concepto, lo que sucede en nuestra sociedad es una manipulación del gusto a través de la moda.  Se ha querido equiparar moda con vanguardia evolutiva, y se ha vuelto casi pecado mortal no estar a la moda. Este truco del comercio, para obligarnos a estar permanentemente consumiendo, se ha convertido en una religión moderna. Pero esto no significa que sea legítimo. Muy por el contrario.

La llamada crítica de arte sufre, a mi juicio,  de complicidad con esta compulsión consumista. Hecho que la despoja, en mi concepto, de toda autoridad y valor.

el sujeto (el hombre) coloca en el objeto toda una carga de significados y connotaciones que tienen su origen en la sociedad en la que se desarrolla. Por esta razón se puede establecer una relación estética con los objetos de la naturaleza, los objetos tecnológicos y los objetos artísticos, lo cual quiere decir que aunque la estética se ocupa, en su mayoría, del arte, todos los objetos perceptibles entran en su estudio.

¿Qué no diremos, además, de ese fenómeno económico que ha convertido a los objetos de arte en “una gran inversión monetaria”? Llegamos con esto al quit del asunto. Y aunque no siempre podemos distinguir entre propaganda y crítica, La suma de propaganda y crítica, produce el milagro. En esta burbuja irresponsable,  en este mundo tiranizado por las relaciones y los valores puramente comerciales, todo se desvirtúa y se corrompe. Y no podemos más que sentir una irremplazable desconfianza de los ídolos e iconos de la globalización, así como de los mecanismos usados para imponerlos. Un gran filósofo aseguraba en alguna ocasión que los seres humanos del futurorecordaran esta época como un periodo de gran crueldad y estupidez. Una época en la que el parámetro con que se apreciaba todo, incluso los hombres mismos, era lo que costaban, a la hora de la oferta y la demanda.

(El presente texto formó parte del primer Ciclo Interactivo organizado por Proyecto SETRA y Revista Nagari)

© All rights reserved Edgar Nano Sánchez

 

EDGAR NANO SANCHEZEdgar Nano Sánchez. Artista plástico y Poeta. Colombiano, residente en Miami, FL. Trabaja con LMNT GALLERY y otras Galerías de La Florida. Ha expuesto su trabajo desde 1.980, en Colombia, Alemania y los EU. Desde hace 20 aňos enseña Técnicas de Dibujo y pintura en su propio taller. Tiene un libro inédito de poesía: “TEOREMAS HUMANOS”.

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