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Septiembre 2016

CELOS Y OTROS MICRORRELATOS. Atilano Sevillano

CELOS

Ella siempre sospechaba de todo, estaba convencida de que todas las historias que le contará se las inventaría él mismo y tarde o temprano la iba a engañar, así que decidió no casarse con él. Un poco dubitativa decidió también no acudir a aquella cita a ciegas y, no sin darle algunas vueltas, no comprarse ese bolso con los zapatos a juego. No quedándole la menor duda, prefirió no entrar a trabajar en esa empresa y menos aun estudiar en aquella universidad. Y por último, a lo tanto, a lo tonto no alternar con aquellos chicos del colegio, no pasar los veranos con sus abuelos, no…

                                                                                                           

EMPECINADO

Aquella mañana, tan pronto como despertó, el joven se armó de coraje y se lanzó a perseguir centauros. Vivió, envejeció y en cierta ocasión estuvo a punto de alcanzar la meta. Murió sin lograr trofeo alguno, pero siempre supo que iba por el camino correcto. Atribuyó su fracaso a que ya nadie cree en esos seres fabulosos.

 

GÉNESIS

Dios creó el mundo en un pispás (era pan comido) y, como le sobraba nada menos que siete días, se lo replanteó   imaginamos que por matar el rato y también por no estar muy convencido de que lo que había creado fuera bueno o porque sospechaba que había dejado algún cabo suelto. El resultado como se puede constatar resultó algo triste sobre todo para los lastimeros, los aburridos y los relativistas.

 

HISTORIAS CRUZADAS

 El lastimero Raskolnikov se presentó en vano con sus cuitas ante Dostoievski, pues, el  irresoluto moscovita le malaconsejó que acudiera con su aflicción  a un tal Meursault. Este último inconmovible le puso en contacto con el convaleciente Caballero de la Triste Figura que le derivó a un tal Santiago Nasar que recriminaba al  creador colombiano el haber zurcido  un siete en el frágil tejido de lo real.

 

UN IMPREVISTO

Un hidalgo cincuentón dio en el más extraño pensamiento en que jamás dio hidalgo alguno. Un día amaneció tan tranquilo diciendo que él era Don Quijote y que su país quería arreglar. Cuando se disponía a iniciar la primera aventura, le surgió un imprevisto: tenía los botines en el zapatero remendón a fin de reparar  no  pequeños destrozos en el cuero habidos.

–¡Válgame Dios¡ –gritó: me veré obligado a quedarme en casa y olvidarme de enderezar o desfacer entuertos. Y así fue como aconteció el hecho de ponerse a escribir una obra de autoficción: Don Miguel de Cervantes.

PERDIDO

No tardó en desorientarse durante el recorrido por la ciudad de incontables y laberínticas calles. La dirección que llevaba apuntada no era útil en medio de un idioma que no comprendía. Cuando acabó por detenerse a descansar en el banco de un céntrico parque, se percató de que a su lado sentado estaba mirándole un mendigo. Probó, si muchas esperanzas, a preguntarle, y para su sorpresa, el otro le contestó en un idioma reconocible que las calles son las que le encuentran a uno, que tan sólo tenía que permanecer allí sentado el tiempo suficiente.

 

AMOR Y OTROS DESASTRES

Él tenía miedo de compartir aquel espacio tan reducido.  Ansioso golpeó con la mano el espejo del ascensor cuando éste dejó de funcionar. Se produjo un corte de cierta profundidad. Ella se quitó el velo que cubría su  rostro  y  con él  atajó la sangre que le brotaba.

 

© All rights reserved Atilano Sevillano

Atilano SevillanoAtilano Sevillano (Argusino de Sayago, Zamora, 1954). Doctor en Filología Española, poeta y narrador. Reside en Valladolid (España). Autor de los poemarios Presencia indebida (Devenir 1999 Y  Hojas volanderas (Celya, 2008); de los libros de microrrelatos De los derroteros de la palabra (Celya, 2010) y Lady Ofelia y otros microrrelatos (Amarante,2015). Cultiva la poesía visual y colabora con sus textos en diversas revistas literarias españolas e hispanoamericanas.  E-mail. asevillano.ber@gmail.com

 

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